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Los retos de construir una sociedad realmente diversa

Las identidades particulares no son universales, ni el concepto de “identidad” en sí mismo es universal, sino que en realidad son producto de una individualista y tardía, modernidad capitalista. Los desafíos de vivir y construir una sociedad verdaderamente pluralista son inmensos. Si vamos a dar cabida a diferentes y variados estilos de vida y visiones sobre el mundo, entonces hemos de enfrentar muchos dilemas.

 

   Steve Latham

 

Conciliar intereses contrapuestos es un problema álgido y las sociedades multiculturales e interreligiosas tendrán que lidiar con él.

Recientemente, una universidad del Reino Unido prohibió a sus alumnas llevar el hijab. La prohibición fue hecha, ostensiblemente, por razones de seguridad y de seguridad.

Obviamente, las estudiantes protestaron y la prohibición fue revocada. Esto, sin duda, fue una victoria para el sentido común, así como para los derechos humanos. Aproximadamente al mismo tiempo, un colegio de Gran Bretaña, musulmán y financiado por el estado, también ocupó los titulares de presa por contravenir las políticas de igualdad de género.

Ellos estaban segregando a los alumnos, haciendo que las niñas se sentaran en la parte de atrás, e insistiendo en que aquellas miembros del personal (incluso las no musulmanas) cubrieran su cabeza.

Sería fácil utilizar estos eventos para castigar a los musulmanes por su doble moral. Pero esa no es la cuestión.

El problema es cómo navegar a través de los asuntos espinosos que surgen de las demandas por violación a los derechos humanos, y cómo equilibrar sus diferentes prioridades.

Parte de la dificultad reside en el hecho de que no son simplemente el comportamiento o las creencias los que están recibiendo la protección de la ley.

Existe un concepto de identidad personal que se ha desarrollado en la cultura occidental y también se dice que merece respeto y que no debe ser denigrado.

Dicho concepto fue originalmente concebido en términos de identidad racial y cultural, por lo cual la incitación al odio racista fue proscrita. Y últimamente, el concepto se ha extendido en el derecho, por ejemplo, a la identidad sexual. Pero tales identidades son construcciones sociales, y surgen a partir de un contexto histórico particular y de un contexto geográfico.

Las identidades particulares no son universales, ni el concepto de “identidad” en sí mismo es universal, sino que en realidad son producto de una individualista y tardía, modernidad capitalista.

El filósofo Gilles Deleuze admitió que la sociedad moderna siempre está produciendo nuevas identidades, subjetividades frescas, ya que la formación del sentido de nosotros mismos se cristaliza entorno a siempre nuevas prácticas materiales.

Esto, según él, dar lugar a una cultura de crecientes multiplicidades, a un chaosmos (caos antes de cualquier cosmos) de identidades plurales y fracturadas y de agrupaciones sociales. Este Deleuze es bienvenido, no sólo como el resultado de los cambios sociales, sino como una deseable liberación del sujeto humano desde un control externo. Sin embargo, podemos preguntarnos ¿por qué ciertas identidades reciben estatus privilegiado y aceptación masiva? Puede que así ocurra debido a su éxito utilizando el poder político y la influencia mediática.

Por ejemplo, ¿por qué la pedofilia no es aceptada como una orientación sexual?

En Canadá, por ejemplo, médicamente se le reconoce como otra orientación sexual. Sin embargo, no recibe el reconocimiento social, no se le acepta socialmente.

En la ponderación relativa de las diferentes exigencias de derechos, ¿por qué la libertad de conciencia no ha recibido el mismo respeto que la identidad sexual?

Los opositores de ciertas prácticas sexuales, generalmente los conservadores religiosos, podrían ser acusados ​​por crímenes de odio o por prejuicios. Es irónico, y sirva esto para reflexionar, cómo los conservadores se quejan a gritos de la censura, cuando ellos mismos fueron los primeros en silenciar a otras minorías cuando ellos se hallaban en el poder. Pero de igual forma es irónico que los grupos de derechos sexuales deseen silenciar a las voces conservadoras, cuando antes ellos estaban exigiendo la libertad para sí mismos. (Memorias de The Prisma)

(Traducido por Mónica del Pilar Uribe Marín) – Fotos: Pixabay

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