Globo, Migrantes, Multicultura, Reino Unido

Crónica del viaje de un inmigrante

Paseaba por la calle sin motivo alguno cuando unos jóvenes comenzaron a gritarme: «Oye, afgano, ¿por qué llevas esa chaqueta roja?». Yo les pregunté: «¿Qué le pasa a esta chaqueta? Si quieres puedes ir y comprarte una.» Y me contestaron: «No, tú no tienes derecho a llevar ropa buena.» También era un problema si llevaba la ropa sucia. Y decían: «Oh, el pestilente afgano no tiene buena pinta». Pero si llevaba ropa buena ellos comentaban: «Oh, ahora el afgano se ha convertido en humano». Así que me resultaba muy difícil parar a estos jóvenes en la calle todos los días. Y cada día lo único que quería era huir de Irán.

 

Akvilė Žaromskytė

 

Esto es lo que Inbrahim Nasser, que ahora tiene 34 años, soñó durante su toda su adolescencia. Nacido en Afganistán, su familia se mudó a Irán cuando él tenía cuatro años. Cuando Inbrahim tenía 21, decidió empezar una nueva vida en Europa.

La tierra de sus sueños y su destino preferido era Reino Unido. Pero al final consiguió el permiso de residencia en Italia y ahora vive en Sicilia. Intentó escapar tres veces de Irán para ir a Grecia. La manera en la que viajaba era muy peligrosa pero todos los peligros a los que se enfrentó durante los siete años que duró su viaje sucedían para conseguir un futuro mejor.

En un barco pequeño

Por los mares turcos comenzó el viaje que lo llevó finalmente a Grecia. Inbrahim solo tenía 23 años. Él y otros cuatro jóvenes cogieron un pequeño barco.

«El barco era muy pequeño. Pusimos todas nuestras ropas secas dentro, y con una pierna en el barco y otra fuera en el agua comenzamos a remar.» Remaban sin ropas a finales de diciembre. Hacia frío pero el barco era tan pequeño que tenían que dejar una de las piernas en el agua. No sabían ni cómo se remaba.

Durante las diez horas que duró el viaje uno de ellos se cayó al agua. Lo sacaron y se tumbó en el barco congelado de frío. Otro lloraba y rezaba en voz alta. El tercero solo tenía su mirada fija en el mar y no hacía nada, recuerda Inbrahim.

Me decía que la montaña a la que miraba no se movía. Yo le dije que ninguna montaña se mueve. “Somos nosotros los que tenemos que movernos.» Quería creer que Dios los ayudaría a llegar a tierra así que pidió a los demás no entrar en pánico y seguir remando.

Escapando de la policía

Dios fue generoso y afortunadamente llegaron a orillas griegas. Inbrahim se las arregló para guardar su ropa antes de que la policía los cogiera y los llevaran a comisaría.

Se calentaba bebiendo té y pensando en un plan de escape. «Pregunté al policía si podía cambiarme de ropa. Me dijo sí. Fui al servicio, me cambié de ropa y cuando salí vi que era un buen momento para escapar porque los policías estaban cambiando el turno.»

Nasser se escapó y fue a la ciudad e hizo todo lo que pudo para cambiar su apariencia. Se compró una chaqueta y un periódico local para parecer que era griego, algunas galletas y una lata de Pepsi. Pero antes de encontrar algún sitio para comprarse unas gafas de sol, el mismo policía que lo había recogido del mar lo vio.

Llevó a Inbrahim de nuevo a la comisaría, le pegó y lo metió en la misma celda que a sus amigos. Cogieron muestra de sus huellas dactilares, lo que significaba que Grecia se hacía cargo de él. Ahora ya no podía irse a ningún otro país.

De Francia a Reino Unido debajo de un camión

Seguía con el sueño de ir a Reino Unido donde vivía su hermana. Después de un largo viaje llegó a Francia.

Sabía que esta era su oportunidad de alcanzar su destino, pero encontrar a un traficante que lo ayudara no era tarea fácil. Después de varios intentos fallidos de colarse en un barco él y un amigo decidieron entrar en Inglaterra a su manera. Encontraron un ferri que transportaba camiones a Inglaterra. Se escondieron debajo de uno de ellos. Su amigo se instaló en el hueco de la rueda de repuesto, y Nasser se agarró al tubo de escape cerca de las ruedas. Cuando el barco atracó en Inglaterra, pensaron que el camión pararía, pero simplemente arrancó y comenzó su marcha. Era invierno.

Seguían debajo del camión que iba muy rápido, y toda la nieve sucia de la autopista salpicaba a Inbrahim en la cara. Estaba congelado y no podía sentir algunas partes su cuerpo. Finalmente, después de unas horas, el camión paró y huyeron.

A la espera de la libertad

Inbrahim no pasó mucho tiempo en Inglaterra, las autoridades lo devolvieron a Grecia. Esa era su vida: enfrentarse a situaciones crueles huyendo de la policía, y yendo de un lugar a otro hasta que finalmente se asentó en Italia.

Como todo ciudadano europeo, Inbrahim Nasser podría vivir y trabajar legalmente dentro de la Unión Europea si tuviese la nacionalidad italiana. Para conseguir eso debe vivir como mínimo 10 años en Italia y tener un trabajo durante 3 años.

Pero la crisis económica hace muy difícil encontrar un trabajo normal en Italia. Por el momento tiene un permiso de residencia pero sigue a la espera de un permiso para abandonar el país y seguir buscando su libertad.

(Memorias de The Prisma)

(Translated by Paula Pagán – Email: paula.pagan.soriano@gmail.com) –  Fotos: Pixabay

 

Share it / Compartir:

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*