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Carmina, seducción y patriarcado

El cortometraje de Luis Rabago es un experimento audaz del cine directo. Una joven recientemente libre de restricciones familiares conoce a un hombre mayor en un bar que busca compañía. ¿Es sabio y amable o simplemente un manipulador, y qué revela su reunión sobre la dinámica patriarcal?

 

Graham Douglas

 

Me fascinó la sinopsis de esta película en el festival de cine Visions du Réel, que normalmente se celebra en Nyon en Suiza, pero se realizó en línea debido a la pandemia de Coronavirus. Un experimento de cine directo, pero también un estudio de investigación sobre la dinámica del patriarcado.

El director se sintió ambivalente al referirse al patriarcado, pero esta sinopsis demasiado corta creó un impulso de ambigüedad que me atrajo a ver la película y me hizo girar constantemente entre la creencia y la incredulidad, entre la apertura y el juicio.

Registra una atracción casual en un bar, miradas que se encontraron en un espejo, y sigue la conversación de la joven Carmina y el mayor Antonio, ambos jugando y siendo ellos mismos, respondiéndose el uno al otro y su situación. A veces parece estar jugando al terapeuta, la figura paterna que dice explicarse a Carmina a sí misma, a veces sinceramente abriéndose a sí misma, en otras el típico lagarto que evalúa constantemente sus posibilidades de persuadirla a la cama.

Como explicó el director Luis Flores Rabago en su conversación con The Prisma, su objetivo es vivir su vida más intensamente haciendo películas, mientras que también tiene el papel que originalmente lo llevó al cine: el de espectador. Y su película es un registro de un encuentro posmoderno, algo profundo pero efímero.

¿Puede describir qué tipo de investigación estaba haciendo al hacer esta película? ¿Está destinada como un recurso para que otros la usen, por ejemplo, en psicología social, estudios de medios o incluso en terapia?

Este cortometraje es mi primer documental, que se originó a partir de una búsqueda personal y una experimentación formal.

Filmé la película a finales de 2018. Por ese entonces me encontraba en una crisis personal por varias disputas fuertes con mi familia, muchas inseguridades sobre mis capacidades en el cine por ejercicios fallidos y, además, venía de una desilusión amorosa. Me estaba distanciando de todos y todo. No sentía que lo que hacía me estuviera llevando hacia donde quería.

Con el tiempo, poco a poco, me fui reconciliando con el cine, asumiendo el rol que me había hecho amarlo, el de espectador.

Me llamaron la atención los documentales “Anna Pavlova lives in Berlin” de Theo Solnik y “Don´t look back” de D.A. Pennebaker, que fueron mis principales influencias.

Me hicieron ver que no se necesitaba más que una cámara, un personaje y mucha voluntad para hacer una buena película. Me gustó tanto el tipo de aproximación formal de estas películas que quise probarlo en mi siguiente proyecto.

Para el personaje quería a alguien joven, inconforme, que no estuviera dispuesto a aceptar vivir la vida de sus padres y confrontara las circunstancias echando su suerte al aire con pasión y valentía. Fue entonces que poseyendo aun un carácter más introvertido, comencé a buscar por bares y fiestas quien me transmitiera eso. Tras deambular sin éxito por la ciudad conocí a Carmina. Ella había abandonado la casa de sus padres hacía unas semanas y se estaba quedando en una casa donde casi todo el tiempo había fiestas. Rápidamente comenzó a surgir entre nosotros un fuerte lazo de amistad y me di cuenta que había encontrado lo que estaba buscando.

La película fue consecuencia en gran parte de mi soledad, así como de la exploración de dispositivos cinematográficos que no conocía demasiado en la práctica. Siento que el documental se volvió una excusa para tomar las riendas de mi vida y llevarla a lugares donde sabía que podía encontrar respuestas o nuevas preguntas sobre temas que me interesaban y que aún lo hacen. Quería a alguien como Carmina en mi vida y afortunadamente todo se dio para bien.

La vi dos veces porque la encontré a la misma vez fascinante y perturbadora luego de los primeros minutos, y me preguntaba a mí mismo: “¿Es ese hombre un siniestro manipulador o se está comunicando sinceramente con Carmina?” ¿Era su intención jugar con esa ambigüedad? Si así fue, realizó un gran trabajo.

A Antonio lo conocimos el día que se filmó la película y a mí me generaba esa duda.

Lo único que tuve que hacer con él en edición fue reducir el tiempo, y según consideré relevante, su participación, tratando de ser lo más fiel posible a cómo recordaba esa noche para que el espectador pudiera de alguna manera vivirla también. Hay que recordar que Carmina menciona que llegó a pensar que él la iba a matar. Esto no debería sorprender a nadie tratándose de México, donde hay un alto índice de femicidios y casos de asesinatos de estudiantes de cine por apuntar su cámara. Por esta razón nunca bajé la guardia con él.

