Quiero examinar el tema clave de cómo establecer un balance entre diversidad y unidad. Tanta diversidad y sociedad acabará fragmentándose; tenemos demasiada unión en una sociedad cerrada. ¿Cómo encontramos el equilibrio? ¿Es demasiado sugerir que sea posible encontrarlo?
.
Nigel Pocock
.
En el centro de éste debate, creo que hay una cuestión moral, cuyo significado varía de una persona a otra. Se trata de que todas las decisiones políticas deberían trabajar para minimizar el sufrimiento.
Debería ser un valor fundamental en el que todos estemos comprometidos. Si bien la diversidad es sin duda evidente, se olvida frecuentemente. La necesidad de justicia es universal, aunque entendida de manera distinta.
Cuando existan temas de tensión, provendrán de las diferencias culturales (ej. Individualismo vs. Comunidad; laicismo vs. Teocracia). Estas diferencias se ven reforzadas por el sentido de la “alterización”, a sí mismo reforzado por diferencias desconocidas en apariencia y costumbres.
Cabe señalar que la idea de “raza” no tiene mucha aceptación en estos días, y es inútilmente abreviada por “alterización” y “alteridad”
Igualmente, “Etnicidad” ha sido examinada y presenta deficiencias. Hace muchos años Basil Bernsteis sugirió el término de “rituales de diferenciación”, y pese a lo engorroso, captura un importante componente de “alterización”- la adhesión a las costumbres que fortalecen a una comunidad, pero ¿a qué precio? Ese coste es la diferencia.
Además, deberíamos ser muy claros, ya que el trabajo de la sociedad es eliminar el sufrimiento. Mi propio interés de investigación se centra en la psicología social y la historia de la esclavitud. La esclavitud surgió de la avaricia y de la explotación de las personas por parte del grupo dominante para beneficios materiales .
Aún la esclavitud puede y, de hecho, sucede en familias y comunidades locales, aquí en UK, en nuestras puertas. Pasaportes robados, mujeres maltratadas. Tráfico sexual. Esto ocurre especialmente en las comunidades pobres y analfabetas, y en comunidades comprometidas con determinadas ideas sobre las nociones tradicionales de “pureza”. Todas las ideologías y teologías utópicas muy a menudo conducen al fin que justifica los medios.
Los crímenes de honor, por ejemplo (que se definen también como “asesinato”) prioriza el sufrimiento de la familia y comunidades sobre/contra el sufrimiento de la mujer (u hombre) involucrados. El individualismo occidental hace lo contrario.
Así que tenemos las polaridades del individualismo vs. comunidad; teocracia vs. laicismo; el derecho tradicional vs. ley del estado. ¿Qué se debería hacer con esta tensión entre pluralismo vs. unidad? ¿Las diferencias deberían simplemente ser “toleradas”? ¿o está en juego algo más? “tolerando” costumbres que conducen a injusticias, no las resuelve, sino las perpetúa.
¿Es posible que tanto los derechos (y obligaciones) de ambas partes en un choque entre costumbres tradicionales y laicismo occidental e individualismo, puedan ser resueltos? ¿Quizás un nuevo énfasis en las obligaciones coetáneas de ambas partes es lo que se necesita?
Esto implica la necesidad de educación en ambas partes. Bajo la esclavitud Afrocaribeño, la educación se consideró altamente subversiva.
Sin gran sorpresa aquí. Todavía se considera subversiva dentro de algunas comunidades. ¿Debería restringirse la alfabetización, para que así algunas personas, sobre todo, mujeres, puedan ser explotadas, se permita?
Aunque sin duda es necesario que haya menos individualismo de “yo primero” en la cultura dominante (por ejemplo, en cuanto al matrimonio), también se necesita un mayor reconocimiento de los derechos del individuo dentro de las culturas tradicionales.
La reciente publicidad ha adoptado el enfoque de Newham, en virtud de su alcalde, Sir Robin Wales. Se centra en la lengua dominante, el Inglés, y la educación, como clave, lo que es sin duda adecuado.
De manera más eficaz, le corresponde a los políticos, docentes y líderes religiosos cumplir con esto. El enfoque alternativo de Hamlets, enseñar a las minorías su propia lengua, solo puede fomentar la perpetuación de “alteridad”, la creación de guetos y la reducción de oportunidades.
Pero esta educación debería administrarse no solo a las minorías, sino también al individualismo dominante laico. “Mi primera cultura” también necesita educación, siendo materializada, creando un ídolo. Pero puede ser incluso más difícil si se ajusta a una cultura basada en el consumismo.
Usando la revolución como medio para lograr este fin, indudablemente conduciría a resultados incontrolables que implicarían aún más sufrimiento.
Sin embargo, la sociedad nunca es estática y evoluciona, aunque las sociedades tradicionales y utópicas, lo encuentran difícil de soportar.
El cambio vendrá, tanto si le gusta a la gente como si no. ¿Pero será un pluralismo creativo, y tendrá como núcleo que se proporcione unidad? Lo que no necesitamos es una tolerancia que ignore injusticias, sino una cultura de franqueza.
Las costumbres que permiten a los tiranos explotar a mujeres, hijas y analfabetos inmigrantes para que sufran, al amparo de la figura de las juntas locales o incluso en la práctica familiar, no tienen cabida aquí, ya que “el poder absoluto corrompe absolutamente”.
(Fotos: Pixabay)