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Karol Cariola: golondrina del movimiento estudiantil

El movimiento social liderado por los estudiantes que sacude Chile es calificado como el inicio de una nueva estación en esa nación, la cual aún se recupera de una de las dictaduras militares más crueles del continente.

 

Raimundo López

 

Es una de las líderes de las protestas. Es menuda, bella, de voz firme y una madurez de pensamiento e ideas poco frecuente en quienes apenas han cruzado la edad mágica de los 20 años.

Es la secretaria general de las Juventudes Comunistas de Chile, y hace dos es presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de la ciudad de Concepción. Karol Cariola viajó a El Salvador junto a Camila Donato, presidenta de la Federación de Estudiantes de Pedagogía de la Universidad Metropolitana de Santiago de Chile, invitadas a presentar dos libros el 18 de enero en el Centro Cultural Nuestra América.

Uno, con textos sobre la juventud de Fidel Castro, Ernesto Che Guevara, Salvador Allende, Pablo Neruda y Gladys Marín, del cual hizo el prólogo. El segundo, “Podemos cambiar el mundo”, de Camila Vallejo, una de las líderes principales del movimiento.

Karol, junto a Camila Donato, habla de conversó con Prensa Latina sobre las luchas estudiantiles contra el modelo neoliberal impuesto por la dictadura que, mediante el terror, hizo de la educación, la salud, una mercancía, diferenciada para ricos y excluyente para pobres.

«Este -explica- es un movimiento que se ha estado gestando desde hace muchos años, que de alguna manera en 2011 logra tener una fuerza mayor, tomar un impulso distinto, logra revivir un proceso que se venía construyendo ya».

«En el 2005 el movimiento estudiantil generó un movimiento, un proceso, que a diferencia del 2011, no logró una coherencia y unidad nacional, pero sí tuvo una repercusión concreta en el 2006, cuando los estudiantes secundarios, los pingüinos, hicieron el llamado «pinguinazo», cuestionando ya no solamente el modelo en términos educacionales desde la perspectiva económica, sino también desde una perspectiva más estructural”, afirman.

Ahí se logró cambiar la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza, firmada por Pinochet un día antes que terminara su dictadura. «Una de las características quizás más claras y concretas en cuanto al sesgo, la discriminación que genera la educación pública, la falta de calidad, es que solamente el 17% de los estudiantes egresados de la enseñanza pública logra llegar a las universidades o educación superior también públicas.

«El resto queda fuera y tiene que tomar opciones, por ejemplo, de educación privada, que hoy día tiene unos costos altísimos», dice. «El modelo económico y social neoliberal sienta sus bases en la exclusión, en la desigualdad, en profundizar la desigualdad, que en nuestro país ha sido una de las principales razones por las cuales estas contradicciones se dan de una manera tan absurda, tan concreta».

«Y hasta el día de hoy arrastramos con una gran camisa de fuerza que no le permitía al pueblo de Chile despertar de la opresión, del sometimiento que nos dejó la dictadura ya por más de 40 años».

Karol relata que afortunadamente el movimiento estudiantil, en el año 2009, desarrolla un gran congreso nacional por la educación, el cual «logra involucrar a los profesores, a los académicos, a los padres y apoderados, a los estudiantes secundarios, a todos los actores vinculados a la educación».

Cuenta que fue una avanzada de lo que vino después. Pensaban que en 2010 el movimiento social, y estudiantil particularmente, iban a tener un estallido mayor, pero lamentablemente su país fue azotado por un terremoto.
Por entonces, Karol era presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción y recuerda que la respuesta del movimiento fue inmediata para ayudar a las víctimas del devastador sismo.

Tenían que tener una respuesta concreta, rápida, ágil, y el gobierno no fue capaz de darla, precisó. «La organización del movimiento estudiantil, de grupos voluntarios que se desarrollaron desde Arica hasta Punta Arenas, los dos extremos del país, para trasladarse a las regiones afectadas, fue una demostración de fuerza, de unidad, de trabajo colectivo, el cual marcó considerablemente la forma de organización del movimiento estudiantil en el 2011». Karol señala que primero fue poner sobre la mesa demandas estructurales y de fondo, y ya no solamente en el plano económico. «Se planteó la necesidad de reformar el sistema de educación de Chile desde la perspectiva del acceso a la educación superior, del financiamiento no sólo de las instituciones sino también el de los estudiantes, proponiendo la gratuidad desde la perspectiva de la democratización, entendiendo las universidades como instituciones que deben estar al servicio del pueblo y del desarrollo del país».

«Como decía – señala – , el movimiento logra desarrollarse a partir de estas características de implementar un petitorio mucho más profundo, también logra desarrollar la unidad».

«Y con eso de alguna u otra forma el pueblo de Chile logra despertar de un sometimiento, de un adormecimiento de años en que el modelo actuó, hizo y deshizo como quiso y hoy en día los ciudadanos ya no aceptan que la educación se siga transformando en una mercancía, que la salud se aproveche de la manera que se hace, en que los hospitales ya no solamente son concesionados en su construcción, sino también en su administración», sentencia.

Es una especie de maldición, describe. “Yo creo que el modelo económico neoliberal es la maldición no sólo de Latinoamérica, sino la maldición que el capitalismo ha implementado en nuestro continente».

«Hoy en día, afortunadamente, la hegemonía que este modelo ha tenido se ha visto vulnerada y es precisamente esto lo que nos hace decir: estamos iniciando una nueva primavera, una nueva primavera del pueblo chileno».

Evoca en ese sentido el gobierno de la Unidad Popular y Salvador Allende, cuando el pueblo de Chile también tenía un estado de conciencia muy similar. «Sin dudas – explica -, esta es la oportunidad, también en el contexto de la crisis mundial del capitalismo, que nuestro pueblo tiene de liberarse, de emanciparse, de esta camisa de fuerza que nos dejó la dictadura y nos sigue pesando».

«Afortunadamente, ya tenemos una juventud impetuosa, rebelde, revolucionaria, sedienta de generar transformaciones y sin temores, lo cual es muy importante porque la juventud y la generación anterior fue una generación atemorizada, aterrorizada por la dictadura sangrienta que vivimos durante muchos años».

«Nuestra generación es una juventud libre de ese temor, de ese miedo aterrador y paralizador que por muchos años mantuvo a nuestro pueblo adormecido, callado y sin la posibilidad de organizarse y de manifestarse», senala.

«Fue lo que sí ocurrió en el 2011 – aclara-, donde no sólo los estudiantes, los pobladores, los trabajadores, las dueñas de casa, los niños, las niñas, todos en conjunto, logramos salir a las calles a manifestarnos cada uno con sus propias formas».

«Yo veo el futuro de mi patria con una nueva esperanza”, explia. Y agrega: “Veo un futuro alentador y creo que hoy en día tenemos la oportunidad de aprovechar este despertar, este nuevo estado de conciencia, de aprovechar esta crisis de la hegemonía del neoliberalismo, para configurar además una nueva fuerza que se debe potenciar con los procesos de liberación, de avance democrático, procesos revolucionarios que se están dando en toda nuestra América Latina».

(Fotos: Pixxabay)

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