Pareciera que puso la grabación de la mujer hablando de venganza y perdón deliberadamente. ¿Cómo se relaciona esto con su conversación anterior en el bar, que solo se menciona una vez? Esto fue lo que me hizo sentir que la película había sido construida con un objetivo didáctico en mente, así que dejé la incredulidad.

No podría decir si él puso la grabación intencionalmente o no. Lo que sé es lo que se ve en la película. En su casa, él desbloquea su iPad para poner música y en vez de eso comienza a sonar la grabación. Después nos recomienda al joven que habla y la pone desde el comienzo. Creo que Carmina le pudo haber dicho algo que lo hiciera pensar en ponerla, o quizá genuinamente quiso compartírsela; cualquier especulación al respecto es igualmente válida. Es en esos momentos en donde al espectador le toca terminar la película.

Respecto al bar, hablan del lugar donde se conocieron. A través de un espejo cruzaron miradas por primera vez y empezó el cortejo. Ahí no me permitieron grabar, por eso la película comienza en el coche, justo después de ese encuentro.

Nunca se pensó como un fin didáctico, aunque se respetara el orden cronológico de los hechos y yo buscaba intervenir lo menos posible, siempre tuve claro que mi prioridad era la emoción. Quería que jóvenes pudieran identificarse con Carmina y que la gente que pudiera juzgar sus actos se pusiera en sus zapatos.

La sinopsis muestra que la película va a las raíces del patriarcado, así que tendí a encontrar el estilo de lectura del hombre: “Déjame darte otro consejo”, “Te estoy matando con la verdad”, “He estado cuidando de ti”, etcétera. Parece bastante repugnante, pero es mayor y porqué no debería compartir sus experiencias de vida, lo que parece hacer de verdad.

La película retrata una dinámica patriarcal de la vida real.

No considero muy relevantes las sinopsis ya que la obra debe hablar por sí misma y al redactarla no estaba muy seguro si agregarlo o no porque considero que puede influenciar la lectura del espectador. Sin embargo, fue la recepción del público femenino lo que me hizo decidirme a ponerlo. Era necesario mencionarlo para que cualquier persona con vivencias similares o interés en el tema pudiera encontrar o decidirse a ver la película.

Cuando Carmina habla de su infancia abusiva, él la interrumpe y dice: “Hablemos de hoy”, luego evita moverse a un rol de terapeuta, éticamente hablando, supongo.

No pretendo decir quién es ético o no, esa labor es estrictamente del espectador. Tu lectura es válida y respetable, pero, por ejemplo, también ha habido gente a la que esa acción les demuestra que él se cansó de escuchar sus problemas y lo que quiere es “amablemente” cambiar de tema para seguirla persuadiendo para que se acueste con él. De nuevo, ambas lecturas son válidas y lo que yo quiero con la película es que se compartan estas opiniones y generar un diálogo entre espectadores; que se hable del tema. Quiero hacer un cine con causas.

¿Qué espera que su película logre? ¿Cómo le gustaría que fuese usada?

Como cualquier cineasta independiente lo que más espero es que logre ser vista por el mayor número de personas y así hacer más probable que llegue a tener un uso.

Lo más evidente es que pudiera ser utilizada por movimientos feministas, pero eso no está en mis manos.

Al final es un hombre quien dirige la película. Pero si en algún momento algún movimiento desea utilizarla estaré feliz de ayudar. Mientras tanto seguiré tratando de darle visibilidad a través de festivales.

He escuchado que la terapia real es solo la vida vivida más intensamente cuando la gente se comunica honestamente. ¿Es su película un reflejo de la pérdida de intimidad de la sociedad moderna?

Estoy de acuerdo con lo primero, aunque no tanto con lo segundo. Una maestra en la escuela una vez nos dijo: “Uno tiene que vivir al ritmo de lo que filma para que la película se llene de esas experiencias vivas”.

Eso me marcó. Vivir a través del cine es lo que quiero. Que siga siendo el medio que me ayude a vivir más intensamente y a conocer de forma directa el mundo que me rodea.

La intimidad no sé si sea algo que se esté perdiendo, son sus dinámicas las que cambian.

Yo diría que la película es el registro de la intimidad que se llegó a dar entre dos personas que se acababan de conocer. Una intimidad que es cotidiana y contemporánea, que fue profunda, aunque también efímera.

(Fotos suministradas y autorizadas para su publicación por la persona entrevistada)

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