Globo, Latinoamerica

Descolonizar la comida, salvar la selva, recuperar la amazonia

De los 29 países que siembran cultivos transgénicos en el mundo, 10 se encuentran en Latinoamérica, región donde se concentra casi la mitad del área cultivada. La colonización creciente de los alimentos locales o nativos por parte de la industria alimenticia es una amenaza importante a los territorios indígenas de la amazonia. Se apropian de sus conocimientos y productos sin el consentimiento de dichas comunidades.

 

Cascadas Kaieteur desde el aire. Photo by Allan Hopkins /Flickr. Creative Commons License.

Sergio Ferrari

 

En los territorios indígenas vive el 6% de la población mundial,  se concentra el 80% de la biodiversidad del planeta y sus comunidades son depositarias de conocimientos y alimentos tradicionales.

Sin embargo, el acaparamiento de tierras, las prácticas agrícolas insostenibles, las violaciones de los derechos de los pueblos indígenas y el cambio climático amenazan dramáticamente esa herencia.

Desde tiempos ancestrales los pueblos autóctonos han defendido y promovido una exhaustiva variedad de especies vegetales y animales y luchado arduamente para asegurar la sobrevivencia de sus conocimientos tradicionales, sus lenguas y sus alimentos, todos ellos seriamente amenazados de extinción por procesos sociales y ambientales destructivos.

Otra amenaza trascendente, es la colonización creciente de los alimentos locales o nativos por parte de la industria alimenticia. Por una parte, esta industria y sus corporaciones procuran apropiarse de los conocimientos y productos indígenas sin el consentimiento de dichas comunidades. Además, sin reconocerlo ni redistribuir los beneficios con las mismas.

Lo anterior ha quedado expuesto la campaña mundial “Descoloniza tu comida” que lanzó el pasado 9 de agosto la Red de Pueblos Indígenas “Slow Food”, la cual reúne a 370 comunidades en 86 países. Dicha iniciativa anima a las comunidades indígenas a reforzar la lucha para preservar su patrimonio alimentario contra los avances de la “comida rápida”, o “fast food”.

Por otra parte, los comestibles industriales y globalizados desplazan gradualmente a los generados por las comunidades locales y tradicionales.

La Red de Pueblos Indígenas denuncia que los medios de comunicación y, en muchos casos, también las políticas públicas, fomentan la producción y el consumo de los productos alimenticios industriales. Como consecuencia, se agrava la inseguridad alimentaria de las comunidades indígenas debido a la homogeneización de su dieta básica y la desaparición de tradiciones y aun sabores culinarios, economías locales e identidades alimentarias.

Según Naciones Unidas ya en 2020 unos 130 millones de personas en América Latina y el Caribe no contaban con una dieta cotidiana saludable. Un informe de varias agencias de la ONU devela el escándalo nutricional que golpea el continente: “En la región, la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave, de sobrepeso en niños y niñas menores de cinco años, y de obesidad en adultos, es superior a los promedios mundiales. Además, la región tiene la dieta saludable más costosa en comparación con otras regiones del mundo”.

La antítesis de las recetas autóctonas la constituye la comida “chatarra”, o “de rápido acceso” (de allí su nombre en inglés, fast food), con altos niveles de grasas, azúcar, condimentos y aditivos. De acuerdo con datos de la consultora Grand View Research, el mercado mundial de comida rápida generó $US 529.500 millones en 2020. Las estadísticas anticipan para ese sector una tasa compuesta de crecimiento anual (CAGR) de 4,6% entre 2021 y 2028.

La “inundación” del mercado con alimentos procesados provoca un cambio considerable en los hábitos alimentarios, cuyos efectos nocivos para la salud se expresa cotidianamente. Sólo en 2022, la superficie mundial de cultivos transgénicos aumentó un 3,3 por ciento, alcanzando los 202 millones de hectáreas, la superficie más alta jamás sembrada hasta ahora.

Este incremento se dio, especialmente, en Brasil, Australia, India, Paraguay y Sudáfrica.

De los 29 países que siembran cultivos transgénicos en el mundo, 10 se encuentran en Latinoamérica, región donde se concentra casi la mitad del área cultivada. De los 10 principales países de este sector, cuatro son latinoamericanos, con Brasil y Argentina a la cabeza.

Alimentos e identidad

Comentando sobre la importancia de la Campaña Descoloniza tu comida, Dalí Nolasco Cruz, dirigente indígena mexicana, y miembro del directorio de Slow Food, sostiene que “Nuestra alimentación nos conecta con nuestras comunidades, con la Madre Tierra y con nuestros antepasados. Es nuestra cultura, nuestro conocimiento, nuestra vida, es decir, nuestra propia identidad».

Para Nolasco “es esencial garantizar que los alimentos de los pueblos indígenas sigan siendo respetados, protegidos y celebrados como parte integrante de la cultura culinaria mundial”. En México, la Red de Pueblos Indígenas está desempeñando un papel muy activo en esta campaña al promover que las comunidades indígenas identifiquen y presenten los alimentos locales que desean descolonizar. Desde años participa en las diversas iniciativas y campañas que demandan un país sin transgénicos.

Nolasco Cruz insiste fervientemente en la necesidad imperiosa de promover la «agricultura local para defender la biodiversidad, el territorio y la identidad de las comunidades nativas”, en particular en América Latina, “donde la situación sigue siendo crítica”.

Por otro lado, el 8 y el 9 de agosto, se realizó en la ciudad de Belém de Pará, en el norte brasileño, la Cumbre de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA).

En dicha Cumbre, convocada por Brasil, también participaron dirigentes de primer nivel de Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú, Guyana, Surinam y Venezuela –las otras siete naciones que integran esa región geográfica, verdadero pulmón ecológico y principal reserva de la biodiversidad del planeta.

El documento final, incluye una agenda para confrontar la deforestación y establece medidas de cooperación entre naciones para la protección del Bioma Amazónico.

Un aspecto clave es recordarle a las naciones poderosas del mundo que deben cumplir sus compromisos financieros destinados al cuidado y la protección de la Amazonia, como lo establecen los acuerdos climáticos de la ONU. Se trata de una cifra cercana a los 100 mil millones de dólares anuales. A pesar de esos pasos positivos, portavoces de las comunidades indígenas expresaron su escepticismo sobre los resultados globales de la Cumbre. Temas esenciales como la meta de deforestación cero hasta 2030 o el control de la expansión petrolera y de gas en la Amazonia no encontraron respuestas efectivas. PL

(Fotos: Pixabay)

 

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