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La flor azul

Tengo un claro recuerdo de la infancia, de una escena de una película que vi, en la que un hombre está mirando una flor azul, que recuerdo como una rosa azul.

 

Steve Latham

 

La imagen se ha quedado conmigo, a lo largo de mi vida: una imagen desconectada de cualquier otra cosa, de cualquier cosa fuera de sí misma; de cualquier marco de referencia, de cualquier sistema de significado.

Mucho más tarde, gracias a Internet, descubrí que forma parte de la película de Simbad, “The thief of Baghdad” (El ladrón de Bagdad), realizada en 1961. Fue bastante decepcionante, porque en lugar del misterio y la magia que rodean mi recuerdo, esta película es en realidad una cinta de fantasía bastante mala, cursi y de bajo presupuesto.

Sin embargo, luego descubrí que la flor azul es también una referencia a los escritos del filósofo idealista alemán George Friedrich Hardenberg, más conocido por su seudónimo, Novalis.

Él atribuyó la idea de la flor azul a un sueño que tuvo, sobre la historia de un extraño después de la cena. Sin embargo, el símbolo se convirtió en un motivo de inspiración para el movimiento romántico en general.

Este desarrollo cultural y artístico surgió como reacción a la Ilustración. Frente al clasicismo y el racionalismo del ateísmo de la Ilustración, los románticos buscaban un retorno a la religión.

Para ellos, la flor azul era un emblema del anhelo no correspondido, el anhelo que impulsaba al alma humana más allá de los confines del mundo material, hacia el reino del espíritu.

Algunos se refugiaron en un catolicismo revivido, otros en la herencia del protestantismo pietista. Para ambos, la importancia del “sentimiento” era primordial en la espiritualidad.

La novelista inglesa Penelope Fitzgerald también escribió un libro en 1995, titulado “The blue flower” (La flor azul) donde  describía los primeros años de vida de Novalis.

En él, relaciona la flor con su primer amor y prometida decepcionada, Sophie, que murió joven, de tuberculosis.

Sin embargo, parece que el cuento debe tener otro significado, tal vez más profundo, porque al parecer Novalis tuvo el sueño, en el que basó su historia, antes de conocer a Sophie.

Es significativo que su historia nunca se completara. Por tanto, sigue siendo un símbolo, en general, del anhelo insatisfecho que caracteriza nuestra experiencia humana.

Como tal, la flor azul es una representación continua de nuestro deseo de algo más en la vida. El tema se retoma en la película brasileña de 2018, “The blue flower of Novalis”.

Llamada, en portugués, “A rosa azul de Novalis”, la película traza la vida de un hombre gay, mientras conversa sobre sus deseos y anhelos, rastreados a través de sus gustos literarios y enganches sexuales.

Al no entender el portugués, dependo de las reseñas en inglés de la película; pero evidentemente, el personaje central también se considera una especie de reencarnación de Novalis.

Esta generalización del anhelo, a través de la flor azul, se refuerza también, para mí, en el hecho de que no puedo verla, y si lo hiciera, no la entendería.

Estamos en el reino de lo insatisfecho, de lo no especificado, alcanzando lo trascendente, algo que satisfaga nuestro vacío, con su plenitud.

Para nuestra sociedad materialista, impulsada por la posesión y obsesionada con los artilugios, esta poderosa e imposible aspiración puede ayudar a impulsarnos más allá de nuestras pequeñas y estrechas ambiciones.

 (Traducido por Mónica del Pilar Uribe Marín) – Fotos: Pixabay

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