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Jonathan Meades: un extraño escuadrón de un solo hombre

No existe escritor más irascible que Jonathan Meades, pero una sola palabra no puede resumir la sui generis mezcla de rabia, sarcasmo, sentido común y virtud que caracterizan sus declaraciones sobre la vida, el universo y todo lo demás.

Sean Sheehan

 

Siendo un estilista de prosa, puede ser implacable cuando se cruza con la mala prosa de otros escritores, resaltando a un crítico de arte que “de acuerdo con la nota sobre el autor se graduó en el grado de Lenguas Modernas en Oxford: uno debe suponer que inglés no era una de ellas”.

A veces, como cuando reprende la pretenciosidad de la revista Country life – “la ‘o’ del diptongo está ahí por decencia” – exhibe la ira espléndida de Lutero arremetiendo contra la corrupción y clavando sus tesis en la puerta de una iglesia. A menudo es divertido cuando comenta lo que no le gusta, diciendo de una tienda de alimentos saludables que resulta vender comida para mascotas, que es un error fácil de cometer.

Muchas de sus descripciones son memorables, como cuando se refiere a “esos preservativos envasados con restos de la carnicería denominados salchichas inglesas”. Su exuberante uso de la lengua inglesa es un placer de leer y su vocabulario es realmente ilimitado, dado que las palabras pueden inventarse para adaptarse a una ocasión concreta, como cuando desestima el “verrucadismo académico” o señala la moda de la “retrofilia”.

Dada su lengua ácida, Meades no es una persona a la que a uno le gustaría molestar, pero también es capaz de deshacerse en elogios, a menudo sobre un tema inesperado. Bélgica, por ejemplo, es elogiada por sus “múltiples identidades, sus sublimes pintores, sus excéntricos escritores, su formidable gastronomía, su emocionante urbanismo …un país sin etiqueta, sin cliché identificador” y es capaz de justificar su admiración por el país con ejemplos detallados.

Pedzo and Ricky come again (“Pedzo y Ricky vuelven”) es una estupenda colección de escritos seleccionados por Meades durante los últimos treinta años. El libro está ordenado temáticamente, no cronológicamente, lo que permite al lector entrar y salir de cualquiera de los veintisiete temas. Estos temas van desde el arte, los edificios y las ciudades hasta la muerte, la política, el sexo y los obituarios, y es imposible no encontrar algo que despierte la empatía.

El término que Meades utiliza para describir al artista Kenneth Wood, un escuadrón extraño de un solo hombre, se ajusta a su propia escritura como un guante y esta maravillosa colección tiene algo que vale la pena leer, desde un giro de frase hasta una filosofía de vida, en prácticamente cada una de sus casi 1000 páginas.

Es muy consciente de lo que es falso, sobre todo en el mundo del arte, y se muestra muy entusiasmado con la “blasfemia secular” de las viñetas de Martin Bell en The Guardian como una forma de arte infravalorada porque realmente dice algo.

Por el contrario, la estética del mundo del arte no trata más que de sí misma y de las sucias ganancias, por lo que ridiculiza a Duchamp (que “cambió para siempre la cara de los urinarios”) por su frivolidad filistea.

“Pedzo and Ricky come again: selected writing 1988-2020”, por Jonathan Meades, es publicada por unbound.

(Traducido por Claudia Lillo)

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