Los nuestros, Multicultura

Juan Carlos Piedra, líder por convicción y acción

“Anhelo ver a mi comunidad visible, fuerte e integrada plenamente a la sociedad inglesa.”  Pocos casos pueden encontrarse en Londres como el suyo. Tras su llegada a la capital inglesa en el año 2002 este trabajador de la limpieza fue consciente de que uno de sus objetivos consistía en organizar a la comunidad ecuatoriana en Londres, una de las más fuertes actualmente en la ciudad del Támesis. Memorias de The Prisma. Enero 2011.

 

Juan Galbete

 

Tiene un perfil como pocos: es discjockey en sus tiempos libres y cuando se lo solicitan; trabaja decenas de horas a la semana en asuntos de limpieza; canta y es una de las voces más sonoras en las marchas de protesta; su cara es una mezcla de alegría y agitación cuando se avecina la organización de una manifestación o de una fiesta comunitaria, sonríe con frecuencia y se le ve siempre lleno de vigor. Tiene modestia, pero también el orgullo por lo que hace, por los suyos y por lo suyo; es decir, esa dignidad de inmigrante de cabeza en alto y batallar permanente para no ceder ante la realidad del exilio. Así, poco a poco, desde ese año en que ya rondaba en su cabeza el “crear algo” y “hacer algo”, Juan Carlos Piedra dio visos completos de ser un auténtico organizador, como los hay pocos en esta Londres multicultural, pues su trajinar es constante, su activismo permanente y sabe que a la política hay que lucharla, pero sin olvidar jamás que a la sociedad la cruzan los aspectos lúdicos, deportivos y culturales. En otras palabras, es un líder organizativo y por eso The Prisma decidió entrevistarlo.

En sus ocho años de estancia en el Reino Unido, Piedra ha conseguido aglutinar a los inmigrantes ecuatorianos residentes en Londres con una fuerza y una capacidad de organización como pocas veces se ha visto entre la comunidad latinoamericana. Este afán eclosionó en 2007 con la creación del Movimiento Ecuador del Reino Unido (MERU), del cual es fundador y coordinador.

Casado y padre de tres hijos, nació hace 34 años en el seno de una familia humilde de la ciudad ecuatoriana de Loja. Cuando contaba con 15 años su padre se marchó de casa y se vio obligado a trabajar durante 15 horas diarias en la recolección y cultivo del banano para costearse sus estudios.

“Entonces fui consciente de la explotación y el abuso que sufrían los trabajadores”, comenta, y de esta experiencia nació un fuerte deseo para atenuar los problemas laborales padecidos por la mayoría de los trabajadores. Aunque su situación económica no le permitió cumplir su sueño de estudiar arquitectura, pudo matricularse en Psicología Educativa en la Universidad Pública de Loja.

Después de ser presidente del Consejo Estudiantil del colegio Emiliano Ortega Espinoza, y apenas entró en contacto con el Movimiento Estudiantil Universitario de Loja (el cual también lideró), sus deseos por “mejorar la situación de las mayorías fueron creciendo”. En esos días compaginó sus obligaciones laborales con su actividad estudiantil, lo cual reconoce que no hubiese conseguido sin el apoyo de su familia.

Ya en el Reino Unido, Juan Carlos Piedra comenzó a trabajar como limpiador, puesto desde el que se ha labrado un nombre como defensor de los derechos laborales y organizador de la comunidad ecuatoriana. Victimizado e intimidado por su labor sindical, ha mantenido varias luchas para defender los derechos laborales de los trabajadores, en especial de los migrantes.

En el año 2009 fue despedido de su lugar de trabajo como limpiador en la University College of London (UCL) por la empresa de contratación Office&General, que previamente había cuestionado su participación en la campaña ‘Justice for Cleaners’ (‘Justicia para los limpiadores’), y por su trabajo en contra de las deportaciones y a favor de los derechos de los indocumentados.

Pese a todo, consiguió reunir los apoyos de los sindicatos de la UCL (UCU, Unite y Unison) para hacer valer sus derechos y se organizó una campaña para lograr la reintegración a su puesto de trabajo, en la que también participaron el MERU y la Asociación Latinoamericana de Trabajadores (LAWAS). Gracias a esta lucha, Juan Carlos Piedra ha mantenido su puesto como limpiador en Londres, ahora en Westferry (este de Londres), y de igual manera su labor en defensa de los de derechos de los migrantes.

