Migrantes, Multicultura

Los miedos de los inmigrantes indocumentados

Incertidumbre y miedo de ser arrestados y deportados en cualquier momento. Eso viven aquellos que no poseen documentación para vivir en el Reino Unido. Su primer destino, su primera pesadilla: los centros de detención.

 

Virginia Moreno Molina

 

En el trabajo, la parada de bus, tomando un café o en cualquier situación de la vida cotidiana de un inmigrante, pueden acercarse las autoridades para pedir la documentación.

Y no son sólo los oficiales de inmigración los que hacen este trabajo. También los policías también toman parte en esto. Además, la desinformación y la desesperación de las personas que se encuentran en esta situación, hacen más difícil el proceso de liberación. Eran las 7 am. y Anastasia*, colombiana, estaba esperando el bus que la llevaría al trabajo. Tenía prisa y no paraba de mirar el reloj, por eso no vio a dos policías que se aproximaron por la espalda.

Ramiro*, de nacionalidad guatemalteca, estaba mirando televisión con su compañero de piso en el sofá de su casa. De repente, unos fuertes golpes en la puerta les sobresaltaron. Ninguno de los dos esperaba compañía pero al abrir la puerta se encontraron con dos personas con uniforme.

Malu, de raíces africanas, estaba limpiando la oficina, cuando empezó a escuchar gritos y forcejeos en la planta baja. No tuvo tiempo de reaccionar, pues cuando se dio la vuelta se vio rodeada por agentes de inmigración.

Todos ellos escucharon la misma pregunta: «¿Documentación?». Y su vida cambió radicalmente.

Como ello, muchos otros, cientos, miles de inmigrantes han sido arrancados de su rutina, ya sea en su trabajo, la parada de bus, tomando un café o en cualquier situación de la vida cotidiana.

Primeros interrogatorios

Los agentes de policía se llevan a los inmigrante a las comisarías para cotejar datos. Los agentes de redadas de la Home Office, los oficiales de inmigración, los detienen, les hacen una serie de preguntas (nombre, fecha de nacimiento y dirección), y luego buscan en la base de datos si su situación es irregular o no.

Si comprueban que no tienen documentación o simplemente que no hablan inglés, los detienen y los llevan a la Home Office para hacerles una primera entrevista sobre su situación.

En ese momento se decide si se les manda a un centro de detención o los liberan.

En el caso de aquellas personas que estén con una pareja Europea y lo demuestren, pueden ser liberados.

Pero para aquellos que no puedan demostrar nada, la suerte es totalmente distinta. Todos son fotografiados y se les toman sus huellas digitales para tenerlos registrados. Su próximo destino: los centros de detención.

Formularios y desinformación

Es allí, en los centros de detención – se hallen dentro o fuera de Londres, en las afueras o al norte de Inglaterra – donde se encuentran Anastadia, Ramiro o Malu. Solo tres nombres entre todos aquellos de los que están detenidos esperando respuesta.

Estas personas pueden estar semanas, meses, incluso años. En el caso de los latinoamericanos, la resolución suele ser rápida, aunque no siempre es así.

Todos los detenidos tienen dos opciones: salir bajo admisión temporal o bajo fianza. Estos formularios están a su disposición y pueden aplicar a través de estos documentos o con un abogado.

En el caso de la admisión temporal, la persona tiene que facilitar una dirección donde vayan a estar localizables. Pero si deciden salir bajo fianza, la cantidad es muy elevada (a partir de £1.500) y un juez de la Corte es el que toma la decisión final de su puesta en libertad. Pese a ello, los detenidos no siempre saben a que se enfrentan o las opciones a las que tienen acceso.

Hecha la ley, hecha la trampa

En la Carta de Derechos humanos, los artículos 3 y 8, relativos a la familia, señalan que “un detenido que tenga una pareja inglesa o de la Unión Europea, que tenga hijos con su pareja, o personas que están entre 10 y 14 años viviendo en el Reino Unido puede contratar un abogado o solicitar uno de oficio y hacer la aplicación por esta vía”

Pero la Home Office tiene sus propias compañías de abogados que defienden su posición ante cualquier inmigrante o situación.

Un ejemplo de esta práctica, se puede ver reflejada esas personas que tienen pareja procedente de la Unión Europea.

Estos detenidos hacen una aplicación para salir bajo fianza, pero como su documentación, en muchas ocasiones, tarda en salir adelante, la Home Office se guarda el derecho de, días antes de la decisión del juez, mandar una notificación al detenido donde le anuncia su deportación a su país de origen.

Es por ello que una vez que van a la Corte, los abogados de la Home Office argumentan que sólo tienen pocos días para salir de aquí y que el proceso ha comenzado.

Esto es un problema al que se enfrentan, en muchas ocasiones, los abogados de los detenidos. Y es que hay abogados buenos que entienden el trabajo que están desempeñando, pero también hay aquellos incompetentes que no saben llevar este tipo de casos y la historia suele terminar en deportación.

Propaganda de buena vida

Los centros de detención disponen de gimnasios, librerías, espacios con jardines o incluso iglesias. Así es como empresas como Serco, venden al público la vida de los inmigrantes en sus instalaciones.

Pero lejos de todo esto, aparece la realidad: gente que individualmente lucha por sus derechos y otros, más débiles, que han perdido la esperanza y se encuentran a la espera de la notificación de deportación.

Y es que los intentos de suicidio, las autolesiones, las huelgas de hambre o las protestas, conviven en el día a día de los detenidos, algo que tales empresas no quieren que se promocione.

Por ello, algunos centros están desconectados de Internet y los detenidos no pueden tener teléfonos con cámaras integradas. Esto imposibilita cualquier denuncia con pruebas desde el interior de las instalaciones.

El exterior

Con mucha suerte, Anastasia, Ramiro y Malu o algunos de los miles de detenidos, saldrán del centro de detención.

Pero aún habiendo pasado días, semanas, meses o años en esa situación, su libertad seguirá coaccionada en el exterior de esas instalaciones.

Desde que las duras políticas sobre inmigración entraron en vigor, la situación de los inmigrantes ha empeorado.

Sean documentados o indocumentados, todos tienen que pasar por varios filtros de comprobación hasta poder cubrir cualquier necesidad básica: casa, trabajo o banco, entre otros.

Esto quiere decir, que cada vez que esa colombiana, africana, guatemalteca o cualquier persona que no sea de la Unión Europea, quiera optar a un puesto de trabajo, quiera abrirse una cuenta en un banco o necesite cambiarse de casa, va a escuchar la misma pregunta una y otra vez: «¿Dispones de la documentación para estar en el Reino Unido legalmente?».  Y es que los Gobiernos han fomentando que los propios ciudadanos sean los que denuncien a aquellos inmigrantes

*(Por razones de seguridad los nombres han sido cambiados)

(Fotos: Pixabay)

 

 

 

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