Globo, Latinoamerica

Coronavirus, desigualdad y deuda asfixian a America latina

Los antecedentes pre Covid-19 de América Latina y el Caribe no son los de una historia de crecimiento exitoso y hablan de altos niveles de desigualdad y una ausencia de cambio estructural progresivo.

 

Ivette Fernández

 

América Latina, tan urgida de acabar con la inequidad que aqueja a sus ciudadanos y de aumentar la inversión social, enfrenta la expansión de una pandemia cuya repercusión es aun insospechada.

Los augurios de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) creen que la Covid-19 implicará la  mayor contracción de la actividad económica en la historia de la región, lo que a su vez generaría casi 12 millones más de desempleados y un incremento de 30 millones de personas en situación de pobreza.

Así, ante nuevos retos económicos, derivados no directamente de la enfermedad sino de malformaciones  en  los aparatos gubernamentales que priorizan el capital por encima del aprecio por la vida humana, muchos países de la región se vieron obligados a recurrir al salvavidas que para estas ocasiones diseña el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Según divulgó a principios de mayo el Ministerio de Economía y Finanzas de Ecuador, tras un pedido de auxilio, el directorio del FMI aprobó un monto de 643 millones de dólares para ese país a través del instrumento de Financiamiento Rápido a fin de enfrentar los impactos de la Covid-19.

El crédito es de libre disponibilidad y en condiciones favorables: 1,05% de interés,   a cinco años de plazo y tres de gracia.

Este préstamo se suma al programa a tres años firmado por el gobierno en 2019 por 4.200  millones de dólares.

Ello implicó un paquete de recortes y ajustes fiscales y que derivaron en una ola de protestas en octubre del 2019, cuando el gobierno subió los precios del combustible.

Días después del anuncio del Ministerio de Economía, el presidente de la nación, Lenín Moreno, reveló que más de 1.400 millones de dólares habían llegado al país gracias a otros créditos de organismos multilaterales como el Banco Mundial y el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe-CAF.

En uno de los países más azotados por la pandemia en la región según datos oficiales, el mandatario aseguró que estos recursos serían destinados “a la reactivación de la economía y a conservar el empleo’.

Tres semanas más tarde del pronunciamiento de Moreno, miles de personas protestaron en contra de las drásticas medidas económicas y recortes de presupuesto anunciados luego, y que incluyen disminución salarial, eliminación de puestos en el sector público, reducción del dinero para universidades y cierre de empresas estatales.

De esta manera, tras una petición de ayuda lo que surge es un mayor abandono para aquellos que desde antes de la Covid-19 ya se sentían insatisfechos.

La deuda de Latinoamérica, y los problemas que eso acarrea, no es un dilema exclusivo de Ecuador.

Si bien hace 12 años la deuda pública de América Latina giraba en torno al 40% del Producto Interno Bruto (PIB), actualmente la región está en una situación bastante más desfavorable pues esta representa ahora el 62%, según las estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo.

Hasta mediados de mayo, el FMI aprobó fondos para 11 países de Latinoamérica y el Caribe con el fin de hacer frente a la pandemia a través de dos herramientas fundamentalmente.

La primera es el Mecanismo de Crédito Rápido, conocido como RFC, y que presta asistencia inmediata con condiciones limitadas a Estados de bajos ingresos que tienen necesidades urgentes de equilibrar su balanza de pagos.

Y la otra es el Instrumento de Financiamiento Rápido (RFI), que tiene los mismos objetivos, pero para todos los países miembros del organismo. Sin embargo, la ayuda no es desinteresada.

En el caso de Panamá, por ejemplo, que recibió un crédito por 515 millones, Mitsuhiro Furusawa, subdirector gerente del organismo, anticipó que cuando termine la emergencia habrá que modificar el gasto público.

Otro tanto se alertó para El Salvador, beneficiario de 389 millones dólares y en cuyo caso el funcionario se refirió a que, una vez que culmine la pandemia, habrá un ajuste fiscal gradual a partir de 2021.

Varios economistas, entre ellos el francés Thomas Piketty, alertaron que la actual crisis sanitaria “conducirá a un enorme aumento de la deuda pública”.

Apeló el experto, no obstante, a la construcción de un modelo que garantice a todas las personas, en todo el mundo, un sistema de protección social con un ingreso mínimo, para evitar la situación que la pandemia está creando en los países más pobres.

Piketty consideró que esta experiencia ofrece una oportunidad para ‘hacer algo completamente nuevo’, como invertir  más recursos en la sanidad, estimular una economía más sostenible, o, simplemente, establecer impuestos a los más ricos.

La secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, por su parte, alertó que una mayor cooperación financiera internacional es crucial.

Lo es en el sentido de que los países de América Latina y el Caribe puedan aumentar su espacio fiscal con vistas  a enfrentar la vulnerabilidad económica, social, productiva y ambiental que arrastran desde hace años, agravada por la crisis derivada del coronavirus.

Según la funcionaria, “Estamos viviendo una globalización muy injusta. Hay tremendas asimetrías a nivel global. Por eso necesitamos una asistencia especial de la comunidad internacional para enfrentar esta crisis”. (PL)

(Fotos: Pixabay)

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