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Lo bueno y lo malo del café

Diversas leyendas sobre el origen de la planta la ubican en Etiopía, una de ellas cuenta que un pastor de cebras al ver la vitalidad de su rebaño luego de consumir las rojas bayas se las llevó a un venerado musulmán que las arrojó al fuego en gesto de desapruebo.

 

Marnie Fiallo Gómez

 

Según la historia al percibir la embriagadora fragancia que desprendían los pequeños frutos al contacto con las brasas el sabio metió las manos, los extrajo ya tostados y tiró en un recipiente cercano con agua y sal.

Así relatan muchos el nacimiento del café, ese calificado por Giuseppe Verdi como bálsamo para el corazón y el espíritu, que gusta tanto amargo como dulce.

Y aunque lo amargo evolucionó como un sistema de alerta natural para proteger al cuerpo de sustancias nocivas, resulta que cuanto más sensibles son las personas al amargor de la cafeína más café toman, asegura un estudio de la estadounidense Universidad de Northwestern y el Instituto de Investigación Médica QIMR Berghofer, en Australia.

Los beneficios

El principal compuesto del café es cafeína, una droga psicoactiva con importantes efectos sobre el sistema nervioso humano.

Diversos estudios científicos resaltan los reconocidos efectos energizantes, antioxidantes, antinflamatorios, termogénicos, así como la modulación de la diversidad microbiana de la planta, que contribuyen a la reducción de hasta un 25% del riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.

Durante la Reunión Anual de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes 2018, con sede en Berlín, especialistas compartieron información y revisaron las últimas investigaciones sobre el tema.

Sobresalió el metaanálisis de los datos titulados “Consumo de café y riesgo reducido de desarrollar diabetes tipo 2” que analizó estudios prospectivos, con un total de un millón 185 mil 210 participantes.

Igualmente se analizó el papel de los compuestos de la planta, como el ácido cafeico y el cafestol, y la relación inversa entre el consumo de café y la enfermedad en mujeres y hombres. En la cita, el profesor Kjeld Hermansen destacó que el beber de tres a cuatro tazas diarias, tanto de la versión con cafeína como del descafeinado, disminuye la probabilidad de padecer ese trastorno endocrino.

Entre otros beneficios los expertos señalaron que el café mejora varios aspectos de la función cerebral, incluida la memoria, el ánimo, la vigilancia, los niveles de energía, los tiempos de reacción y la función cognitiva general.

La cafeína es una de las pocas sustancias naturales que ayudan a quemar grasas, aumenta los niveles de adrenalina y mejora el rendimiento físico, solo que sus efectos positivos disminuyen en los grandes bebedores.

Pero la infusión de café, además de cafeína, tiene otros nutrientes esenciales para el organismo como riboflavina (vitamina B2), ácido pantoténico (vitamina B5), manganeso, potasio, magnesio y niacina.

Además, según una investigación de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard en Boston, el consumo moderado de la bebida reduce hasta un 50% de las probabilidades de suicidio.

Y la Sociedad Americana para la Nutrición encontró que el consumo de café en cantidades elevadas reduce el riesgo de sufrir cáncer de colon.

Todo exceso es malo

Beber demasiado nos mantiene despiertos por más tiempo y puede provocar trastornos del sueño, por lo que la mayoría de expertos recomiendan no exceder las cuatro tazas diarias.

Además los añadidos, como crema batida, lluvia de caramelos, chocolate, leche, mucha azúcar y siropes de sabores disminuyen su pureza y pueden provocar desórdenes del sistema digestivo.

La cafeína y los ácidos presentes en el grano irritan el estómago y el revestimiento del intestino delgado -en especial en quienes padecen de ulceras y gastritis- causan espasmos, calambres, reflujo y acidez.

Hay quienes lo utilizan como laxante porque estimula el peristaltismo, pero esto le hace más difícil al organismo absorber todos los nutrientes que provienen de la comida.

Quienes beben mucho café pueden tener dificultades para obtener los minerales en su dieta pues afecta la absorción del hierro en el estómago y particularmente en los riñones. Al mismo tiempo promueve la liberación de cortisol, la hormona del estrés y de otros químicos que incrementan el ritmo cardíaco, la presión arterial y los niveles de tensión. (PL)

(Fotos: Pixabay)

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