Adolf Eichmann fue un modelo por poseer una brillante salud mental desde el punto de vista nazi. Éste hizo lo que cualquier persona madura y sensata habría hecho para eliminar a los indeseables que estaban destruyendo la salud de la nación.
Nigel Pocock
Se aplicaron tratamientos químicos a los disidentes soviéticos, quienes estaban evidentemente enfermos si no eran capaces de apreciar el comunismo. Pero es la definición de la salud como ‘comportamiento adecuado’ apropiada? ¿No será que estamos retrocediendo a esa mentalidad hoy en día?
Por ejemplo, en dos áreas especialmente sensibles (y conectadas), la sexualidad y la religión.
Al privatizar estas dos áreas, y así sacarlas del escrutinio científico, se facilita el control social. ¿Cómo es esto? Pues que si ambas patologías y el bienestar de diversos tipos de comportamientos religioso y sexual se pueden negar, entonces hay vía libre para una ideología liberal ciega.
¿Qué pasa con la omisión, aparentemente deliberada, de la homosexualidad como una ‘enfermedad’ en el DSM IV (Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana)?
Si esto se justifica o no, no es la cuestión. La cuestión es que la homosexualidad no se eliminó por motivos científicos (a través de artículos revisados por coetáneos).
Al mismo tiempo, el apoyo a los estudios sobre la homosexualidad en las universidades ha caído dramáticamente en todos los sentidos.
Incómodamente, la investigación en esta área ha vuelto a surgir en campos tales como la pedofilia, el divorcio y alienación parental del mismo sexo.
Cualquiera que se atreva a cuestionar la validez de este tipo de control social (i)liberal es inmediatamente tachado de ‘homófobo’, y esto no se usa como medio de aumentar una investigación científica de calidad, sino para pararla.
Del mismo modo, en cuanto a la ‘religión’: esa tontería simplista, concretamente, ‘Todos los caminos nos llevan a Dios (¿dios?)’ es un clásico intento de neutralizar las demandas conflictivas de verdad, y que, por lo tanto, nos deja sin debate.
Algunos estilos familiares y religiosos son contradictorios, y los políticos lo niegan al intentar sugerir que todos los estilos familiares y religiosos son iguales en sus beneficios para la salud.
Algunos estilos familiares y religiosos producen resultados mucho mejores desde el punto de vista de la salud (mental y física), la longevidad y el rendimiento escolar que cualquiera de los otros, incluyendo los modelos seculares liberales.
Creencias que abogan por la opresión de cualquier grupo de personas son poco propicias para la salud, ya sea de los que dominan, o los que son controlados a la fuerza.

De hecho, esto es cierto incluso para la definición de salud mental como ‘conducta apropiada’, por la crueldad y la violencia que se adoptan como una expresión legítima de una ideología que será impresa en la estructura neuronal del cerebro.
¿Cómo vamos a saber que esto no salpicará violencia a otras áreas? ¿O que tal ideología violenta y despiadada no alentará a los ‘durmientes’ que son psicóticos por naturaleza, y por lo tanto encontrar que sus rasgos despiadados son valorados por la cultura (como comportamiento adecuado), y así llegar a la cima de todo esto?
Lo que se considera entonces como una ‘enfermedad’ es por lo tanto culturalmente relativo, pero ¿no sería hora de relativizar los relativizadores y proclamar que los que quieren sofocar el debate (ambos absolutistas y relativistas) bajo las etiquetas de ‘fobia’ y ‘política social’ están enfermos, negados, y necesitan terapia?
(Traducido por Carmen España López – Email: carmeneslo@yahoo.es) – Fotos: Pixabay