Globo, Latinoamerica, Política

Los desafíos para la izquierda

Superar el neoliberalismo (que es mucho más que un modelo económico) es sin duda la tarea inmediata de la izquierda en Latinoamérica y el Caribe.

 

Juan Diego García

 

Es un reto que enfrenta dos grandes alternativas que dependen de la adecuada formulación teórica y, sobre todo, de la correlación de fuerzas favorable que se consiga generar.

La primera alternativa sería volver a alguna forma de desarrollismo, hasta ahora el modelo social que permite pasar de la ruralidad al urbanismo, de la tradición a la modernidad.

Los actuales conflictos generados por la globalización neoliberal hacen necesario impulsar algunas fórmulas de proteccionismo, entre otros motivos porque los países metropolitanos (metropolitan countries) parecen apostar por esta misma estrategia.

Es evidente que el actual libre cambio (free trade) siempre funciona de forma muy desigual: se impone a los países periféricos abrir sus mercados nacionales sin restricción alguna, y funciona de manera muy selectiva para los países metropolitanos.

Los tratados de libre comercio y las políticas económicas del FMI, del BM o de la OMC siempre defienden los intereses de las grandes multinacionales e imponen a los países de la periferia medidas que deterioran su producción nacional.

Además extraen porcentajes c ada vez mayores de su riqueza mediante el sistema mundial del crédito (deuda externa).

Este modelo neoliberal reproduce el esquema clásico de la relación colonial de dependencia entre el centro rico del sistema capitalista y su periferia pobre. Es un nuevo colonialismo.

Volver a alguna forma de desarrollismo supondría revisar radicalmente los tratados de libre comercio, buscar la soberanía en alimentos, impulsar la industria, el comercio, las finanzas y los servicios de propiedad nacional, dando prioridad  a las empresas estatales y estratégicas.

Igualmente, supondria revisar a fondo la explotación  de los recursos naturales y rehacer la asociación con empresas extranjeras. Se buscaría apostar por el desarrollo de la ciencia y la investigación.

También supondría devolver al Estado su función de máximo regulador de la actividad económica y de ente determinante frente al mercado. Hoy es un estado cuya función represiva se fortalece, pero que es débil debido a las políticas neoliberales que dejan en la iniciativa privada funciones claves como salud, educación y pensiones.

La pregunta es cómo conseguir esos objetivos y cuál sería el sujeto histórico en capacidad de dirigir ese proceso.

El desarrollismo lo impulsó un sector de la clase burguesa local con un amplio apoyo de sectores populares.

Pero en la actualidad ese sector de la alta burguesía no apuesta por esta estrategia, pues se encuentra cómodo con la actual situación.

Por tanto son los sectores populares los que deben impulsen las medidas modernizadoras y democratizadoras que esa burguesía no llevará a cabo.

Este sujeto sería el “nuevo proletariado” (el clásico, más los amplios y nuevos sectores de las clases asalariadas), el mediano y el pequeño empresariado rural y urbano, y  la masa marginada, fuerza imprescindible por su dimensión actual.

De este conglomerado, las clases asalariadas tienen un rol clave en la economía y sin ellos ningún proyecto económico tendría fundamento. Pero también son claves las mayorías pobres del campo y la ciudad por su importancia cuantitativa como fuerzas social y política, no solo en las urnas.

La segunda alternativa sería la construcción de un orden social esencialmente nuevo que supere al capitalismo deforme que hoy predomina y al sistema mismo.

La izquierda necesita urgentemente formular los términos de esta suerte de utopía y mostrar, pedagógicamente, el vínculo posible y necesario entre las reformas parciales viables en este momento y el escenario que permita superar las contradicciones más obvias del orden actual.

Hay crisis cíclicas del sistema que el neoliberalismo no consiguió resolver: entregar a la comunidad las decisiones centrales que regulen el orden social, o  satisfacer la consigna clásica de “expropiar a los expropiadores” acabando con la explotación del ser humano por el ser humano.

Se trata de resolver de forma realista las enormes contradicciones que el sistema genera con la naturaleza y que ponen en riesgo la misma supervivencia del género humano.

También urge una nueva relación con el entramado internacional, aprovechando el debilitamiento actual de la hegemonía mundial de Occidente.

(Fotos: Pixabay)

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