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Las razones de los violentos disturbios anti-inmigrantes

Un acto de gran violencia perpetrado en el Reino Unido el pasado 29 de julio ha desencadenado no solo las violentas protestas encabezada por grupos de extrema derecha, sino también el sentimiento anti inmigrante y anti musulmán, donde, entre otras cosas, se  acusa a la diáspora de la incertidumbre económica que vive el país actualmente.

 

Harry Allen

 

Tras el asesinato de tres adolescentes en una clase de baile en Southport, Axel Rudakubana, británico de 17 años, ahora de 18, ya ha comparecido ante el tribunal. Los asesinatos han desencadenado una serie de disturbios antiinmigración en todo el país.

Los disturbios más violentos han tenido un tono anti islamista, pero desde entonces han afectado a todas las minorías del país. Los solicitantes de asilo alojados en hoteles han sido uno de los principales objetivos de los ataques, mientras que las estaciones de policía han sido igualmente saqueadas y atacadas. Incluso las bibliotecas han sido blanco de disturbios.

Aun se espera una explicación de la relación entre un ruandés de segunda generación nacido en Gran Bretaña y las protestas contra el islam por parte de agitadores claves como Tommy Robinson, que filmó su silbido ritual desde España.

La desinformación se ha extendido como la pólvora tras los disturbios, y X (antes conocido como twitter) ha abierto las compuertas a las conspiraciones de extrema derecha, avivando aún más las llamas del descontento. El propietario de X, Elon Musk, un autoproclamado «absolutista de la libertad de expresión» ha tomado incluso la plataforma, tachando la respuesta del primer ministro como de «doble rasero».

Kier Starmer, y la ministra del Interior, Yvette Cooper, han reprimido duramente los disturbios civiles con más de  400 detenciones en la última semana, lo que ha provocado quejas de que existe un trato desigual hacia los manifestantes británicos blancos por parte de la policía. Sin embargo, estas quejas no quieren mirar la desproporcionada violencia ejercida por los manifestantes.

Cuando salen a la luz informes sobre minorías a las que se les dice que se queden en casa, cuando los lugares de trabajo cierran antes de tiempo y cuando otros se enfrentan a ataques muy graves, no hay solidaridad alguna con los motivos de los manifestantes. De hecho,, las cosas cambiaron la semana pasada, cuando manifestantes antirracistas abarrotaron las calles de distintas ciudades e hicieron frente no solo a una extrema derecha violenta que se había tomado las calles durante varios días, sino también  a la falsa narrativa que medios, redes sociales y algunos políticos han sembrado en la mente de muchos tras una semana dominada por la violencia desenfrenada de la extrema derecha contra los inmigrantes. Esa narrativa que ha creado odio contra los inmigrantes.

Esas contra-protestas provocaron el silencio radiofónico de la extrema derecha británica, con cifras de asistencia que eclipsan el número de alborotadores. El jefe de la policía metropolitana, Sir Mark Rowley, habló de «la muestra de unidad de las comunidades juntas venció los desafíos que hemos visto». Refiriéndose al fracaso de la extrema derecha a la hora de movilizarse.

Migración y economía 

Es un bucle tan antiguo como la civilización misma, los problemas económicos necesitan una cara, o en este caso, una colección de caras de diferentes colores y nacionalidades a las cuales culpar.

Gran Bretaña está en serios problemas, pero no podemos decir que no hemos tenido 40 años de advertencia. El malestar social siempre seguirá a la incertidumbre económica.

Desde Thatcher y Blair, hasta Cameron y Sunak, el aumento desmesurado de las privatizaciones, la desregulación y la política de austeridad han disparado la desigualdad económica.

Uno de los indicadores clave de la desigualdad, el coeficiente de Gini, ha ido aumentando rápidamente desde finales de la década de 1970, y esa desigualdad se solidificó con el colapso bancario de 2008 y la decisión de Gran Bretaña de abandonar la Unión Europea en 2016, cortando nuestro mayor acuerdo comercial en una sola votación.

