En Foco, Notas desde el borde, Opinión

Lo enorme

En un reciente día libre, fuimos en bicicleta a un embalse local que ha sido remodelado como lugar de ocio para los estresados londinenses; un ejemplo exitoso de reconversión  in  dustrial para una época posmoderna.

 

Steve Latham

 

Un brillante día soleado nos sentamos en una pequeña y desvencijada mesa con sillas diminutas, en un trozo de hierba bajo hermosos árboles, cuyos nombres mi amada intentó enseñarme, pero ya los he olvidado.

Ella se ofreció a hacer cola para la merienda y trajo dos cafés con leche y un par de grandes croissants de almendra. Acompañados de éstos leímos el periódico y comentamos el buen tiempo.

Frente a nosotros, un grupo de jóvenes madres con sus rollizos y pequeños niños intentaban consumir sus bebidas mientras supervisaban a sus hiperactivos hijos.

Un ejemplo perfecto de mezcla multicultural (asiático, inglés y europeo del este); abandonaban sus conversaciones de vez en cuando para evitar que sus hijos se alejaran demasiado.

Un chico enorme, bien alimentado, siguió corriendo a lo largo de la acera, hacia el agua, lo que la llevó a perseguirle de una manera protectora.

Repetía la maniobra, siempre que la atención de su madre estaba en otra parte, con chillidos de alegría cada vez que ella lo recogía en sus brazos.

Al otro lado de nosotros, había dos hombres, aparentemente turcos. Uno estaba leyendo un libro enorme que, al investigarlo, resultó ser una biografía del filósofo Hegel.

Lo leía concentrado, mientras masticaba un gran cigarro.

A su lado, su amigo tomaba  notas de forma ávida en un pequeño cuaderno, mientras estudiaba un texto del que sobresalían multitud de pósits.

¿Quiénes eran? ¿Quizás comunistas turcos en busca de asilo, prófugos escondidos en Stoke Newington?

Hubo una interacción social, sin embargo, cuando uno de los niños se acercó al comunista turco que se fumaba el cigarro y leía a Hegel (o eso pensaba yo).

El balón del niño se había acercado rodando al hombre, que sonrió. Se levantó, tomó el balón y se lo devolvió al niño.

Luego comenzó un (breve) juego, sobre el cual estoy seguro de que Freud tendría algo que decir. ¿Quizás un ritual de cortejo, en el que la madre y el refugiado exploraban la posibilidad de una reacción mutua?

¿Tal vez al hombre le faltaba su propia descendencia? ¿O simplemente un momento divertido en un día caluroso? Cualquiera que sea su representación, fue un delicioso instante en este espacio comunitario.

Sin embargo, lo que leímos en el periódico fue la enorme victoria de los conservadores en las recientes elecciones locales.

Fue el día después de la votación, y aunque los resultados aún se estaban contando, el resultado era seguro.

Me recordaba a las elecciones generales de 1992 cuando, en medio de la falta de competencia y la corrupción del gobierno, los Tories habían ganado otras elecciones.

Nos decepcionó mucho. ¿Qué hacía falta para derrotarles? A nuestro alrededor, en nuestro barrio londinense, fuimos testigos de las consecuencias en el centro de la ciudad del abandono de los conservadores.

Ahora es la época de Lo enorme. Abundan las grandes mayorías y los excesos; lujos decadentes, en medio del empobrecimiento global y la crisis ecológica.

(Traducido por Iris María Gabás Blanco – Email: irisbg7@gmail.com) – Fotos: Pixabay

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