“En el caso Assange se enfrentan el poder de la verdad y la verdad del poder”. Podría decirse que la batalla de Assange contra el imperio es una lucha puramente individual.
Claudio Chipana
Sin embargo, sin desmerecer la osadía del hacker australiano de develar los entretelones del poder imperial a través de los Wikileaks, esta no es una batalla asilada.
Utilizo el termino Imperio en una acepción intermedia entre la propuesta por Negri y Hardt, y otra empleada por Hugo Chávez y el bloque del ALBA que incluye a países como Ecuador, Cuba, Bolivia, Nicaragua entre otros. Aquí la referencia es concreta, es el poder imperial encarnado y liderado por los EEUU, como forma de dominación global hegemónica, económica y política, un sistema que abarca países, recursos, espacios virtuales y zonas de influencia.
Esto es, el imperialismo de antaño en la presente era global. Entonces, los alineamientos están claros. Es por eso que Assange escogió Ecuador como refugio, y por su parte, Ecuador decidió proteger a Assange por considerarlo un perseguido político porque hay la sensación compartida de un adversario común.
En cambio, Gran Bretaña cercana a los designios de los EEUU quiere extraditar a Assange.
Assange ha retado al poder imperial, y ahora está recluido en la embajada ecuatoriana en Londres con la garantía del asilo diplomático gracias a la acción igualmente osada del presidente Rafael Correa.
Sólo se espera que no se cumpla la amenaza proferida por William Hague de ingresar por la fuerza al recinto diplomático y capturar a Assange, conducirlo a Suecia para que encare acusaciones de acoso sexual, para de allí sea extraditado a los EEUU para su juzgamiento con el consiguiente peligro para su integridad.
Con el caso Assange estamos ante el enfrentamiento del poder de la verdad frente a la verdad del poder, a la verdad del poder hegemónico imperial. Con ello, Julián Assange prueba que la pluma – electrónica- puede ser más poderosa que la espada.
Y demuestra también que su elección de solicitar asilo diplomático al gobierno ecuatoriano fue acertada; por otro lado, para Ecuador fue una ocasión para decirle al mundo que ya no es más colonia de nadie. Esto lo pudo presentir Assange en la entrevista que le hizo a Correa para RT.
En verdad son otros tiempos, América Latina ha dado un vuelco en la región, y la propia OEA ya no es como solía decir Fidel, el ministerio de las colonias de los EEUU o Latinoamérica su patio trasero. Sin embargo, si bien el New American Century ya no es una verdad absoluta, tampoco el caso Assange será de fácil solución.
Una salida consensuada – que aparenta ser la única viable – sería que el gobierno británico garantice la salida de Assange para Ecuador.
Mientras tanto, la firme actitud de Correa y el resuelto respaldo de Unasur, más la última intervención de Assange en el balcón en Knightsbridge han frenado por ahora el deseo del gobierno tory de intervenir la embajada ecuatoriana.
La única vía que queda es la negociación, el diálogo y no el uso de la fuerza.