Migrantes, Multicultura, Sindicatos, Trabajadores

Cuando el empleo de un inmigrante es un infierno

Fausto*, un inmigrante que llegó al Reino Unido hace poco más de 3 años, desempeña varios trabajos para intentar sacar adelante a su familia. Sin embargo, en uno de ellos asegura estar sufriendo “acoso laboral”.

 

La situación que vive Fausto en cada uno de sus 3 trabajos, es muy diferente uno del otro. En dos de ellos, a pesar de que él mismo reconoce que apenas habla inglés, asegura sentirse muy a gusto: “Me tratan como a su hijo”, afirma.

En el tercero, en cambio, que lleva a cabo en una institución pública, las circunstancias son totalmente opuestas y él considera que está padeciendo situaciones de “racismo, egoísmo y acoso laboral”. Pero Fausto no atribuye su situación a la institución, ya que estuvo trabajando en ella durante un tiempo sin ningún tipo de problema.

Sus complicaciones llegaron cuando un trabajador (el que hoy le hace la vida imposible), que está por encima de él en el escalafón, se incorporó a esa misma institución.

“Hasta entonces trabajaba de lunes a viernes y todo iba con normalidad. Pero un día me lo encontré en el trabajo y desde entonces empezó a hacer todo lo posible por molestarme”, asevera Fausto.

Fausto cuenta que es tratado como un esclavo ya que hay ocasiones en las que le mandan cubrir puestos de otros trabajadores que en esos momentos se encuentran sin hacer nada. Ante esto se siente indefenso, ya que si replica a su superior, éste le amenaza con presentar una queja sobre él.

El resto de trabajadores también viven una situación difícil en la institución ya que Fausto comenta que falta personal y que muchas veces intentan abusar de ellos multiplicándoles las horas.

Sin embargo, Fausto cree que el desprecio que expresa su colega-jefe hacia él se multiplicó cuando Fausto se negó a darle sus papeles para que un familiar de su jefe pudiera ponerse a trabajar.

Al principio, por falta de iniciativa o bien esperando que el entorno volviese a la normalidad, Fausto no consideró pertinente tomar medidas.

Pero en vista de que la situación continuaba de la misma manera, y debido a la insistencia de un familiar suyo, se animó a contactar con Latin American Workers´ Association (LAWAS).

Desde LAWAS, que tiene como uno de sus principios el crear espacios para que la comunidad tenga una voz fuerte para defender sus derechos, su dignidad y mejorar la calidad de vida de los trabajadores, apoyaron a Fausto y le aconsejaron emprender acciones.

“Me apoyaron, me dieron la mano, no me cobraron nada y me defendieron muy bien. Sin ellos estaría ahora mismo fuera de mi trabajo”, sentencia Fausto.

Por ahora, la historia sólo puede ser contada hasta acá, para evitar que las acciones por Fausto adelantadas, culminen con éxito.

*Nombre ficticio, por razones de seguridad.

(Fotos: Pixabay)

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