En Foco, Notas desde el borde, Opinión

Clase e identidad

En todo el mundo, populistas de extrema derecha movilizan a partidarios a través de líneas de identidad: especialmente de religión y de raza.

 
Steve Latham

 

Los comentaristas de izquierda desacreditan esto, ya que subvierte la política de clase. Pero (tal como un amigo preguntó) ¿cuál es la relación entre estos dos modelos de movilización política?

Es irónico que los izquierdistas critiquen a la derecha por utilizar políticas de identidad, ya que refleja sencillamente su propia estrategia.

A medida que la clase trabajadora tradicional se redujo en Occidente, debido a que disminuyó su base económica en la industria pesada, la izquierda desarrolló otras rutas para la organización política.

Ellos se basaron en el feminismo, en los derechos de los gais y en la ecología. Pero que izquierda y derecha exhiban características similares, sugiere que algo más profundo está en juego.

Esta celebración postmoderna de la diversidad continúa, como teorizó Frederic Jameson, la lógica cultural del capitalismo tardío.

Pero, además del florecimiento de los derechos de los transexuales, del hip hop, y de la moda, este subsuelo societario permite también el agravamiento de residuos atávicos.

Por lo tanto, el renacimiento del nacionalismo crudo y del racismo, a menudo van cubiertos con un barniz religioso: el hinduismo en la India, el Islam en todo el Medio Oriente, y el cristianismo en Europa y las Américas.

En estos casos, se explica la importancia de la religión por su papel político-cultural, porque un llamamiento al pasado proporciona un baluarte contra el miedo al cambio.

Pero esto siempre fue así. El capitalismo, de hecho, todas las clases dominantes, siempre explotan las divisiones ideológicas entre los gobernados.

Por ejemplo, el Partido Comunista Sudafricano tuvo una vez un slogan: ¡“Los trabajadores del mundo se unen por una Sudáfrica blanca”! Y además, en la Primera Guerra Mundial, el internacionalismo de los socialdemócratas vaciló cuando sus partidos se alinearon con el nacionalismo.

Por supuesto, hoy día, la clase trabajadora no ha desaparecido. Primero, en los países desarrollados, se ha transformado, a través del empleo precario, en la economía gig, centro de llamadas y en comercio sexual.

Segundo, ha sido exportada. Todavía se tienen que hacer las cosas, y la producción ahora se realiza de forma más barata por mano de obra súper explotada en el sur global, principalmente en Asia.

Además, no debemos considerar ‘clase’ como algo, de alguna manera, más ‘natural’ que ‘identidad’. Ambos son conceptos construidos, que surgen en relación con una base económica.

En primer lugar, la clase también se basa en la identidad. Los marxistas han hecho distinción durante mucho tiempo, por ejemplo, entre la clase ‘en sí misma’ y ‘por sí misma’.

Aunque la clase puede ser objetiva (en relación a los medios de producción), las personas no siempre son subjetivamente conscientes de ello.

Así pues, la educación política, o concientización, es una etapa esencial en la policitación, permitiendo a los trabajadores ser ‘conscientes’  de sus intereses de clase.

En segundo lugar, el capitalismo incipiente anuló las formas previas de socialización, fundadas en órdenes feudales; reemplazando las solidaridades orgánicas de la costumbre con las polaridades de clase.

Del mismo modo, el capitalismo tardío, según argumentan Gilles Deleuze y Felix Guatarri, produce ‘multiplicidades’: subjetividades cada vez más nuevas, basadas en el consumo y en la cultura.

En consecuencia, la teoría de Paul Mason sobre el post-capitalismo es falsa. El surgimiento de negocios neo-artesanales a pequeña escala (cafeterías, diseño de software, artesanías) es simplemente una variante del juego final del capitalismo.

No solo el consumo, sino la producción se segmentan en pequeñas unidades, lo que convierte al hípster post-capitalista de Mason simplemente en otra expresión del post-modernismo separatista. Ya no sabemos quiénes somos. Identidades fabricadas, estamos listos para la manipulación: ya sea de derecha o de izquierda.

(Traducción de Lidia Pintos Medina)

 

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