Globo, Mundo, Reino Unido

En Iraq solo tienen un sueño: enterrar a sus muertos

El drama no comienza y termina con el Covid. Aparte de la crítica situación económica acentuada por la pandemia, los musulmanes en enfrentan la agonía de no poder enterrar a sus familiares y amigos según las exigencias del islam.

Armando Reyes

 

Para Saad Malik perder a su padre por la pandemia, fue solo el comienzo de una pesadilla.

Los cementerios en todo el país se niegan a recibir el cuerpo del anciano, argumentando que la enfermedad podía contagiar a los residentes cercanos.

Las autoridades religiosas iraquíes, las tribus y la gente del pueblo regresaron cadáveres víctimas de Covid-19 a las morgues del hospital, donde se están acumulando.

“No pudimos celebrar un funeral ni hemos podido enterrarlo, pese a que pasó más de una semana de su muerte”, declara desconsolado Malik.

Hombres armados, presuntos líderes tribales, lo amenazaron a él, a su familia y amigos con incendiar pertenencias si intentaban inhumar el cuerpo en sus respectivas áreas.

Lo cierto es que la tradición islámica dice que a los difuntos deben bañarlos los adultos de la familia, “hombres por hombres y mujeres por mujeres”, y luego de envolverlos en tela blanca; el entierro debe realizarse dentro de los tres siguientes días al deceso.

Es un proceso que incluye un número impar de baños y de pasos que indican cuál orden se sigue en el lavado del cadáver.

Durante el proceso funeral musulmán, no hay visitas, aunque se cumple un tiempo de duelo mayor que en otras religiones a modo de ayudar a la recuperación de quienes cumplen luto.

Para despedir al difunto, por regla general se dispone una mezquita y se siguen una serie de costumbres como dejar zapatos en la puerta, hombres y mujeres se sientan en áreas separadas y estas últimas deben usar velo o bufanda y llevar ropas flojas y modestas.

El servicio es corto y consiste en cantos rituales y rezos correspondientes del Corán, después de lo cual los dolientes desfilan para ofrecer sus respetos y a poco el cadáver va a campo santo.

Sin embargo, en Iraq toda esa ceremonia ahora está negada a las víctimas de Covid-19 ante el temor de contagio.

Hasta el próximo 11 de abril regirá un bloqueo que muchos incumplen y el Gobierno insta a quedarse en casa y adoptar estrictas rutinas de higiene para prevenir la propagación.

En algunas áreas, los poderes locales extreman medidas como el caso de una noroccidental zona capitalina, cuyos dirigentes tribales impidieron a representantes del Ministerio de Salud la inhumación de cuatro muertos por Covid-19.

Cuando trataron de llevar los cadáveres a otro cementerio en el sureste de Bagdad, hubo una protesta y no les quedó más remedio que devolverlos a la morgue.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), que lidera la respuesta global a la pandemia, el coronavirus se transmite a través de gotitas y contacto superficial.

“Todavía no hay evidencia de que pueda propagarse a través de cadáveres”, precisó el vocero del Ministerio iraquí de Salud, Seif al-Badr.

“El gobierno –dijo- toma todas las precauciones posibles al envolver los cadáveres en bolsas, desinfectarlos y colocarlos en ataúdes especiales”.

Con ese motivo, el gran ayatolá Ali Sistani, el principal clérigo musulmán chiita iraquí, alertó que los muertos por la enfermedad deben envolverlos en tres mortajas e insistió en que las autoridades faciliten los entierros.

Pero los rechazos a las inhumaciones no cesan, incluso en las dos ciudades sagradas de los chiitas, Karbala y Najaf -en esta última con uno de los cementerios más grandes del mundo-, no permiten que los muertos por Covid-19 tomen descanso.

Un médico residente en Najaf trató de interceder con las autoridades para propiciar los entierros de contagiados, pero no logró nada.

De acuerdo con el relato del especialista que habló bajo condición de anonimato, un viudo rogó a las autoridades para que liberaran el cuerpo de su esposa con la promesa de enterrarla en su propia casa.

“Esta es la situación con solo 40 muertes. ¿Qué sucede si empeora? ¿Dónde colocaremos los cuerpos?”, se preguntó el médico.

También amenaza con agudizarse la situación de la pandemia en los hospitales con solo 14 camas por cada 10 mil personas.

Para tratar de llenar ese vacío, los iraquíes acuden a innovaciones como la del ingeniero Moqtada al-Zubaidi, creador de una de plexiglás que incluye respirador, aire acondicionado, campana de socorro y un televisor de pantalla plana.

Zubaidi está esperando una asignación para fabricarlas. Cada una cuesta cuatro mil dólares.

Pero tales medidas pueden ser demasiado pequeñas o llegaron muy tarde. (PL)

(Fotos: Pixabay)

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