En Foco, Opinión

Magil, comprometido con la historia de Colombia

Colombiano,  dueño de un discurso profundo y sentido, el conocido escritor Manuel Giraldo, Magil, habló para The Prisma sobre diferentes aspectos de su vida.

 

Cesar Amaya Sandino

 

Cuando terminó de escribir “Conciertos del desconcierto”  se encontraba en Barcelona.

Fue allí, en este lugar donde escribió ese primer libro que le dio la fama y el premio Plaza & Janes, uno de los galardones internacionales más importantes de literatura.

Esa romántica ciudad donde vivió durante casi dos décadas y donde conoció el amor y donde también lo perdió de manera fatal y dolorosa, le dio la oportunidad de encontrarse con escritores como Julio Cortázar, Onetti y vivir momentos inolvidables como cuando Gabriel García Márquez, ‘Gabo’, celebró junto a él y a Luis Fayad –  entonces dos jóvenes promesas de la literatura -, el premio Nobel por “Cien años de soledad”.

Magil recuerda a Gabo y a otras figuras literarias como los seres más humildes y sensiblesque ante un escritor joven como lo era él en aquel entonces, se mostraron amables y abiertos.

Igual ha pensado siempre de Julio Cortazar, con quien compartió en más de una ocasión largas charlas y vinos interminables mientras hablaban de “Rayuela”. Magil dice que el primer regalo que le dio Europa fue haber tenido su primer desayuno compartiendo, sin darse cuenta, la misma mesa con el escritor argentino.

Lo tuvo al frente todo el tiempo, pero sólo se dio cuenta de quién era hasta cuando el camarero empezó a recoger sus rastros de la mesa. Claro, después lo alcanzó y así le conoció personalmente.

También recuerda aquella otra vez cuando se acercaron a saludar a Juan Rulfo al final de una conferencia suya en la universidad de Toulouse. El escritor mejicano Juan Rulfo les dijo a él y al poeta hondureño Eduardo Paredes: “Esperen despacho a todos estos chingones diplomáticos y nos vamos a tomar un tequila”.

También admirador de escritores latinoamericanos como Macedonio Fernández, Juan Carlos Onetti, Jorge Luis Borges y Leopoldo Marechal, entre muchos otros,  a día de hoy afirma que “un artista que no tiene consciencia política está haciendo un acto egoísta, hedonista. Lo que propone no compromete, simplemente vende”.

Esta consciencia es la que le compromete con la historia de Colombia, pese a la distancia y por eso escribió su polémica “Crónica oculta del conflicto”, un libro que analiza el conflicto colombiano y que recibió buenas críticas, aunque también problemas que complicaron su regreso a Colombia, su país.

Originario de un recóndito pueblo colombiano llamado Líbano, Tolima, uno de los más golpeados por la violencia y la cual reclamó a su padre,  se fue a Bogotá con su madre y otros miles de campesinos desplazados.

Allí tuvo la oportunidad de crecer inmerso en las letras y el arte en compañía del grupo de teatro “La Candelaria”, precursores de este arte en Colombia y premio Casa de las Américas por “Guadalupe años 50”.

Hoy, siempre comprometido con las letras, ha lanzado su último libro, “Viaje insurreccional por América Latina” una revisión de la historia contada desde el otro lado.

Y se prepara a publicar lo que considera la obra de su vida: “La saga fantástica de Valmiki”.

Usted afirma que la literatura está en crisis. ¿Qué está pasando?

Lo que se puede llamar la literatura comercial, es aquella que no aguanta una primera lectura, no aguanta un análisis, y ahora se está dando una moda un tanto extraña y es que a los poetas les ha dado por ser novelistas, como si ser novelista fuera simplemente llenar páginas.

¿Qué es la novela entonces?

