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Sociedad moderna  y multiculturalismo

A la sociedad contemporánea  no le queda más remedio que reconocer la  multiculturalidad que ha cambiado la fisonomía de las propias metrópolis europeas. La sociedad occidental enfrenta una gran paradoja. Por un lado promueve, producto de la propia dinámica capitalista la mayor diversificación de productos y estilos, la  individualización y la personalización de los servicios.

 

Claudio Chipana

 

La modernidad no cesa de romper moldes tradiciones introduciendo la diferenciación  y la fragmentación en la vida social, al grado de hacer realidad el apotegma de Buffon  “el estilo es el hombre”. Con la postmodernidad, agregaríamos, el estilo prevalece  sobre el propio hombre.

Sin embargo, por otro lado, tenemos que esta misma sociedad se rehusa a aceptar al “otro”, y si es “étnico” con mucho mayor razón. Promueve la diferencia hasta el paroxismo vía el mercado, pero ve en la burqa un elemento extraño y un peligro para la “civilización occidental y cristiana”.

Curiosamente, el multiculturalismo ha salido de las entrañas mismas de la sociedad occidental  al igual que el marxismo, el feminismo y otras teorías, como una crítica a los paradigmas hegemónicos prevalentes en el mundo occidental.

Los críticos del multiculturalismo buscan eliminar al mensajero. Contra lo que sostienen, no es el multiculturalismo lo que produce la diferencia cultural como norma de vida.

Es el mismo sistema con sus aparatos ideológico-culturales el que promueve diversos estilos de vida, cuando se ofrecen, por ejemplo,  innumerables marcas para un sólo producto. Ha sido el capitalismo global el que ha relativizado las otras  culturas al punto que las ex colonias se orientan al centro. La diferencia cultural está en la base de la condición postcolonial.

Si bien uno de los logros de la modernidad occidental ha sido la emancipación del individuo, sin embargo,  a fin de evitar el solipsismo cultural, a la sociedad contemporánea  no le queda más remedio que reconocer la  multiculturalidad que ha cambiado la fisonomía de las propias metrópolis europeas.

Tres de cada diez londinenses pertenecen a una minoría étnica. Casi el 50 % de los habitantes del municipio de Southwark pertenecen a alguna minoría étnica. La comunidad latina acaba de ser reconocida oficialmente como minoría étnica en este municipio en procura de una  integración más amplia.

Occidente ha dejado escapar al genio de la botella, ahora tiene que tratar con él. La cultura occidental promueve la diferenciación  cultural a través del turismo, el comercio, la comunicación virtual, los mercados, etc. La globalización no es más que la exportación del modo de vida occidental al resto del planeta. Pero también lleva al fortalecimiento de las culturas locales.

El reto de la sociedad europea no radica solo en la celebración de la diferencia como  el postmodernismo – la lógica cultural del capitalismo tardío ( Jameson) -, sino en el procesamiento de las diferencias de acuerdo a principios como del respeto y la tolerancia.

De este modo, el multiculturalismo aspira a un status de universalidad afín a toda teoría de la cultura. Al proponer el respeto de la diferencia  el multiculturalismo subraya la importancia de la particularidad.  El multiculturalismo, a su vez requiere enriquecerse y adaptarse a las nuevas circunstancias. Por eso, insistir en un diálogo intercultural en una Europa en la presente fase de declive económico, podría ser un paso necesario para abrir nuevas perspectivas.

(Fotos: Pixabay)

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