¿Qué le impulsó a salir de Ecuador?

Una gran decepción política. Varios jóvenes nos dimos cuenta de que se estaban perdiendo los objetivos del Movimiento Estudiantil. Denunciamos esto y se creó una cacería de brujas increíble, de persecución, de aislamiento. Fue tal mi decepción, que apenas se presentó la oportunidad, salí del país. Sin embargo, pese a la decepción, la experiencia en el Movimiento Estudiantil fue la base y el aprendizaje para seguir con el afán de mejorar las cosas.

¿Cuáles eran sus objetivos al llegar al Reino Unido?

Al inicio mi objetivo era trabajar para poder regresar con mi familia lo más pronto posible. Por suerte nuestra separación fue sólo de dos meses. También pensaba en olvidar todo e integrarme plenamente a una vida familiar.

Pasaron los días y me fui desencantando, advertí que vivía en un país capitalista muy hipócrita. Recuerdo que un amigo de Bristol me dijo: «Tú vives en un suburbio», y entonces pensé: “¡Este tipo está loco! Luego, con el pasar de los meses, comencé a pensar que tenía razón, por la desigualdad social existente, la falta de educación, de salud, de seguridad…. ¡En fin!.

Observaba la explotación, la discriminación, los salarios tan  bajos, los despidos injustos, la persecución a quienes estábamos indocumentados; miraba que este era un sistema con pocas oportunidades para el desarrollo de los niños y jóvenes en centros comunitarios. En cuanto a la vivienda, los altos precios hacían imposible adquirir una o vivir con privacidad familiar. Y notaba un total desequilibrio entre los salarios y la canasta familiar básica.

¿Cómo se sintió al cambiar de país y de cultura?

El idioma fue mi primer obstáculo. También sentí la soledad de haber dejado a mis seres queridos. Todavía están intactos en mi mente los recuerdos de mis últimos días en Ecuador.

Los sueños de construir una nueva sociedad, los logros que con tanto esfuerzo había conseguido allá quedaban atrás. A veces sentía que me ahogaba porque estaba en una isla y me era imposible regresar a casa.

¿Y su proceso de integración a la nueva cultura?

Inicié vinculándome a grupos que trabajaban por los derechos de los trabajadores,  hice contacto con campañas de solidaridad con América Latina y busqué algunas formas para mi regularización. Recuerdo que con un gran amigo, Roberto Fernández, su padre Héctor, mi esposa y mis hijas, salíamos a protestar.

Éramos solamente cinco personas gritando en español. Pero con el tiempo, se unió gente de Honduras, luego de Bolivia y de Colombia, y entonces el grito se hacía cada vez más fuerte. Conocí a gente muy interesada en trabajar por los derechos humanos y participé en la creación de un programa radial, Todas las Voces Todas, que era de  denuncia social.

¿Por qué su afán por unir a la comunidad ecuatoriana?

Por todo lo antes mencionado (explotación laboral, indocumentados, etc.) y porque observaba a la comunidad totalmente desorientada en varios aspectos. Por ejemplo, uno de mis familiares sufrió mucho el proceso de la deportación. Además, sentía el abuso de algunos ecuatorianos a su propia gente. La comunidad carecía de presencia como grupo y sólo nos representaban un grupo pequeño con poder económico. Además, en ese entonces el cuerpo diplomático ecuatoriano estaba muy alejado del servicio a su comunidad, y era evidente el maltrato en las oficinas consulares. Hice algunas denuncias al respecto a través del programa radial y recibí ciertas injurias por parte del Cónsul de esa época.

Otro punto, muy importante, para la organización fue el llamado del presidente Rafael Correa a construir la quinta región, la región de los migrantes de los casi 3 millones de ecuatorianos fuera de su territorio, con la gran oportunidad de poder hacer presencia a través de la democracia electoral, participando con el voto, y teniendo representación en el exterior; que se consideraran nuestras necesidades y se permitiera hacer propuestas.