Es una responsabilidad tan grande como la que tiene un arquitecto en el momento de construir un edificio; y los poetas pueden tener mucho manejo de la imagen poética como tal, pero el manejo de la estructura es un tema muy serio. Yo les diría a unos cuantos que han caído en ello, que le echen una mirada  a la semiología, a ese gran maestro que es Ferdinand de Saussure o el mismo Humberto Eco respecto al manejo del signo y lo que eso significa dentro de la construcción artística.

Háblenos un poco sobre su novela “Conciertos del desconcierto”.

Esa una novela que cuenta un fenómeno que ha ocurrido en nuestro país con toda una generación de músicos que en los años 70 y 80 organizaban conciertos en los parques, en las plazas, en los pueblos. Y eran conciertos gratuitos a los cuales iban los grupos que se estaban formando. Eran un promedio de unos 40 grupos y más o menos cada tercer día, dos días a la semana hacían conciertos en distintos sitios de Bogotá, como también los había en Cali y en Medellín.

¿Cómo eran estos grupos?

Eran contestatarios. Las letras de sus canciones eran bastante contestatarias, los nombres eran bastante irreverentes. Por ejemplo existía un grupo que se llamaba “Los apóstoles del morbo”, “La gran sociedad del Estado” o nombres poéticos como “Terrón de sueños” y “Aeda” entre otros.

¿Cómo cambio su vida el premio?

Más que cambiarla lo que me dio fue un impulso muy grande y es el de seguir escribiendo. Y de eso han pasado 30 años y aún sigo escribiendo con la misma pasión del primer día. La única diferencia es que hoy trabajo mucho más los libros, con mayor rigor, mayor exigencia y ante todo con mayor amor a la literatura, porque para mí la literatura realmente es como… como el aliento vital que me mantiene aún vivo.

“Crónica oculta” es un libro que le ha traído problemas. Háblenos un poco sobre ello.

Es un libro que sigue en proceso. Me propuse escribir ese libro cuando hice mi viaje al Caguán (población colombiana), cuando se instaló la mesa de diálogos y se dieron las audiencias públicas en Los Pozos. Personalmente vi una gran voluntad por parte de la insurgencia para llegar a unos diálogos de paz en Colombia, llegaron con propuestas muy serias. Esa mesa temática de 10 puntos recogía globalmente la problemática del país.

¿Qué pasó?

El señor Andrés Pastrana rompió los diálogos y no pasaron 12 horas, ni siquiera 5 cuando ya estaban bombardeando toda la zona del Caguán y todas las áreas limítrofes con Los Pozos.

Si hacemos un estudio histórico de lo que ha sucedido con las distintas mesas de diálogo, nos podemos dar cuenta de que jamás la insurgencia, ni el ELN ni las FARC se han levantado de la mesa de negociación. Siempre han sido esos diálogos rotos de manera unilateral por parte del gobierno.

¿Cómo surge la idea del libro?

Realmente yo me dediqué al tema de Colombia porque en un momento determinado cuando comienzan los diálogos del Caguán, en un diálogo conmigo mismo dije: “Me voy a ir de este mundo y mi país va a seguir en la misma guerra en la cual yo nací y no estoy haciendo nada porque se acabe”. Entonces me plantee escribir “Crónica oculta”. Sabía que eso me iba a cerrar todas las puertas en el país, pero aun así, yo he aprendido algo muy bello.

Se afirma que la guerrilla colombiana se ha debilitado en los últimos gobiernos en Colombia. ¿Cómo ve la situación para negociar la paz en este momento?

La verdad es que un proceso de paz en Colombia ante todo necesita un acompañamiento internacional, desde un comienzo hasta que finalmente se llegue a un acuerdo de paz. Yo no digo de una entrega de armas porque no creo que la insurgencia después de casi 60 años de lucha armada y con todos los antecedentes que existen, vaya a claudicar de esa manera. La única garantía que ellos tienen son las armas y eso lo sabe el mismo gobierno. Entonces el gran obstáculo que siempre va a existir, va a ser ese.

