Cultura, En Foco, Opinión, Páginas

Escrito fuera de la historia

La creación de una Alemania Occidental y una Alemania Oriental no fue un designio de Stalin. Stalin quería un amortiguador entre la URSS y Occidente, no un Estado alemán separado y autónomo, y se fijó en los comunistas alemanes que habían huido a Rusia durante la década de 1930 y sobrevivido a sus purgas.

 

Sean Sheehan

 

Su tarea era ingente: una tierra devastada por la guerra, una sociedad civil rota, un pueblo traumatizado. La introducción de una nueva moneda por parte de Estados Unidos en las zonas controladas por el oeste de Berlín, económicamente vinculadas a la zona oriental, se consideró una amenaza y la división de Alemania llegó a parecer inevitable.

Muchos de estos líderes habían sufrido persecución bajo el nazismo, pero no cuestionaron la necesidad de un gobierno de partido único en lo que se convirtió en la República Democrática Alemana (RDA) en 1949. Un auténtico idealismo socialista les convenció de que era necesario mantener firmemente las riendas del poder y, a diferencia de Alemania Occidental, no permitieron que antiguos nazis volvieran a ocupar puestos de poder e influencia.

Cuando el bloque de defensa anticomunista de la OTAN, liderado por Estados Unidos, autorizó la acumulación de fuerzas armadas en Alemania Occidental, Stalin entró en pánico y en 1952 ofreció la reunificación de Alemania como Estado neutral. La oferta, rechazada por Occidente, ha sido convenientemente tachada de estratagema propagandística, pero numerosos documentos atestiguan su seriedad.

Una crisis del costo de la vida en 1953 provocó disturbios en la RDA, atizados por Estados Unidos, que fueron aplastados por las fuerzas soviéticas; se produjeron ejecuciones.

Esto condujo a la cancelación de las reparaciones a la URSS y la economía mejoró, pero también precipitó el aumento de la seguridad interna -la temida Stasi- y el funcionamiento de un Estado policial.

Al mismo tiempo, se produjeron avances: un sistema de guarderías permitió a las madres continuar con su empleo y su carrera profesional y, aunque no siempre se consiguió la igualdad de género, se luchó seriamente por ella; se subvencionaron los alquileres; la propiedad de automóviles -gracias al fiable Trabant- se equiparó a la de Gran Bretaña a finales de la década de 1980.

Pero, como observa Hoyer, el socialismo dificulta un estilo de vida por encima de la media, y los profesionales de clase media y alta se marchaban cada vez más a Alemania Occidental con la esperanza de un nivel de vida más alto. Esto llevó a la construcción del Muro de Berlín y al fin de las fronteras abiertas.

«Más allá del Muro» (“Beyond the Wall” ) es un libro reflexivo y ecuánime, plenamente consciente de lo que merecía la pena de la RDA, sus desventajas económicas y un liderazgo político esclerótico que fracasó estrepitosamente a la hora de modernizar su política. El cambio estaba en el aire y fueron los ciudadanos y no sus políticos quienes provocaron el colapso de la RDA en 1989.

Hoyer tiene razón al lamentar el modo en que la RDA ha sido marginada de la narrativa nacional alemana, tachada injustamente de sociedad estática y vacía: «Hubo opresión y brutalidad, sí, pero también oportunidades y pertenencia». Los hermanos de Brigitte Reimann es un testimonio elocuente de ello, como también lo son las innumerables historias reales reunidas en este relato de otra Alemania, una que corre el peligro de ser borrada de la historia.

“Beyond the Wall: East Germany, 1949-1990”, de Katja Hoyer, está publicado por Allen Lane.

(Traducido por Camila Marquez)Fotos: Pixabay

Share it / Compartir:

One Comment

  1. Hola… existe edición en castellano? gracias

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*