Recuerdo que después de la posesión del presidente Rafael Correa en el 2007 hablé con mis colegas de trabajo sobre el discurso del presidente y más de uno lloró. Alguien dijo: «Al fin alguien se acordó de nosotros, al fin saben que existimos y que necesitamos ayuda». Me llegaron muy adentro esas palabras.

¿Pero cuando decidió venir a Londres ya tenía en mente organización de la comunidad?

Realmente no. Desconocía que teníamos una comunidad ecuatoriana tan grande. Pero apenas observé las necesidades y el poder de crecimiento comunitario busqué las formas de hacerlo organizadamente.

¿Con quién se unió en sus comienzos en Londres para organizar a la comunidad?

Recuerdo que en 2003 participé en una conferencia sobre Ecuador bajo el nombre «Enero del 2001» y logré contactar con Andy Brown, de Social Workers, quien por casualidad vivía en el municipio de Newham, donde yo residía también, y había estado en Ecuador detenido por supuesto trabajo con grupos de izquierda.

Además el vínculo con el programa Radial me permitió conocer a muchas organizaciones, refugiados chilenos, colombianos y bolivianos. Estrechamos lazos de amistad y trabajo frente al caso del asesinato de Jean Charles Meneses por parte de la policía Británica (Meneses, electricista brasileño, fue abaleado el 22 de julio de 2005 en el metro de Londres por la policía metropolitana al ser confundido con uno de los terroristas del 7/J de ese mismo año). Trabajamos por primera vez en un frente común Justicia para Jean Charles Meneses. Dicho frente tenía agrupaciones de diferentes lugares de América Latina. Desde las campañas de otros países me hablaban sobre la importancia de tener un grupo ecuatoriano.

¿Cómo fueron esos inicios para conseguir una comunidad cohesionada?

Fue en el mes de marzo del 2007, cuando llamaron a un encuentro de profesionales ecuatorianos liderado por Ernesto Ortega. Me invitaron para que les comentara los ejes del gobierno ecuatoriano sobre la Revolución Ciudadana y para hablar sobre la Consulta Popular. No faltaron los oportunistas que se presentaron como candidatos para Asambleístas por los Ecuatorianos en el Exterior, situación que incomodó a la mayoría de los presentes. La reunión decidió que yo liderara un grupo político para que la comunidad estuviese representada. Inicié el trabajo solo, por la apatía que representaba y representa la política.

Claro que después recibimos un  llamado desde la Universidad de SOAS, que se puso a disposición nuestra, y de la Campaña de Solidaridad con Colombia, que nos colaboraron con 5.000 volantes.  Estoy convencido de que por la comunidad tenemos que dejarnos hasta el último suspiro de nuestro trabajo.

¿Qué cree que ve en usted la comunidad como organizador?

Soy consciente de que tengo algunos queridos detractores por mi ímpetu en el trabajo, porque nunca he bajado mi cabeza ante la injusticia, porque no les permitimos que sigan tomándose el nombre de la comunidad para sus propios fines. Pero sé que una buena parte apoya nuestra gestión, nuestra frontalidad y la dedicación que ponemos a la comunidad con nuestro trabajo voluntario.

Sé que la comunidad siente confianza por el trabajo que he desarrollado en conjunto con el resto de activistas,. Sé que deposita su interés en nuestra gestión y muestra de ello es el vínculo diario con nosotros.

En varias ocasiones he respondido a quienes me preguntan por qué nos entregamos por completo a la comunidad, y cuáles son nuestros intereses. Entonces yo les respondo: «Porque tengo un sueño, ver a mi comunidad visible, fuerte, integrada plenamente en la sociedad inglesa”. Ese es mi sueño.

¿Cuáles cree que son las necesidades actuales de la comunidad latinoamericana?

En primer lugar, la regularización de los migrantes y el respeto por igual a trabajadores regulares e irregulares, así como la integración en una nueva cultura como la británica. Para conseguir todo esto es importante que la diplomacia ecuatoriana juegue su rol en el servicio de sus coterráneos, cosa que ya está llevando a cabo y que no sucedía antes.

¿Qué le falta a la comunidad latinoamericana para estar mejor organizada?