¿Y que piensa la insurgencia?

Alfonso Cano decía en una entrevista que me concedió para “Crónica Oculta”, que si para un cese al fuego había tantos obstáculos, muchos más obstáculos habrán para llegar verdaderamente a un  proceso de paz con dialogo social.

Ya la insurgencia no piensa en tomarse el poder por la vía armada. Se dan cuenta que es un camino utópico a día de hoy, y ellos lo han dicho. Pero lo que sí piden es paz con justicia social y eso lo está pidiendo el pueblo colombiano a gritos desde hace décadas.

¿Debe el escritor tener un compromiso político?

Onetti y Cortázar escribieron a conciencia y desarrollaron todo un trabajo literario con un compromiso frente a su país. Podemos recordar el caso de Onetti, a quien por premiar un cuento contra la dictadura argentina lo meten en la cárcel. Sale y con el tiempo le dan el  premio Cervantes y muere en Madrid después de 10 años de no salir a la calle porque consideraba que  a la calle se la estaba comiendo todo el comercio y todo el consumo y el era de los que detestaba eso: el consumo y todo lo que significa ser un escritor comercial.

¿Qué recuerda de Onetti?

Fue tan radical que en alguna ocasión en una entrevista que yo le hice, le dije: maestro, su última novela “Dejemos hablar al viento” se está vendiendo muy bien. Entonces él se queda pensativo y me dice: “Eso es lo que me preocupa, porque la buena literatura no se vende”. Con ese ejemplo lo estaba diciendo todo.

¿Cuál es la historia de “Viaje insurreccional por América Latina”?

Ante todo lo que hace es una revisión histórica y es una invitación a que las academias de historia revisen la historia de sus países. Pero que no bajo el punto de vista del colonizador, ni desde la visión de quienes se tomaron el poder, el gobierno.

Es decir, esas oligarquías horribles que durante mucho tiempo han gobernado a América Latina y que en Colombia siguen gobernando.

Se debe revisar es desde la visión del pueblo, de todos esos héroes populares que han entregado toda su vida por esa causa de emancipación.

Yo creo que la liberación de América Latina se está viviendo poco a poco. Personalmente  – y esto puede parecer una utopía -, creo que si América Latina logra ese concepto social que se está planteando desde el ALBA, y que de algún modo se está replanteando en Unasur, la revisión de nuestra historia llegará más temprano que tarde.

¿Como es  “La saga fantástica de Valmiki”?

Es un libro en el cual llevo años investigando, he comparado distintas versiones y me he encontrado con un hecho muy interesante y es que del “Ramayana” existen 377 versiones. Mi dinámica de trabajo con el libro es pensándolo no en un plan, llamémoslo demasiado intelectual, sino hacerlo más asequible a los jóvenes. El “Ramayana” es tal vez la novela más fantástica que se ha escrito en la historia de la humanidad. Es una novela donde encuentras personajes con unos poderes inmensos y que pueden enloquecer el universo, pueden descontrolar la tierra, pueden hacer cantidad de cosas.

Pero Occidente de manera, yo diría deshonesta, históricamente lo ha querido mostrar como un libro puramente místico, pero no como la maravillosa gesta que hay detrás de esa saga tan hermosa que es el Ramayana.

Es decir, el Ramayana es una etapa especial en su literatura…

Cuando me llegó ese libro sentí que me había llegado una fortuna a mis manos, a mi conocimiento y comencé a trabajarlo con un amor inmenso y hoy en día considero que he sido muy afortunado al haber tenido la posibilidad de convertir un libro tan difícil, en una serie de libritos de aventura, porque son siete tomos. Yo respeto la estructura original del “Ramayana”, pero ante todo lo que extraigo es lo fantástico y lo social que hay en toda la historia y que personalmente lo considero la experiencia más maravillosa en lo literario. (Memorias de The Prisma)

(Fotos: Pixabay)

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