Globo, Latinoamerica, Reino Unido

La pobreza no se reduce sin disminuir desigualdades

La llegada de gobiernos progresistas en América Latina logró impulsar políticas sociales universales, y en algunas se avanzó en la cobertura de ciertas necesidades. Por ello  el ritmo de reducción de desigualdad y pobreza mostraba comportamientos relativamente positivos.

 

Teyuné Díaz Díaz

 

Fruto de los efectos de los acumulados, la situación cambió con la llegada a la región de gobiernos de derecha, y ello implicó retrocesos en materia social, unida al impacto negativo de la Covid-19.

Asilo expresa Geydis Fundora,  doctora en Ciencias Sociológicas y  profesora titular de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales de Cuba. Fundora piensa que no se puede reducir pobreza sin disminuir desigualdades; se puede mitigar, aliviar algunos indicadores cuando el Estado tiene un sistema de asistencia social fuerte basado en una política fiscal que permita la captación de más ingresos de quienes concentran mayores riquezas.

Pero sin la trasformación de desigualdades de género, raciales, étnicas, discriminación por discapacidad (una de las estadísticas más invisibles), realmente no se transformará la situación de pobreza.

En opinión de la investigadora, en las políticas existen en cuatro niveles. Las políticas más universalistas tienen una visión más homogénea, un enfoque poblacionista acrítico -para toda la población-, pero llegado un momento se estancan sus efectos.

Si esto ocurre se requiere la creación de nuevas políticas porque la movilidad positiva llega a un punto y puede ocurrir el acaparamiento de oportunidades de aquellos mejor posicionados, pero son proyecciones válidas y necesarias.

Según Fundora las acciones universales deben complementarse con otras que atiendan de manera específica a sujetos en desventaja, denominadas universalismo sensible a las diferencias, universalismo crítico. Por otro lado, están las políticas sensibles a la heterogeneidad, aquellas que diferencian necesidades como pueden ser las de adultos mayores, niños y niñas. Sin embargo, no afrontan la desigualdad al no problematizarla, plantea que somos diversos y por tanto la estructura de opciones debe responder a ello.

En el tercer nivel están las promotoras de movilidad ascendente individual, que observan la desigualdad, las desventajas de determinados grupos sociales, género, ruralidad, empleo informal, la responsabilidad de un hogar y una sobrecarga en materia de ingreso.

En ese caso se encaminan a empoderar económicamente a esa persona, estarán focalizadas en individuos, hogares, y ayudan a los sujetos de la política para que tengan las condiciones y las aprovechen.

Pero no significan la erradicación del fenómeno, ni tampoco implican soluciones permanentes o sin recaídas, y aunque no erradican las causas del problema, al menos ya problematizan la desigualdad.

Y por último la política de universalismo crítico sensible a las diferencias pero ya con una problematización de la desigualdad, aborda las causas estructurales. Ejemplo: el fin de mi política es transformar la estructura de empleo. Pero traducir el planteamiento a resultados es más difícil debido a la escasez de recursos estatales, o requiere una transformación revolucionaria o radical, lo cual generaría conflicto de intereses porque estamos hablando de la concentración de capitales, del uso del trabajo ajeno mal pagado.

A juicio de Fundora, la atención a la situación de pobreza debe ir acompañada de atención a las vulnerabilidades y a las desigualdades. PL

(Fotos: Pixabay)

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