En Foco, Notas desde el borde, Opinión

Enfrentar el futuro con el nuevo “Big-C”

A veces, después de la siesta, me despierto y me pregunto dónde estoy y qué está sucediendo. Me toma unos momentos recuperar la memoria.

 

   Steve Latham

 

Me siento así con Covid. Trato de entender lo que está pasando ahora, mientras la escena cambia de nuevo. Ahora mismo, en el Reino Unido, volvemos a un confinamiento nacional.

Los niveles de ansiedad crecen y las preocupaciones por la salud mental aumentan, ya que la gente se siente cansada después del estrés de este último.

Surgen nuevas siglas: WFH (trabajar desde casa), sumado a a los otros (WTF, TBH, OMG), una alfabetización del pensamiento, que sirve para distanciarnos de nuestra realidad emocional en un ambiente de falso desenfado.

A nivel popular, la filosofía neo-estoica está surgiendo para ayudarnos a hacer frente a la preocupación. Donald Robertson ha escrito en The Guardian sobre cómo Marcus Aurelius puede ayudarnos a navegar por estos tiempos.

Terapias como la TCC, creada por Albert Ellis y promovida por Windy Dryden, deben su inspiración a esta perspectiva antigua.

Pero el Coronoavirus también puede causar una pérdida de fe en el sentido absoluto. Tanto en la izquierda como en la derecha, por ejemplo, Slavoj Žižek y Bernard-Henri Lévy han escrito en términos nihilistas.

Ambos evitan cualquier sentido de significado o lecciones superiores que se deban aprender del virus. Todo existe a un nivel físico bruto.

Su única respuesta es concentrarse en las necesidades prácticas inmediatas: EPI, atención sanitaria, trabajadores esenciales.

Sus bellas palabras, sus respectivas ideologías, se funden en el aire, mientras los requisitos de lo que Giorgio Agamben denomina la “existencia desnuda” toman el control.

Para Žižek, esto significa apoyar al Estado como única institución capaz de dirigir los recursos para combatir el azote, en una versión del “comunismo de guerra” soviético.

Sin embargo, desde una perspectiva libertaria, este fortalecimiento de lo que Robert Sarah llama las ‘tecnoestructuras’ es preocupante.

Desde la izquierda, Christoph Schuringa, que escribe en la revista The Philosopher’s Magazine, advierte que solo una democracia participativa radical puede resolver los problemas del Coronavirus.

No obstante, Lévy, aunque reconoce la necesidad de los controles gubernamentales estrictos y las limitaciones en el comportamiento espontáneo, también lamenta la pérdida de libertades, la alegría de la vida.

Afirma que el élan vital (aunque no usa el término francés, es de esperar que sea adecuado para este nouveau philosophe antiguo) es exprimido por el miedo conjurado a esta plaga.

Al conectarse, como lo hace, con otras crisis ecológicas (pérdida de biodiversidad, calentamiento global, contaminación plástica), el Covid-19 plantea una amenaza que es a la vez aguda y crónica.

En la década de 1970, Alvin Toffler, el futurista, calificó esta crisis interrelacionada como un “eco-espasmo”. Su empresa, Toffler Associates, todavía existe, y ha producido un cronograma para ayudar a las empresas a hacer planes para el futuro.

La fase inicial de 0 a 3 meses forma una “respuesta aguda”. Luego sigue la etapa en la que estamos actualmente, de 6 a 30 meses: un período indeterminado, incierto, que llaman “la gran espera”.

Durante este período, tomamos medidas correctivas, pero son esencialmente inútiles, mientras se espera que se distribuya ampliamente una vacuna.

Después, sin embargo, hay un período de varios años, antes de que las consecuencias de la pandemia se trabajen económica, psicológica y socialmente.

Este es el futuro al que nos enfrentamos.

(Traducido por Iris María Gabás Blanco) irisbg7@gmail.com) – Fotos: Pixabay

Share it / Compartir:

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*