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Pensando en el Covid

Hace poco recibí un email de mi editora en The Prisma, expresando su sorpresa de que haya sido capaz de escribir tantas veces sobre el Covid-19 durante el 2020, ¡sin llegar a ser “aburrido”!

 

Steve Latham

 

No estoy seguro de si fue un cumplido, o solo un comentario. Pero, como mucha gente, me he hallado a mí mismo pensando en poco más este año.

Después de todo, el Covid es la crisis de nuestro tiempo, la primera pandemia mundial, aunque, probablemente, no sea la última. Así pues, ¿en qué más deberíamos estar pensando en estos días?

Pero, además de pensar en el Covid, está también el pensaminto de ‘pensar en el Covid’.

Además del ‘¿qué?’, de lo que estamos pensando, están el ‘¿por qué?’ y el ‘¿cómo?’.

Eso requiere un trabajo más profundo de la filosofía; y no solo la tarea de la filosofía analítica anglosajona: examinar el significado de las palabras, por importante que sea.

También tenemos una deuda con la filosofía continental, la reflexión sobre el ‘significado’ en sí, es decir, la hermenéutica. ¿Qué ‘significa’ Covid?, ¿Qué significa para la sociedad, nuestra civilización?

Para trazar la importancia del Covid en nuestra cultura, solo tenemos que mirar a la “palabra del año”, elegida por el Oxford English Dictionary.

Para el 2020 hay dieciséis palabras, incluyendo permiso, “staycation” y coronavirus en sí, con Covid como una palabra nueva.

 Este ritmo de transformación, que exige una rápida adaptación de todos nosotros, me recuerda a la canción de David Bowie, Changes.

En términos de análisis de la ciudad, el llamado nuevo urbanismo, el Covid dio la vuelta a las suposiciones vigentes. El alcalde de Londres, Sadiq Khan, por ejemplo, está ahora preocupado de que la ciudad quede vacía.

A medida que la gente se aleja del centro, las tiendas y las empresas del sector servicios están sufriendo. Estos trabajadores, que operan de forma remota desde casa, podrían crean de forma inadvertida nuevos centros suburbanos.

Las oficinas y los cafés que les atienden podrían trasladarse a un equivalente británico de las ‘Edgecities’ estadounidenses, y arruinar la economía única de Londres.

Tales cambios en la población, me recuerdan a las lecciones de geografía de la escuela sobre ‘patrones de asentamiento humano’. ¿Cómo vamos a predecir qué ciudades exteriores se convertirán en estos núcleos de nueva migración hípster?

La crisis también ha expuesto y exacerbado simultáneamente las desigualdades a nivel nacional e internacional.

Por ejemplo, la vacuna de Oxford AstraZeneca, aclamada como un gran avance ‘británico’, tardó solo diez meses en desarrollarse.

Esto demuestra que si dedicáramos tiempo, energía y recursos (¡también conocidos como dinero!), podríamos curar muchas enfermedades graves.

Pero nosotros, nuestros gobiernos, decidimos no hacerlo. En gran medida, uno sospecha, debido a que estas enfermedades existen en países pobres (más), por lo que hay menos beneficios que obtener.

Compare el hecho de que la vacuna contra la varicela tardó quince años en desarrollarse. Es una elección que demuestra que el capitalismo, como sistema, no es eficiente a la hora de satisfacer las necesidades humanas básicas.

Durante una crisis (como en las Guerras Mundiales), solo una economía dirigida (si no un socialismo pleno) es capaz de reunir los recursos para resolver estos problemas. Necesitamos un cambio.

Ca-ca-ca-ca-cambios
Gírate y enfrenta lo desconocido

(Traducción de Lidia Pintos Medina) – Fotos: Pixabay

 

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