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Todo lo demás será maldito

Adrian Johnston, el autor de “Codicia infinita”, es profesor de filosofía y sus libros y artículos sobre Źiźek son de lectura esencial, pero con frases largas y a veces abstrusas, no son para los pusilánimes.

 

Sean Sheehan

 

Este libro, sobre “el egoísmo inhumano del capital”, está escrito en un estilo más accesible y es igualmente instructivo sobre su tema.

Johnston se opone a la suposición común, por parte de defensores y críticos del capitalismo, de que el atractivo del sistema es el egoísmo.  Se hace referencia a un informe sobre la riqueza mundial de Credit Suisse de 2020, según el cual el 1% más rico del mundo posee el 43,4% de la riqueza mundial total, por lo que la afirmación de Johnston parece contraintuitiva.  Una cita de Marx anuncia la tesis del libro: “Porque el capitalismo ya está esencialmente abolido una vez que asumimos que es el disfrute el motivo impulsor y no el enriquecimiento en sí mismo”.

El psicoanálisis lleva mucho tiempo comprometido con el marxismo, empezando por Freud pero incluyendo a psicólogos soviéticos como Luria y pensadores occidentales afines a Marx como Wilhelm Reich y Herbert Marcuse. Estos compromisos se caracterizan por los malentendidos mutuos, y Lacan es a quien se recurre en busca de esclarecimiento. Jouissance, traducido inadecuadamente como disfrute, apunta a la satisfacción que proviene del fracaso en alcanzar un objeto de deseo que repararía la grieta en el ser. La grieta surge de la incompleción del ser -hay lagunas en el orden del ser- y de la difícil situación del sujeto atónito ante su propia existencia fallida. El capitalismo es, en última instancia, jouissance, argumenta Johnston: “la persecución consumista del dragón” se hace eco de la búsqueda de beneficios del capitalista.

El egoísmo se eleva a una forma socialmente dominante en nuestras vidas y la codicia es específica de los capitalistas.

Dinero – mercancía – más dinero (M-C-M) es la lógica de un bucle que se repite sin fin. Injertada en las economías libidinales de consumidores y capitalistas, se convierte en codicia infinita para algunos. No hay límite para la acumulación de beneficios (plusvalía). El dinero nunca duerme y, según Johnston, nos deja tirados. El M-C-M adquiere la fuerza de una pulsión y la única forma de salir de la rueda del hámster es dejar de ser capitalista y dejar de ser un engranaje consumista. Como pulsión, el M-C-M no es egoísmo, es “una plantilla impersonal implantada en los sometidos al capitalismo”. Los consumidores irreflexivos “se entregan a su gélida inhumanidad”.

Hay mucho que digerir en las 300 páginas de este libro y un capítulo, por ejemplo, se dedica al modo en que la religión no se ha marchitado como cabría pensar. La observación de Walter Benjamin de que el capitalismo sirve para satisfacer “las mismas preocupaciones, angustias e inquietudes” que la religión es una pista de la dirección que toma Johnston. La ideología convence a la gente de que los asuntos terrenales no pueden ser diferentes a como son y la religión forma parte de la ilusión.

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Infinite greed” (Codicia infinita) concluye volviendo a Marx y a la lógica capitalista de la plusvalía.

¿Qué, se pregunta Johnston, “puede ser más estúpido que la búsqueda automática e instintiva” de “unidades cuantitativas cada vez más insignificantes, sin importar nada más”?

 “Infinite greed: The inhuman selfishness of capital”, de Adrian Johnston, es publicado por Columbia University Press.

(Traducido por Camila Márquez) – Fotos: Pixabay y Wikipedia.

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