En Foco, Opinión

Rivera, el «escritor de la selva»

José Eustasio Rivera, denuncia los pavorosos sufrimientos de los indígenas de esta vasta región perdida y abandonada dentro del territorio nacional, por causa del centralismo constitucional de 1886.

 

Armando Orozco Tovar

 

Extraño que José Eustasio Rivera (Neiva-Huila-1886) joven aún muriera en Nueva York, no porque la Parca sea rara para nadie, sino que es sospechosa le llegara así tan de repente al autor de La Vorágine, cuando  en esta urbe dirigía la reedición de su obra y publicación en inglés.

“Extraordinario poeta” lo llamó Horacio Quiroga, el escritor Paraguayo, a quien sólo conoció,” con tanta agua y tierra de por medio”  en pocas cartas. Este otro grande de la cuentística latinoamericana, lo llamó así al considerar su obra un poema épico: “donde la selva, tropical, con su ambiente, su clima, sus tinieblas, sus ríos, sus industrias y sus miserias, vibra con su pulso épico no alcanzado jamás en la literatura colombiana.”

Así dice de Rivera otro gran “poeta de la selva”, del país que padeció durante cinco años la Guerra de la Triple Alianza en confabulación con Inglaterra, Brasil y Argentina, acabando con el proyecto revolucionario que redimía a su pueblo del coloniaje europeo.

Quiroga, también dijo del autor de los sonetos: Tierra de promisión, comenzados a publicar hace exactamente cien años en periódicos y revistas de Bogotá, que su amor y conocimientos selváticos los adquirió como miembro de la delegación de Colombia para la delimitación fronteriza con Venezuela.

Rivera en su periplo por el sur del país sirviendo en la misma delegación, conoció: “Los horrores del Putumayo”. La entraña tenebrosa de la explotación del caucho tan necesario para los automóviles y camiones de las multinacionales y su guerra mundial, que este año cumple su centenario con trompetas, cañonazos, y las flores de los mandatarios, puestas en las tumbas de los sacrificados por el gran capital. José Eustasio Rivera, denuncia los pavorosos sufrimientos de los indígenas de esta vasta región perdida y abandonada dentro del territorio nacional, por causa del centralismo constitucional de 1886.

El saqueo era ocasionado por el capital financiero de la banca internacional del caucho. Su mirada descubridora de poeta, no sólo abarcó la inmensa región, sino la crudeza de dicho aprovechamiento.

Horacio Quiroga describe al personaje principal de “La Vorágine” como: “impulsivo, sentimental, voluntarioso, honrado, borracho, generoso”, que son las características esenciales del colombiano, a quien le quitó lo de “honrado”, dándole así una visión diferente al extranjero.  Es decir, el de una multitud oligárquica, mafiosa y corrupta, que se apoderó del país hace centurias, marcándole su destino hacia la nada.

En la obra novelística riveriana su párrafo de entrada dice: “Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia.” Porque al corazón del colombiano también se lo ganaron las contiendas y el fanatismo, que no finaliza en los campos de batalla, y sobre todo en sus mentes. A petición de Rivera, Quiroga, era el encargado de escribir el prólogo de la edición gringa, pero como se insinúa al comienzo el escritor colombiano, murió misteriosamente en Nueva York, sede del capitalismo salvaje, antes de tiempo, un 19 de febrero de 1928. Un año antes del la gran crisis económica.

¿De qué selva nos habla José Eustasio Rivera?

(Fotos: Pixabay)

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