Hay que relacionar el grafiti de antes con el mundo del arte y quitarle lo ofensivo… Esto se podía decir en el siglo pasado cuando sobre la década de los 80s.
Armando Orozco Tovar
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Era la época en que aparecieron los “artistas” callejeros, que tenían sus más cercanos antecedentes en los “jucos”, militantes comunistas, o en los miembros de otras organizaciones políticas de izquierda, quienes las paredes con consignas escritas y afiches pegados con un engrudo tan efectivo, que hoy envidiarían los productores de los mejores pegantes.
Recuerdo uno de estos carteles, que se hizo cuando se dio la unidad entre el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) y el Partido Comunista (PCC), en el cual aparecía en uno de ellos (a la izquierda) el triunfante líder cubano, Fidel Castro, (y a la derecha) el candidato presidencial Alfonso López Michelcen, y que rezaba: “López será el segundo Fidel de América.” Por este anuncio yo daría hoy cualquier dinero para engrosar mi colección de absurdos “Locombianos”.
Pero nada de esto tiene que ver con el grafiti moderno, y sí más bien con las consignas aparecidas después como: “Vencerás Marquetalia”, y otros letreros como: “Farcrimen”, que la infancia uribista de los seguidores derechistas del expresidentes Alvaro Uribe, se debió inventar en esa época “de bárbaras naciones”, tan remota como la desmemoria mitómana de los sueños.
Las paredes bogotanas se llenaron de toda clase de frases políticas, las cuales se transformaron paulatinamente en verdaderos antipoemas a lo Nicanor Parra, como aquel referente a una canción de Serrat con letra de Machado, que decía: “Se hace gamín al andar.”
De esta forma nacía el ingenio como expresión y no como ocurre ahora: como basura inundando los muros, puertas, ventanas, techos, postes, cabinas telefónicas, cajeros automáticos, rejas, vitrinas, puentes, etc. Denotando una demencia juvenil inverosímil por la magnitud de los garabatos, pintados a cada momento de día y noche en todas partes.
¿Cómo llamar a esta clase de signos?: Símbolos, grafos, dibujos, manchas… ¿Qué?
Son signos que para la mayoría de los ciudadanos no dicen nada y que, a diferencia de las anteriores manifestaciones comunicativas inteligentes, sirven apenas para lograr una contaminación visual sin precedentes.
Con tanta basura regada, con los mendigos que invaden como hordas de miseria la urbe y con las ventas ambulantes, solo faltaban estos grafitis que han convertido la llamada «Atenas suramericana» (Bogotá), en un gran muladar con edificios sucios abandonados como si la segunda guerra mundial con sus bombardeos hubiera pasado también por aquí.
Además a Bogotá D.C (Colombia), nunca se sabe desde si la están construyendo o destruyendo desde siempre.
Creo que detrás de estos “Miguelangellos” callejeros armados con espray, se esconden las barras bravas y furiosas del fútbol, fuera de los estadios marcando sus territorios. ¿Será acaso otro lenguaje de la postmodernidad?
El grafiti, sobre todo el político, antes estaba presente (y afortunadamente aún lo sigue estando) en las universidades como la Nacional de Bogotá, pero a diferencia de esos años el garabato actual perdió todo encanto e ingenio como por ejemplo los que se hacían diciendo: “Dios no cumple ni años”.
Porque lo que se hace hoy, gracias a la seducción de las paredes, no muestra interés por la comunicación, sino por dejar una huella agresiva como demarcación en todos los lugares.
(Fotos: Pixabay)