Globo, Latinoamerica, Reino Unido

Medios independientes vs. medios dominantes

Para la democracia de Latinoamérica, 2022 fue un año particularmente difícil. El panorama político  se consolidó o transformó, hubo, represión policial, protestas, elecciones y nuevos gobiernos. Y en medio de todo estuvo la prensa. Y aún es así.

 

Monica del Pilar Uribe Marin*

 

Para algunos periodistas fue un año bueno, otro año más de tergiversación de la verdad, de contubernio con el poder político y económico.

Pero para muchos periodistas, alternativos e independientes, fue un año funesto, porque los amordazaron de diferentes maneras. De hecho,  unos 40 fueron asesinados (¡un 34 % de los que se produjeron en todo el mundo!)

México fue el segundo país con más asesinatos en todo el mundo, 17. Le siguió Haití. Y en la región lo fueron Colombia, Honduras, Brasil,  Ecuador, Chile, Guatemala y Paraguay. (Lamentablemente, el 86% de estos asesinatos siguen impunes).

Según Reporteros Sin Fronteras, pocos países respetan la libertad de prensa en Latinoamérica: Costa Rica, Jamaica y Argentina parecen hacerlo. Pero ocurre lo contrario en Cuba,  Honduras, Nicaragua, Venezuela,  Colombia, Bolivia, México, Guatemala, El Salvador o  Brasil.

En estos países los periodistas han huido por amenazas y persecución en su contra, hechas desde el poder. Por ejemplo, en El Salvador en 4 años se han exiliado más de 70 profesionales. Nayib Bukele, como otros gobernantes latinoamericanos, es un claro enemigo de los medios que le critican.

Otros centenares fueron amenazados, retenidos o  encarcelados, incluso secuestrados o desaparecidos.  Y otros fueron víctimas de la guerra  digital o de la guerra judicial. Sufrieron, además, vigilancia ilegal -por parte de las fuerzas de seguridad de los Estados-  de sus comunicaciones privadas y la información almacenada en sus dispositivos personales y laborales, poniendo en riesgo a las fuentes periodísticas.

Toda esta persecución persiste hoy.

A lo anterior se suma el uso de las redes sociales por parte de empresarios, políticos y gobiernos que buscan desprestigiar a periodistas y medios de comunicación independientes, que son contrapoder como ocurre en Venezuela

Otra estrategia, prácticamente nueva, son las acciones judiciales y las normas que restringen el ejercicio periodístico. Se busca que no se investigue ni se difunda la verdad.

Con algunas variantes, el espectro en la región es el mismo: permanente violación a la libertad de prensa, y una confrontación ideológica derecha-izquierda y conflictos sociales que impactan el ejercicio periodístico y polarizan las sociedades.

La gente desconfía de los grandes medios y por eso los medios alternativos son otra opción para informarse y se han vuelto necesarios en países donde las dictaduras, el autoritarismo o la falsa democracia los han reprimido al punto de cerrarlos. En Nicaragua, por ejemplo, han cerrado 54 medios.

Colombia

Según Reporteros Sin Fronteras, en la lista mundial de 150 países, Colombia está en el puesto No. 35 de los países más peligrosos para los periodistas, sobre todo para los que trabajan en las regiones y trabajan en medios alternativos e independientes.

Cubrir temas relativos al  medio ambiente, conflicto armado, corrupción o la connivencia entre políticos y grupos armados ilegales, es un riesgo. Los expone sistemáticamente al acoso, la intimidación y la violencia. La verdad está prohibida.

Según la Fundación para la Libertad de Prensa, FLIP en Colombia, entre 2006 y 2022, 5912 periodistas fueron víctimas de violaciones a la libertad de prensa. En estos periodos gobernaron presidentes de la ultraderecha de Colombia. En el último, el del gobierno de Iván Duque, más de 2700 periodistas fueron víctimas durante esos 4 años.

La mayoría de ellos no pertenece a los grandes medios. A propósito de estos, en Colombia hay cuatro grandes medios: El Tiempo,  revista Semana, El Colombiano y RCN. Los cuatro pertenece a hombres muy ricos y poderosos.

Estos  medios cuentan con el apoyo del poder (que se halla en la derecha y ultraderecha), tienen jugosas pautas publicitarias y acceso exclusivo a cierta información. No denuncian,  ni exponen personas, firmas o funcionarios de su ethos que contravengan la ley.

En ellos la independencia y la verdad no existen.

Como contrapeso y desde hace poco más de una década,  han surgido decenas de medios alternativos, algunos de ellos independientes. Han surgido en las zonas donde la  violencia y la  corrupción para ellos  no se pueden ocultar, contándoles incluso la vida.

Surgieron hastiados de que no se denunciara en los medios tradicionales, los horrores del paramilitarismo,  la guerrilla y los crímenes de Estado.

