Ecología, Vida de hoy

Wirikuta, la tierra profanada

El pueblo wixárika (huichol), que habita en los occidentales estados mexicanos de Jalisco, Nayarit y Durango, exige cancelar las concesiones mineras a empresas extranjeras en San Luis Potosí, por agredir un terreno sacro de los indígenas.

 

Deisy Francis Mexidor

 

«No queremos a empresarios canadienses, no queremos que nos quiten las tierras, exigimos respeto», expresó a Prensa Latina Samuel Valdés, huichol de 15 años de edad residente en el poblado de Santa Catarina, en Jalisco.

Wirikuta es una área rica en biodiversidad donde se concentra la mayor presencia de cactáceas endémicas, de acuerdo con Conservación Humana, una organización no gubernamental promotora de la protección del corredor biocultural de los santuarios huicholes.

Se trata de una «isla de vegetación en medio del desierto», y atesora la huella más antigua del hombre en el continente americano, según atestiguó el director del grupo, Humberto Fernández.

El pasado año el Consejo Regional Wixárika en la Defensa de Wirikuta envió una carta urgente al presidente Felipe Calderón en la que, entre otros aspectos, recordaba el compromiso del gobierno de respetar y proteger sus lugares sagrados, según consta en el pacto de Hauxa Manaká (2008).

«Traemos la palabra que reúne el sentimiento de los consejos de ancianos, de los sabios cantadores, traemos la palabra que junta en una misma firmeza el sentimiento de las familias y queremos que nos responda».

Sin embargo, el ejecutivo entregó 22 licencias en 2009 (en total son 74), para la explotación minera en la región al consorcio canadiense First Majestic, a través de su filial Real Bonanza.

Alrededor de 70% de las seis mil 326 hectáreas que abarca el área cedida a la transnacional están dentro de Wirikuta; además, en el propio lugar, en el perímetro de El Bernalejo, se adjudicaron otros dos permisos a la también canadiense West Timmins Mining.

Nuestras tierras no están en venta. Son muy importantes para nosotros. De ahí dependemos los huicholes, afirmó Samuel, al explicar además que en esas tierras veneradas crecen los peyotes (tipo de cactus de las regiones desérticas).

«Hay otra yerba como tuna de tierra, se llama peiotl los mantiene y da ánimo para pelear y no tener miedo, ni sed, ni hambre, y dicen que los guarda de todo peligro», escribía hace más de 400 años Fray Bernardino de Sahagún, en La Historia de la Nueva España.

El pasado 7 de febrero, originarios de distintos centros ceremoniales presentaron su pronunciamiento en un rito espiritual.

En el mensaje reiteraron que continuarán defendiendo el lugar sagrado Wirikuta «de las concesiones mineras que pretenden destruir nuestros recursos naturales como una forma de vida ancestral».

Pero no solo se trata del respecto a un sitio que recoge el acervo de la cultura de los pueblos autóctonos, implica un asunto legal y ecológico, pues la zona, que abarca en total alrededor de 140 mil hectáreas en siete municipios del altiplano potosino, es Reserva Natural Protegida desde 2001.

Por eso Valdés, quien prefiere que lo llamen Matstwa, subrayó que es trascendental para su pueblo la conservación de las tierras sagradas.

«Los empresarios extranjeros no pueden quedarse con nuestras tierras». Si así fuera, estaríamos ante el fin de nuestra raza, de los huicholes», acotó.

Últimamente se han concentrado en el Distrito Federal, se han reunido en el capitalino Ángel de la Independencia y a finales del año pasado también se realizó una marcha en contra de lo que puede significar la entrada de compañías foráneas en Wirikuta para extraer minerales, relató.

Lo que el pueblo Wixárika desea es que se establezcan modelos alternativos que no atenten contra los sitios sagrados ni hieran al medio ambiente.

Wirikuta es el lugar donde el pueblo wixárika ha peregrinado desde tiempos inmemoriales para recrear el andar de sus antepasados en la creación del mundo y del universo. Es matriz de la lluvia y de la fertilidad y el lugar donde nació el sol.

«Si el objeto de toda esta tragedia es el dinero, con firmeza le informamos que será infinitamente más barato sacar a esta empresa que lamentar la tragedia ecológica, espiritual y social que puede provocar escarbar y sacar las entrañas de Wirikuta».

Cuentan que hace más de una década un marakame (cantador) compartió con su gente la revelación de un sueño que tuvo en Wirikuta en el cual, veía como «las entrañas de la Madre Tierra estaban siendo desgarradas y su vientre era rasgado y pisoteado».

(Fotos: Pixxabay)

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