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Progresismo e izquierda permitirían integración

La crisis de la región excede los sectores económicos y se extiende al comercio, medioambiente, institucionalidad y gobernanza, sociedad y geopolítica. Cambiar esa realidad exige un cambio político.

 

Teyuné Díaz Díaz

 

Si los gobiernos pusieran los recursos de America Latina al servicio de los pueblos, seguramente estos problemas pudieran ser solucionados. Pero no ha sido así en más de 200 años de historia poscolombina.

Eso piensa el investigador titular del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial, Mariano Bullón, quien recuerda que la región dispone de muy abundantes recursos naturales y estratégicos. Y que también posee poblacionales con más de 630 millones de habitantes repartidos en 22,2 millones de kilómetros cuadrados de territorio.

Estas riquezas convierten al área en terreno apetecible para potencias como Estados Unidos y Europa, considerada como un gran bloque.

Sin embargo, dice Mariano Bullón, quien habló en entrevista exclusiva, Latinoamérica concentra una elevada tasa de pobreza, una distribución inequitativa del ingreso, altas tasas de analfabetismo y de mortalidad infantil, desempleo y baja calidad en el empleo, y una galopante crisis sanitaria.

Además, existen numerosas bases militares estadounidenses, narcotráfico incontrolado e incontrolable, permanente tráfico de personas, crecientes problemas migratorios, entre otros muchos.

¿Cuáles son los beneficios de articular la integración en América Latina?

Lo primero es considerar que no es sólo la integración, ni siquiera vista en términos económico-comerciales, ni tampoco como un fin en sí y con un camino marcado por etapas predeterminadas como réplica de la ocurrida en Europa.

La combinación de concertación política, cooperación e integración es lo que podría hacer la diferencia.

Se trata de la integración, no per se ni en interés de actores externos a la subregión de América Latina y el Caribe -Estados Unidos, sobre todo-, o extrarregionales, sino en interés de los pueblos, para solucionar sus seculares problemas. Esto comienza con la concertación política, el consenso, que junto con la financiación pudieran hacer realidad los sueños de los libertadores de una América nuestra.
La integración, vista de esta manera podría ayudar al incremento del comercio intrabloque, a la expansión del mercado regional, a la formación de encadenamientos productivos regionales y de cadenas regionales de valor.

Ello generaría resiliencia en las débiles economías para enfrentar los choques externos y la pesadilla de la pandemia provocada por el Covid-19, con sus impactos en la economía, sociedad, sanidad y en el campo de la política.

También es importante la cooperación en materia sanitaria, protección al medioambiente en defensa de los llamados Pequeños Estados Insulares en Desarrollo.

En ciencia y tecnología, conectividad y comunicación satelital en el marco de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) ya ha ofrecido resultados no antes vistos.

¿Qué dificultades podría atravesar América Latina para hacer realidad la integración?

A mi juicio, la región adolece del consenso político existente en 2008-2011 en el período de gestación y creación de la Celac, unido a una financiación autónoma casi inexistente, y por tanto depende de fuentes y condiciones externas. También está la tradición del desarrollo asimétrico de las economías, por su diferente tamaño, acumulación científico–técnico, posición geográfica, dependencia mayor o menor de Estados Unidos, y el lastre colonial en sus vínculos con las antiguas metrópolis.

Igualmente, está la presencia de diversos intereses foráneos, disputas fronterizas históricas no solucionadas, el interés egoísta y antinacional de las oligarquías.

Todo ello hace difícil la concreción de los procesos de integración regional.

Esto se agrava por la multiplicidad de esquemas o formatos de cooperación e integración, que se dividen en dos grandes campos: los de matriz neoliberal –Mercado Común del Sur, Alianza del Pacífico- y de matriz alternativa -ALBA–TCP y Celac.

¿Cómo podría contribuir la ascensión al poder de gobiernos de izquierda para lograr una integración más efectiva?

Algunos hechos no quedan claros: la derecha no ha logrado consolidar su proyecto, pese a los recursos invertidos por Estados Unidos y de las violaciones sistemáticas de la democracia, y golpes de Estado abiertos o encubiertos.

A ello se suma el Lawfare y la proliferación desmedida de las noticias falsas en las redes.

Precisamente los cambios en el mapa político de la región muestran un movimiento pendular a la izquierda y el progresismo, que pudiera resultar favorable a la integración.

A partir de 2018 la ascensión a la presidencia en México, de Andrés Manuel López Obrador, transitando por el triunfo del peronista Alberto Fernández en Argentina, y de Luis Arce en Bolivia y el reciente triunfo de Pedro Castillo en Perú,

De todas formas, pase lo que pase en el futuro inmediato, parece que asistimos a un nuevo ciclo de progresismo en la región, y queda por ver lo que ocurra en las elecciones presidenciales de Chile y Nicaragua en noviembre, y en Brasil y Colombia el año próximo. Esperemos que el péndulo siga su curso hacia la izquierda y el progresismo. Entonces, otra sería la realidad en la región. (PL)

(Fotos: Pixabay)

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