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Los retos de criar hijos latinoamericanos en la diáspora

Los álgidos disturbios de hace un par de décadas en el Reino Unido dejaron a la población sorprendida, enfadada y esperando encontrar a algún responsable. Debido a la sorpresa que causó el que la mayoría de los causantes eran muy jóvenes, la mayor parte de culpa recayó, como era de esperarse, sobre los padres por su incapacidad de controlar a sus hijos.

 

Patrice Gerrard

 

“Se trata de respeto”, declaró una persona. “Los padres nunca dejarían que sus hijos se salieran con la suya en México.

Para que esto sea cierto tienen que existir cierto extremos y y fundamental contrastes de métodos de crianza de los hijos entre familias británicas y latinoamericanas.

Cuando se ven a primera vista a las dos culturas, ciertamente, parecen haber diferencias referentes a las relaciones entre jóvenes y mayores. Más notoria es la aparentemente universal e incondicional idea en toda Latinoamérica de que el respeto se gana con la edad.

La constante cortesía al utilizar el “usted” al dirigirse a los mayores es un pequeño ejemplo. En el RU muchos piensan que, aunque el respeto a los mayores fue una actitud de hace 50 años, su práctica ya no es tan común. Este argumento es de alguna manera justificado cuando se ve a un menor burlándose de un pensionista en el bus o se escucha una conversación con sus padres utilizando palabrotas. Sin embargo, también existen chicos incontrolables en América Latina. Por ejemplo, la presente narco-violencia de México ha provocado que muchos de los carteles recluten a chicos muy jóvenes, con padres incapaces de hacer algo. Películas como “Sin Nombre” y “Ciudad de Dios” muestran cómo la mentalidad de las pandillas; también culpables de los disturbios, pueden fracturar por completo las relaciones entre padre e hijo.

Se estima que cerca de 200,000 latinoamericanos viven ahora en Londres, siendo cerca del doce% menores de 16 años. La primera generación de latinoamericanos aún sobrepasa largamente a los nacidos aquí, por lo que sus métodos de crianza son difíciles de cambiar. La familia de Gastón se mudó a Londres desde Argentina cuando él tenía 2 años:

“De niño hubiera recibido un manotazo si hiciera algo indebido o hablara groseramente. Una vez fui a la casa de un amigo inglés y no lo pude creer. Dijo una mala palabra y, en lugar de castigarlo, su mamá lo mandó sentar a las escaleras por unos minutos. ¡Pensé que él lo tenía todo muy fácil!

Responder a los padres es algo que los niños hacen en la mayoría de culturas. Sin embargo, se da un interesante giro al vivir en un país con un idioma no familiar: “Cuando recién llegué, mi inglés era muy pobre, pero los niños aprenden idiomas tan rápido”, explica Antonia de Colombia. “Mi hija me decía cosas en inglés que nunca podría expresar en español porque yo no lo podría entender”.

Alrededor del mundo, los británicos aún están sujetos al antiguo estereotipo de ser fríos y reservados con respecto a relaciones personales. Los latinoamericanos, por otro lado, se piensa que son mucho más expresivos con sus emociones. Con muchos abrazos, besos, y ser el hijo de mamá parece ser más un hecho de vida que un insulto.

Además, existe la renuencia de separarse de los padres. No es raro encontrar latinoamericanos viviendo en casa de sus familias hasta que se casan.

En Gran Bretaña, muchos de los jóvenes parecen abandonar el nido a la primera oportunidad. Tan pronto como cumplan los dieciocho y la universidad los atraiga, empacan sus cosas y ya están viviendo solos por primera vez.

El rol de la religión además tiene una influencia mayor en la familia. Se estima que más del 80 por ciento de latinoamericanos se consideran católicos. La religión en el RU, sin embargo, va en declive. Mucha gente piensa que profesar una fe y ser educados en un hogar religioso brinda a los niños importantes valores morales que no se encuentran en ningún otro lugar.

Mientras es cierto que el catolicismo enfatiza la importancia de la familia (se dan grandes reuniones familiares en Latinoamérica por Semana Santa, el Día de los Reyes, entre otros) esta fraternidad aún se puede encontrar fuera de la religión. Millones de británicos quienes no se consideran cristianos, aún se refieren a la Navidad como “tiempo para la familia”.

Todavía queda una gran brecha entre el número de la primera y segunda generación de latinoamericanos viviendo en el RU. Sin embargo, esta brecha simplemente se reducirá y pronto habrán más descendientes de latinoamericanos nacidos en el RU. Esto seguramente provocará la mezcla y dilución de la cultura de crianza, que llevan en sus venas, con aquélla de su entorno.

(Traducido por Elena Meléndez) – Fotos: Pixabay

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