Globo, Mundo, Reino Unido

La actual Nakba palestina

Gaza alberga una densa población: aproximadamente 2,3 millones de personas en una extensión de tierra de 25 millas de largo y 6 millas de ancho. Normalmente, la mayoría de los gazatíes no pueden salir de este enclave. Se ha convertido en la mayor prisión al aire libre del mundo.

 

Sul Nowroz / Real Media*

 

Desde el sábado 7 de octubre Israel ha lanzado más de 6.000 bombas en Gaza, algo de lo que presume con orgullo. No se arrepiente. Pero el viernes 13 de octubre, en el norte de Gaza, las bombas cesaron por un momento; en su lugar, cientos de miles de octavillas flotaron silenciosamente hasta el suelo.

Era un espectáculo espeluznante. Comenzaban como motas blancas sobre un cielo azul puro, flotaban sobre tejados dañados y planeaban junto a edificios destruidos, antes de aterrizar sobre escombros ennegrecidos, cascotes destrozados y calles manchadas de sangre. Por un momento se podría pensar que los ángeles descendían del cielo para recoger a los asesinados de Gaza. Pero ni siquiera a los ángeles se les permite entrar en esta parte de la Palestina asediada.

Los panfletos eran una orden de desalojo que notificaba a los residentes del norte de Gaza y de la ciudad de Gaza, aproximadamente 1,1 millones de personas, que debían trasladarse al sur, más allá de Wadi Gaza, un valle fluvial en el centro de Gaza.

La ciudad de Gaza es la más poblada del Estado palestino y vaciarla es como pedir a Estados Unidos que desaloje Nueva York. Y del mismo modo que Nueva York es simbólica para los estadounidenses, la ciudad de Gaza tiene un significado emocional en la psique palestina.

Abandonar este lugar será traumático, quedarse será fatal. Esta desgarradora elección ha atormentado a los palestinos durante generaciones y es responsable de la reducción de su patria a un escaso veintidós por ciento de lo que era antes de la colonización.

El ciclo de robo violento de tierras y desalojo forzoso de palestinos comenzó en 1948, cuando se partió Palestina desplazando entre 750.000 y 1 millón de palestinos, es decir, alrededor del 70% de la población indígena. La partición se llevó a cabo bajo los auspicios de las Naciones Unidas y probablemente se consideraría ilegal hoy en día, ya que fue «contraria a la voluntad del pueblo palestino y a su derecho natural a su patria, e incompatible con los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas».

Esta catástrofe, o Nakba en árabe, se conmemora cada 15 de mayo.  En un giro de lo más extraño, las propias Naciones Unidas comenzaron a conmemorar la Nakba en 2023 para poder recordar el «desplazamiento masivo de palestinos de sus hogares en 1948, que coincidió con la fundación de Israel». La ironía de semejante gesto parece haber pasado desapercibida para todos menos para los palestinos.

Palestine Nakba Day. Demo Berlin. Foto de Montecruz /Flickr. Creative Commons License.

Hanan Ashrawi es una política, legisladora, activista y académica palestina. Ha recibido elogios de Mary Robinson, ex Comisaria de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, y del arzobispo Desmond Tutu, y denuncia las injusticias infligidas a Palestina y su pueblo. En 2001, Ashrawi pronunció un discurso en las Naciones Unidas en el que explicó que la Nakba no fue un acontecimiento aislado, sino un proceso que mantiene a Palestina como rehén de la persistencia del colonialismo, el apartheid y el racismo.  Lo llamó la «Nakba en curso».

Ayer Israel ordenó la evacuación parcial de otro Estado soberano; Palestina está reconocida por 137 de un total de 193 países, y lo hizo mediante amenazas e intimidación. Está desplazando por la fuerza a una población hacia la frontera sur de Gaza, que ya está muy saturada. Más allá de esa frontera está la península egipcia del Sinaí, una extensión desértica, en gran parte despoblada. Se trata de un terreno duro, en el que se vive con dureza. Y es el tipo de lugar donde la gente se olvida fácilmente.

El viernes 23 de septiembre de este año, el Primer Ministro israelí Benjamin Netanyahu habló ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Hacia la mitad de su discurso de veinticinco minutos levanta un mapa. Es de tamaño A3 y describe Oriente Próximo.

El territorio de Israel está marcado en negro sólido y consume por completo a Gaza. Es como si Gaza nunca hubiera existido. Una tierra y sus 2,3 millones de habitantes desaparecieran.

Siempre esperé que la pesadilla de Ashrawi de una Nakba interminable fuera metafórica, pero me preocupa que esté a punto de repetirse, esta vez en la península del Sinaí. Me pregunto cómo conmemorará Naciones Unidas esta catástrofe en los próximos años.

*Sul Nowroz es una periodista y ensayista que da voz a personas y lugares que se resisten a la injusticia y la opresión. Sus temas principales son la ocupación colonial y de colonos, la protesta y la resistencia, la desobediencia civil y la acción directa, con especial atención atención a las regiones de Oriente Medio y Asia Próxima.

*Articulo originalmente publicado en Real Media.

 (Traducido por The Prisma – The Multicultural Newspaper– Fotos: Pixabay

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