Una pandemia mundial en 2020 llevó a niveles de gasto público no vistos desde la Segunda Guerra Mundial. Gran Bretaña se vendió a las grandes tecnológicas, ganadoras de contratos corporativos, y acabó con una enorme deuda pública y una inflación galopante. El resultado es un poder adquisitivo que, junto a nuestro nivel de vida, ha disminuido. Los datos económicos son claros, y el nivel de racismo y xenofobia es más extraordinario teniendo en cuenta las pruebas disponibles.

El neoliberalismo, la fuerza motriz de la política gubernamental desde Thatcher, tiene un carácter distintivo. Siempre ha necesitado un mercado laboral cada vez más barato y flexible para que prosperen las políticas de libre mercado.

Por ejemplo, el servicio de mensajería Deliveroo, que prospera gracias a las políticas neoliberales que dan prioridad a la flexibilidad del mercado laboral y a la reducción de los gastos generales, también conocidos como los salarios de los repartidores.

Dependiendo en gran medida de los trabajadores inmigrantes para entregar esa comida, la ironía de que los repartidores ahora temen por sus vidas no debería pasar desapercibida para el público británico en general.

La realidad sobre la inmigración y las narrativas sobre la misma llegan a contradecirse. Por un lado se le necesita, por otros se les rechaza.

Según The Migration Observatory en 2023, la cifra de personas que llegarán al Reino Unido alcanzó las 685.000, impulsada por el aumento de ciudadanos extracomunitarios que llegaron al Reino Unido. «La mayor parte del aumento de las llegadas de no comunitarios de 2019 a 2023 se produjo a través de las rutas de trabajo y estudio, con la salud y la atención como la principal industria que impulsa el crecimiento de la migración laboral.»

La inmigración -impulsada por guerras, pobreza, conflictos internos, amenazas a la vida y deseos de un futuro mejor- está ejerciendo presión sobre la vivienda, los servicios públicos y las infraestructuras. Así lo señala un nuevo estudio del Centre for Policy Studies.

Sin embargo, algunos dentro y fuera del Reino Unido consideran que la inmigración es beneficiosa para sus economías.  De hecho, la economía depende en gran medida de los inmigrantes pues son la fuerza mayor, por ejemplo y del NHS, la asistencia social, y los estudiantes extranjeros, de las universidades.

Sin embargo, hay quienes opinan que «una migración a gran escala sin la correspondiente inversión a gran escala en infraestructuras para hacer frente a las presiones que provoca es un accidente a punto de ocurrir».

Está claro que los patrones migratorios, siguen el deseo de salvar sus vidas, ganar más, aprender más o simplemente, vivir de una manera digna. Esos sueños se han empañado, pero todo eso aún se puede conseguir en Gran Bretaña a pesar de las previsiones económicas.

Los alborotadores «ingleses» blancos apuntan a quienes buscan las mismas comodidades: buenos salarios, buena educación y buena sanidad, pero un sistema neoliberal, basado en la maximización del beneficio, no puede funcionar sin mano de obra barata. Está entretejida en el tejido del sistema.

Podemos construir una política migratoria más humanitaria arreglando la desigualdad actual. El deseo de seguir adelante con la política capitalista neoliberal, en lugar de reformarla, hará que cada vez haya más mano de obra en Gran Bretaña. No tenemos ningún derecho a elegir si nuestra economía prospera con esa misma política. Sólo arreglando la realidad económica surgirá una armonía social diferente, que no se puede fabricar mediante condenas huecas, detenciones masivas y promesas vacías para prevenir la islamofobia.

En días se han echado por tierra años de relaciones interraciales y de construcción de comunidades. Los delicados avances, generación tras generación, en la mejora de las actitudes sociales están siendo desgastados por políticos de carrera que buscan victorias rápidas, y los algoritmos de las redes sociales se alimentan de ese odio y lo amplían, aunque se libran por completo de cualquier tipo de castigo hasta finales de este año.

No tenía por qué ser así, pero cuando el país necesitaba izquierda, Gran Bretaña eligió sistemáticamente la derecha, y siguió sus inseguridades. El pueblo británico ha tenido mala suerte, la economía no ha sido amable, pero darse cuenta de que la economía ha sido lo único que ha mantenido unido el tejido social, apunta a problemas subyacentes mucho mayores, debemos afrontarlos de frente.

(Traducción Mónica del Pilar Uribe Marín) – Fotos: Pixabay

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