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Arte del cuerpo

Mari Katayama, nacida en Japón en 1987, es una artista del cuerpo, del suyo para ser exactos. Celebra la vida del cuerpo y del espíritu a través de autorretratos fotográficos y del bordado de objetosque se relacionan con su cuerpo.

 

Sean Sheehan

 

Se han visto exhibiciones de su trabajo en Tokio y, en 2019, se conoció su primera exposición monográfica europea en el White Rainbow Gallery de Londres. Ese mismo año publicó “Gift(“Regalo”),  una retrospectiva de su trabajo desde 2007 y una oportunidad para apreciar su evolución como artista.

El diseño del libro es  tan agradable estéticamente como lo son las 70 fotografías que ocupan sus páginas. La portada color mostaza, con una textura con la que te gustaría cubrir una pared de tu casa, tiene en el centro una fotografía en relieve de las manos de Katayama formando un círculo tosco, que es tan elegante como desconcertante.

El fondo es negro, no hay nada que ver al mirar la forma y la atención se centra en la forma digital, no en el componente electrónico (la palabra no se utilizó en este sentido hasta finales de 1930), sino en los dedos de la mano.

Este énfasis en la forma proporciona la temática y el centro de gravedad artístico para las fotografías de Katayama. En “Mirror(“Espejo”, 2013), se puede apreciar a Katayama en un taburete mirando el reflejo de su rostro, sentada en medio de un desorden de telas, cajas y tarros de material de costura.

La ropa normal no le quedaba bien de pequeña y, tras aprender a coser y hacer prendas de ropa a su medida, vestirse se convirtió en una expresión única  de su individualidad corporal: “Aprendí a agarrar la aguja y el hilo antes de que pudiera agarrar un lápiz”.

Imágenes anatómicas de la fisicalidad entran en patrones familiares -desde hombres de abultados músculos hasta mujeres delgadas como un lápiz-, pero las fotografías de Katayama se encuentran en una categoría propia y es esta cualidad sui generis la que las vuelve seductoras y fascinantes.

La mayoría son el resultado de escenarios armados, algunas sugieren una multitud de extremidades que surgen de su cuerpo, una figura como un pulpo reforzada por una playa de fondo.

Otras fotografías muestran a la artista rodeada, envuelta, decorada o embellecida por telas coloridas, accesorios y soportes pintados.

Las nociones de feminidad y estilo como las definidas por las extravagancias de las pasarelas y sesiones de fotos para revistas de moda vacuas, se deconstruyen sin dogmatismo y con destreza de manera que resultan graciosas y provocativas en igual medida.

Mari Katayama nació con solo dos dedos en su mano izquierda y hemimelia peronea, una condición congénita muy poco común, y tuvieron que amputarle las piernas cuando era niña.

Fue una decisión propia, “una elección entre estar atada a una silla de ruedas por el resto de mi vida o poder caminar pero perdiendo mis piernas. Elegí caminar”.

“No se puede separar mi cuerpo de mi trabajo”, dice, “pero no hago arte con mi discapacidad”. Al observar las fotografías, las  piernas prostéticas decoradas y otros elementos, la verdad se vuelve obvia. Es una artista y es dueña de su cuerpo.

Gift”, de Mari Katayama, es publicado por United Vagabonds.

(Traducido por Claudia Lillo – Email: lillo@usal.es) – Fotos suministradas por la editorial

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