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Estremecedor maltrato infantil en el paraíso

Con una población dispersa en la tranquilidad y belleza de estas islas, es difícil pensar que en los catorce estados insulares del Pacífico se concentra una de las mayores tasas de violencia contra la infancia a nivel mundial.

 

Amelia Duarte de la Rosa

 

Alrededor de cuatro millones de niños son víctimas del maltrato en el hogar. Un 71% de los menores en Fiji ha experimentado violencia física y/o psicológica en su hogar; mientras un 72% lo ha sentido en las Islas Salomón, un 78% en Vanuatu y un 81%  en Kiribati.

Así lo consigna un informe de Visión Mundial para el Pacífico, cuya investigación refiere que entre los factores de riesgo en las prácticas de crianzas aparece el abuso, altos niveles de desigualdad de género, la aceptación social del castigo físico de los infantes, así como la pobreza y desigualdad crecientes.

Advierte, además, que uno de cada tres padres confirma haber golpeado a sus hijos “tan duro como puedan”, y siete de cada 10 adultos, incluyendo maestros, admiten pegar a los menores con los que conviven.

En países como las Islas Cook, una de cada cuatro mujeres considera que “el hombre debe mostrar que él es el jefe”, y una de cada tres víctimas no se lo cuenta a nadie.

Situación de la infancia en el Pacífico

Presenciar violencia en el hogar puede ser tan dañino como sufrirla, y al hacerse mayores tienen más probabilidades de emparejarse con personas que les maltratan y de agredir a sus propios hijos, perpetuando un ciclo de violencia intergeneracional, apunta Sheldon

Yett, representante de Unicef en el Pacífico.

Unido a esto -asegura Yett- el golpear a los niños forma parte de los temperamentos de estos pueblos, pues se considera que disciplinar a los pequeños utilizando la fuerza o agresiones verbales es necesario para educarlos y para que asimilen su puesto en la base de jerarquía social.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) precisa que la violencia contra los niños incluye todas las formas de agresividad contra los menores de 18 años, infligida por sus padres o por otras personas que les cuiden, sus compañeros, sus parejas.

La violencia, que además es prevenible, afecta a los pequeños a lo largo de toda la vida, en su salud y bienestar y en los de sus familias, comunidades y países.

Entre sus principales consecuencias -a nivel individual- aparecen trastornos del desarrollo del cerebro y del sistema nervioso.

Asimismo, la exposición a la violencia a una edad temprana puede dañar partes de los sistemas endocrino, circulatorio, osteomuscular, reproductivo, respiratorio e inmunológico, con consecuencias que duran toda la vida, según la OMS.

Un estudio reciente del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) destaca que el maltrato a los menores le cuesta 209 mil millones de dólares anuales a Asia del este y el Pacífico, el equivalente a un 2% del Producto Interno Bruto.

Rachel Harvey, especialista de protección de la infancia de Unicef en Asia-Pacífico, dice que  “Esta investigación revela que la inacción frente a la violencia resulta en un gran costo económico para los países y las comunidades”, afirmó en un comunicado de prensa el director regional de Unicef, Daniel Toole.

Los supervivientes son más proclives a seguir recibiendo y propinando maltratos el resto de su vida y a padecer dolencias cardíacas y diabetes. Según estima Unicef, en los países más pobres de Asia-Pacífico, el 25% de los desórdenes mentales son atribuibles al maltrato durante la niñez. (PL)

(Fotos: Pixabay)

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