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La sombra del huracán

Desde que el devastador huracán Ian asoló a Pinar del Río, la más occidental de las provincias de Cuba, cambió de la vida de los pobladores de las pequeñas comunidades rurales de esa región de la isla. Desde entonces y hasta hoy, no cesan los esfuerzos por recuperar su normalidad.

 

Martin Hacthoun

 

Día tras día y poco a poco, con un esfuerzo que pocos imaginan, van acondicionando sus viviendas. Lo hacen con materiales aprovechables de los propios destrozos ocasionados por el poderoso ciclón que los azotó el 27 de septiembre.

Están haciendo todo lo posible por volver a hacerlas habitables y están a la espera de los recursos que les proporcionará el gobierno para completar su rehabilitación.

Así lo cuenta Roilan Colombé, un residente de La Verbena, pequeño asentamiento agrícola del municipio de San Juan y Martínez que sufrió enormes daños por la furia de los vientos de Ian en viviendas, infraestructura tabacalera, redes eléctricas y telefónicas.

Hasta allí llegaron una representación del Grupo Empresarial Palco y la agencia de noticias Prensa Latina -con la guía de jóvenes del proyecto local Faro de ayuda solidaria y humanitaria- para distribuir donaciones entre los pobladores de diversas comunidades de ese occidental territorio.

En San Juan y Martínez los vientos derribaron casi 1.500 postes del tendido eléctrico, además de 243 transformadores y decenas de miles de metros de cable, dice Geider Mompie, director de la Unión Eléctrica en la oriental provincia de Granma quien llevó a todos sus trabajadores para ayudar a la recuperación en este territorio.

En el caserío La Ceniza, el lugareño Carlos Gómez, quien trabaja en el gobierno municipal, cuenta que en el Consejo Popular Punta Cartas unas 250 casas de tabaco resultaron destruidas. “No quedó una en pie”, aseguró y añadió que miles de viviendas del área sufrieron perjuicios desde muy severos a parciales y menores. “Llevo viviendo acá 61 años, y nunca viví azote ciclónico de esta magnitud. Ni cuando el Lily e Isidore”, agrega. Esos huracanes golpearon a Pinar del Río en septiembre y octubre de 2002.

A lo largo de la carretera que une la vía principal de San Juan y Martínez con el pequeño puerto pesquero de Punta Cartas, pasando por La Ceniza y Campo Alegre las evidencias son visibles de vegas destruidas y postes y transformadores con amasijos de cables tirados en el suelo.

Un equipo de electricistas de Granma está próxima a iniciar una ofensiva para restañar esos daños, ha dicho Mompié. “Ha sido una ardua y compleja tarea para llegar hasta aquí”, señaló el ingeniero.

En el corazón de San Juan y Martínez está el caserío de Manaca, otros de los municipios visitados por los representantes de Palco y Prensa Latina para entregar donaciones, donde las moradas están más dispersas y alejadas una de otras. Allí viven los Capote, con dos hijos discapacitados y de los más vulnerables por los daños sufridos.

Además de juguetes, golosinas, otros alimentos, productos de aseo y ropas y calzado, entre las donaciones se entregaron colchones y televisores a las familias en situación más crítica.

(Fotos: Pixabay)

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