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Inmigrantes y activistas: Miryam Ojeda, luchar es por siempre

The Prisma lanza una mini-serie sobre inmigrantes que lucharon por la libertad en sus países de origen y han continuado su activismo en su país de acogida. Tras una infancia de tanques de guerra, brutalidad y protestas, Myriam Ojeda se vio obligada a huir de su país de origen cuando tenía  veinte años. Pese a ser exiliada en el Reino Unido, hace campaña por la paz y la justicia para los colombianos.

 

Myriam Ojeda. Foto de SOS Colombia London

Elle McHale

 

A finales de la década de 1970, la ciudad de Cali (Colombia) se enfrentó a la visión de los tanques de guerra que se infiltraban en el terreno y demolían las casas.

Mientras muchos perdían su residencia, un barrio decidió bloquear la carretera y fue entonces cuando Myriam Ojeda, con 5 años, decidió unirse a su madre en un cacerolazo.

Después de un año de lucha con la policía y de emprender acciones legales, sus documentos de propiedad les permitieron conservar sus tierras.

Esta experiencia implantó en Ojeda el deseo de luchar contra esta injusticia.

“Recuerdo que estaba cerca de mi madre y oía las cacerolas y había una carretera y estábamos en medio de ella, recuerdo las vías, recuerdo a la policía, recuerdo a mi madre discutiendo con el policía sobre la destrucción de las casas y tuve mucho miedo cuando vi pasar ese enorme tanque”, cuenta.

En aquella época, Colombia estaba invadida por el conflicto. Un conflicto que aún perdura y que tiene como actores a Agentes del estado paramilitares de ultraderecha, narcotráfico y guerrillas.

Según el Centro de Memoria Histórica, entre 1958 y 2018 fueron víctimas fatales 215.005 civiles y  46.813 combatientes. Un total de 94.754 muertes son atribuidas a los paramilitares, 35.683 a la guerrilla y 9.804 a agentes del Estado. Además hubo secuestro, desaparición, violencia sexual, masacres, reclutamiento de menores y atentados terroristas.

En esas fechas la guerra dejó 80.514 desaparecidos (de los cuales 70.587 aún siguen desaparecidos), 37.094 víctimas de secuestro, 15.687 víctimas de violencia sexual y 17.804 menores de 18 años reclutados.

Myriam Ojeda, que ha pasado de ser líder estudiantil a ser líder del Consulado Internacional para la Paz de los colombianos que viven en Europa, habló con The Prisma sobre el activismo y lo que se siente al protestar lejos de tu lugar de nacimiento.

Por qué se convirtió en líder estudiantil?

Mi familia tenía relaciones con la política de izquierda, así que desde muy joven vi a mi familia ir a las reuniones porque en algún lugar había policías sacando a la gente de las residencias y tanquetas de la policía intentando demoler las casas pequeñas.

Era muy difícil no verse afectado por esto.

Cuando estaba en la escuela secundaria empecé a leer libros que estaban fuera del programa escolar y descubrí que había otra historia que no nos enseñaban.  Tenía muchas dudas sobre lo que nos enseñaban, todo tenía que ser repetido de un libro. Nadie nos educaba para pensar ni nos invitaba a reflexionar sobre las cosas. Me cuestionaba todas estas cosas, como por ejemplo, por qué hablamos de geografía de una manera en la que se pregunta  cuál es el nombre del rio o de una montaña, cuando estamos en medio de un conflicto y no sabemos quién vive en esas montañas y quién vive en esos ríos.

La educación era tan horrible que realmente separaba a los niños de la realidad.

¿Para qué hacía campaña?

No se cuidaba nuestra vida como estudiantes.

Habían huelgas de profesores y, como los profesores estaban divididos, algunos iban a la huelga y otros no, así que nos metían en la escuela para asistir a clase. Luego el gobierno empezó a recortar mucho dinero de las universidades públicas.

La mayoría de nosotros no venimos de familias ricas, pero cada semestre se les ocurría nuevas ideas sobre cómo recortar el presupuesto.

Una de las cosas que más impactó fue cuando decidieron recortar la comida del restaurante para estudiantes, por lo que teníamos que pagar mucho dinero a restaurantes privados para comer en la universidad y eso era inaceptable. Creo que ese fue el momento en el que dijimos que nos olvidáramos del cineclub, que íbamos a luchar por esto.