Surgieron porque la gente dejó de creer en los medios tradicionales.

Hay medios independientes, éticos y que buscan la verdad como La Nueva Prensa, la Oreja Rota, Cuestión Pública, Verdad Abierta, La Raya y Rutas del Conflicto, entre otros. Subsisten con donaciones, trabajo voluntario o el respaldo de alguna organización extranjera. Está el caso de Noticias Uno, un noticiero de televisión que fue crítico con los gobiernos anteriores, y que luego perdió su espacio pero se salvó gracias a una campaña de financiación colectiva que recaudó suficiente dinero para sostenerse. Hoy es uno de los noticieros con mayor credibilidad que existen en Colombia.

Estos medios procuran brindar la información que los grandes medios ocultan o tergiversan y por ello muchas veces son víctimas de los círculos del poder.

En los últimos años, dos acontecimientos han definido dónde está el  periodismo independiente en Colombia.

Uno fue el llamado ‘estallido social’, el paro nacional, que se dio entre 2021 y 2022 y donde hubo toda suerte de violaciones a los derechos humanos por parte de la fuerza pública contra los manifestantes (torturas, asesinatos, agresiones sexuales, detenciones arbitrarias, desapariciones).

Hubo un gran silencio por parte del gobierno y de sus entes de control. Y los grandes medios no sólo ocultaron la verdad sino que estigmatizaron a los manifestantes, justificaron la violencia, se prestaron a que la impunidad siguiera su curso. (Hoy en día, frente a las investigaciones que cursan, mantienen el mismo actuar).

La verdad la expusieron los medios alternativos e independientes.

Informaron desde el lugar de los hechos y entrevistaron a las víctimas. Gracias a ellos y las redes sociales, el horror vivido en el estallido social no pudo enterrarse,

El otro hecho lo constituyeron las elecciones presidenciales que dieron como ganador, por primera vez en la historia de Colombia, a un candidato de izquierda, al hoy presidente Gustavo Petro.

Antes, durante y después de las elecciones los grandes medios han manejado una información tendenciosa, manipuladora en muchos casos falsa y calumniadora. Su ejercicio es hoy más activismo que periodismo. Se unen para promover mentiras o provocar una reacción adversa al gobierno en la opinión pública.

Y aunque existen algunas organizaciones de periodistas, ninguna se ha manifestado o ha criticado el ejercicio periodístico de esos medios. En Colombia no existe un ente regulador independiente de prensa que vigile sus prácticas y ética.

Mientras tanto, los medios independientes (muchos de los cuales fueron víctimas de estigmatización, persecución y acoso judicial en los gobiernos anteriores) libran una dura batalla denunciando o realizando investigaciones que no hacen los grandes medios sobre actos cuestionables de las fuerzas militares, ex presidentes o funcionarios públicos. Pese a que hay un gobierno diferente, aún enfrentan violaciones a la libertad de prensa, pues el poder sigue estando en manos de la derecha y ultraderecha del país, de los grupos económicos y de sus amigos que lideran los organismos de control.

Por ejemplo, la Fiscalía General de la Nación  envió una carta a Noticias Uno “para revisar sus instalaciones y cierta información”, pero su verdadero propósito era mirar la información que tenían y conocer sus fuentes.

Otros periodistas han sido víctimas de lawfare como ha ocurrido a algunos mimebros del diario La Nueva Prensa: los someten a años de persecución judicial y buscan encarcelarlos o que abandonen el país.

Otro ejemplo se dio el 29 junio del año pasado cuando la Fiscalía General ordenó inspección de la revista  Cambio (otro medio independiente) poniendo en riesgo la reserva de la fuente. La revista investigaba sobre un general retirado acusado de vínculos con el narcotráfico.

También está el caso de una revista, cuyo editor y algunos de sus reporteros, fueron víctimas de interceptaciones de llamadas telefónicas y correos electrónicos después de que publicaran artículos sobre crímenes cometidos por miembros de las fuerzas armadas.

Según la FLIP en 2022 se cometieron 595 violaciones al ejercicio del periodista. Hubo 668 víctimas. Lo peor son las amenazas (246 periodistas fueron amenazados) y el acoso judicial (afectó a 57 periodistas), una arma efectiva cuando se quiere acallar a los periodistas independientes.

Desafortunadamente no existe un ente que realmente defienda a los periodistas independientes, pues estos apenas empiezan a organizarse y a tratar de profesionalizar su ejercicio. Sin ellos Colombia está condenada a una verdad tergiversada que polariza aún más al país.

En los medios independientes está el que el poder no vuelva a confundirse con la verdad.

* Monica del Pilar Uribe Marin: Intervención en el seminario “Tergiversación de medios dominantes y lucha de medios independientes”, realizado en la Latin American Conference 2023.

(Fotos: Pixabay)

 

Share it / Compartir:

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*