Fortalecer los grupos políticos, sociales, culturales y deportivos. Abrir los espacios para que el reconocimiento del trabajo venga desde la base social. Integrar a la comunidad para que construya sus propios espacios, permitir que la comunidad sea protagonista  del fortalecimiento. Necesitamos cuerpos diplomáticos abiertos, para que institucionalmente juntos, trabajen desde y por el llamado gubernamental a una unidad latinoamericana.

Hay que evitar regionalismos, pues sólo nos debilitan como comunidad. Tenemos que hacer un llamado a las iglesias cristianas, evangélicas, católicas, grupos deportivos, artistas, sindicatos latinoamericanos y grupos políticos, para una gran concertación Latinoamericana, donde no primen los intereses de grupo sino los intereses de la colectividad, pero eso sí, vigilantes con aquellos que están listos a pescar en río revuelto.

¿Por qué la comunidad latinoamericana no ha logrado unirse del todo todavía?

Hay cuestiones delicadas, políticas sobre todo, como los conflictos entre países latinoamericanos. Estas diferencias políticas entre las naciones también se reflejan en la comunidad latinoamericana, pero creo que se van superando y la relación entre latinoamericanos cada vez es mejor. Por otro lado, la estructura del sistema británico también impide que exista esa unidad.

¿De qué manera?

Dividiendo a la comunidad. Diferenciando entre documentados e indocumentados, los que reciben beneficios y los que no los reciben, por ejemplo. Se crea una especie de lucha de clases, una lucha que crea el sistema, así como la que se da por los regionalismos impuestos y que los hemos traído con nosotros.

¿Qué iniciativas se pueden tomar para atenuar esto?

Los documentados tienen que crear propuestas para conseguir la regularización de los indocumentados, para mejorar las condiciones de este colectivo olvidado y que eso permita crear redes con migrantes de otros países con los mismos problemas, además de la integración de las redes británicas que luchan a diario en contra de las deportaciones.

El MERU, para latinoamericanos en el Reino Unido

El primero de abril de 2007 un centenar de ecuatorianos se organizaron como el Movimiento Ecuador en el Reino Unido (MERU).

A partir de aquí nació una comisión para poder trabajar en las necesidades de la comunidad ecuatoriana.

“Un punto fundamental  para la creación del MERU fue el llamado del presidente Correa a organizar la Quinta Región”, afirma Piedra. “Esto suponía tener en cuenta a la comunidad migrante dispersa por todo el mundo como una región más de Ecuador, con sus deberes y sus derechos”. Debido a la crisis económica que sufrió el país hacia 1999, 3 millones de personas emigraron, muchos de ellos a EE.UU, España, Italia o Reino Unido, entre otros destinos, un 20 por ciento de la población por aquel entonces.

A partir de aquí, en 2007 se configuró una red de organizaciones ecuatorianas de todo el mundo para crear la Quinta Región. Desde su nacimiento, el MERU también ha venido organizando iniciativas sociales y culturales como la creación de una Biblioteca Ecuatoriana en Elephant and Castle, para la cual existe una campaña de recolección de material bibliográfico, así como el festival por los Derechos de la Mujer en Londres.

También han participado en marchas por la regularización de los migrantes en los años 2007 y 2009 y varios miembros del MERU se han integrado a la campana ‘Justice for cleaners’.

En 2009 organizó el festival por el Día Internacional del Migrante y actualmente tiene una Escuelita Comunitaria en Newham iniciada el pasado año, en la que se ofrecen clases de idiomas, matemáticas y teatro tanto para niños y, en futuro, de inglés y computación para mayores.

Para Juan Carlos uno de los aspectos más importantes ha sido la ampliación del MERU al ámbito europeo. De esta forma, participaron en el Pre Foro Social Mundial de las Migraciones, efectuado en Valencia en marzo de 2010 y que reunió a decenas de organizaciones de España y del resto de Europa y de la que salió la REDEC, Red Europea de Organizaciones Ecuatorianas

“El trabajo actual – concluye Piedra  – es de vínculos con la Revolución Ciudadana. De toda esta labor y de nuestros anhelos como migrantes informamos en Ecuador durante el IV Foro Social Mundial de las Migraciones que se celebró en Quito y en la Asamblea Nacional de Ecuador”.

(Fotos sumnistradas por el  entrevistado)

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