En Foco, Opinión

Reparación y genética: ¿Tienen algo que decirse?

La modificación genética y el desagravio por la esclavitud pueden parecer, a primera vista, compañeros distantes.

 

Nigel Pocock

 

¿Cómo definiríamos “MG”? Si limitamos la definición al laboratorio, excluyendo deliberadamente el contexto social, es poco probable que encontremos la conexión entre desagravio y “MG”.

Lo realmente importante es la dimensión moral que entra en la ecuación.

La responsabilidad está relacionada con nuestro conocimiento. Cuanto más sabemos, y cuantas más posibilidades de elección tenemos, más responsables somos. De este modo, se vuelven cruciales la ideología, la cultura y la conciencia.

El jamaicano Simon Taylor, dueño de una plantación, hablaba de “blanquear los Negros”.

Pretendía la total desaparición de la piel negra por medio de una política reproductiva perpetrada por hombres blancos que ejercían su control sobre las mujeres negras, mulatas y mestizas.

Es posible que Taylor no comprendiese la dimensión científica, pero ciertamente comprendió la evidencia empírica, apoyándose en una id eología de “retroceso”, “dege neración” y “paternalismo”. En la práctica, esto significó el abuso y violación constante de niñas y mujeres Afro-Caribeñas, algunas de no más de diez años de edad.

No se trataba simplemente de sexo; era reproducción selectiva. Lo irónico es que a medida que progresaba el proceso de “blanqueado”, se hizo necesaria una definición legal. ¡La descendencia de mestizos no podían ser considerados “Negros”! ¡Esto supondría la pérdida de valiosa mercancía!

Hoy en día sabemos que el trauma afecta al modo en que funcionan los genes, una ciencia conocida como epigenética (“añadida a la genética”).

El trauma afecta al feto en generaciones posteriores aún cuando no han sido partícipes del trauma original.

¿Qué ha sido la esclavitud Afro-Caribeña, sino el abuso sobre hombres y mujeres jóvenes y sanos?

Los expertos están tratando de decidir si la alta tasa de enfermedades cardiovasculares, esquizofrenia y diabetes en el Caribe se deben a efectos epigenéticos.

La probabilidad debe ser alta. En caso de ser demostrado, los dueños de las plantaciones deben ser considerados responsables. Esto es “MG” ocasionada por trauma.

Hay un último argumento, bastante paradójico, que enfatizar. La “apariencia” física no es decisiva a la hora de decidir quién debería recibir una compensación. Una persona con apariencia “Negra” puede, de hecho, tener el 66% de ADN “Blanco”, y vice-versa.

También ocurre una situación paradójica por la que una persona de apariencia física “Blanca” pueda estar racialmente más próxima al trauma inducido por esclavitud y MG en su historia familiar que una persona Negra.

Esto evidencia lo importante: “el trauma del esclavo” y la herencia biológica de los efectos de esta experiencia. Sugiero que la mejor forma de abordar esta cuestión sea en términos de compensación destinada específicamente. Estas compensaciones deberían emplearse para poner en funcionamiento programas sanitarios y educativos.

Los principales beneficiarios serían aquellas comunidades caribeñas que hayan sufrido los peores abusos.

La proporción de esclavos y Blancos son el mejor indicador de esto: desde 11:1 en Jamaica, hasta un asombroso 94:1 en Guayana Holandesa (la moderna Suriname). Cuanta más disparidad, más fuerza y castigo son necesarios para ejercer el control.

Como estas personas ya estaban en prisión, solo se podía practicar contra ellos más sufrimiento retributivo. Esto precisa ser compensado, tomando sanidad, cicatrización y recuperación como objetivos principales. El conocimiento hace responsables a las personas, pero es necesario utilizar correctamente este conocimiento; los perpetradores, así como las culturas que se beneficiaron deben asumir su responsabilidad.

(Traducido por Marta Polo) – Foto: Pixabay

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