Foto Myriam Ojeda Facebook

En Colombia es increíblemente peligroso protestar. ¿Qué le hizo pensar que merecía la pena arriesgar su vida por este activismo?

Hubo muchas situaciones en las que corrí un peligro muy serio, pero había que salir.

Es difícil entender por qué una persona joven decide enfrentarse a un Estado muy violento sabiendo que la mayoría de las veces matan a la gente que lo hace y, sin embargo, sigues yendo.

Es esa sensación de que no tienes nada y esa sensación de que sientes que no hay futuro, que en todas partes te cierran las puertas, que vives en una pobreza constante aunque tengas estudios.

Era muy difícil tener 18 años y tener que mirar a la derecha y a la izquierda por delante y por detrás, constantemente, porque sabías que en cualquier momento ibas a ser el siguiente.

¿Ha tenido alguna vez esa sensación al protestar en el Reino Unido?

No, dudo que aquí me persigan o me maten o me desaparezcan por protestar, porque dirijo una campaña o porque hablo delante de la gente en la calle.

En mi época las protestas no eran, principalmente, tan violentas, la policía sólo actuaba sobre ti una vez que la protesta había terminado. Venían vestidos de civil y la gente desaparecía y luego aparecía muerta.

Sólo que ahora se ve a la policía disparando abiertamente a las protestas, esto es algo nuevo.

Foto de Julian Martinez

¿Cree que el gobierno británico está haciendo lo suficiente para ayudar a Colombia?

En absoluto. Estamos trabajando en una campaña llamada EDM for Colombia en la que pedimos al Reino Unido que responda a preguntas sobre los millones de libras que se dan al gobierno colombiano.

90 diputados han firmado el formulario EDM, de un total de 650 diputados.

Hemos documentando las atrocidades que han ocurrido en Colombia en las últimas semanas y haciendo algunos análisis y algunos puntos políticos sobre la responsabilidad internacional, no sólo del Reino Unido, sino la responsabilidad europea y el gobierno de Estados Unidos.

El silencio de estos gobiernos se debe a que existen 16 tratados comerciales de libre comercio con estos países en Europa, EEUU y otros países.

Su activismo no se ha limitado a Colombia

En 2012 hice un proyecto llamado Amazonas, en el que nos esforzamos por contarle a la gente del Reino Unido lo que estaba ocurriendo en la región del Amazonas: el coste humano de la deforestación, el coste cultural de esta situación y la responsabilidad de todos en el mundo.

Las empresas de Europa y Estados Unidos permiten la deforestación sin asumir ninguna responsabilidad por lo que están haciendo, así que fue un llamamiento a respetar a las comunidades indígenas.

En ese momento, el cambio climático no estaba en la agenda.

Pero el proyecto consiguió captar la atención de la gente e hicimos mucho con la música, utilizando instrumentos que compramos de esa región, y la danza.

Cuando haces cosas que reflejan el alma de una cultura, la gente tiende a conectar más  a que si simplemente te levantas y dices que nos han deforestado.

Foto Myriam Ojeda Facebook

¿Cómo han colaborado las distintas generaciones en estas campañas?

Creo que hay un nuevo interés por parte de los jóvenes de origen colombiano por entender lo que está pasando y tomar más acciones y ser partícipes de la situación.

Veo que logramos compartir un espacio donde venimos de diferentes orígenes y edades y sin embargo estamos unidos en esta campaña, que es la defensa de los derechos humanos, la necesidad de la paz y la necesidad de un cambio económico en Colombia.

¿Qué cree que la generación mayor puede aprender de la generación joven?

Creo que de la generación joven aprendemos su completa resolución de cambiar las cosas.

Es una decisión que han tomado estos jóvenes, van a cambiar el país y punto.

Muchos de estos jóvenes han sido asesinados, torturados, violados… pero en su conjunto, esta generación de jóvenes, no todos, pero sí una gran parte de ellos, ha tomado la decisión de cambiar el país.

(Traducido por Mónica del Pilar Uribe Marín) Fotos suministradas por la entrevistada y autorizadas para su publicación

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