En Foco, Ojo de la Aguja, Opinión

¿Debemos querernos a nosotros mismos?

¿Realmente se aman las personas a sí mismas? Algunos escritores creen que no y afirman que el verdadero amor a por uno mismo, -en el sentido de la auto aceptación, a menudo se aprende a con gran sufrimiento. Estoy de acuerdo.

 

Nigel Pocock

 

Parte de la dificultad es que la gente confunde autoestima con amor propio. Coincido con Scott Peck, en que los dos son completamente diferentes. De hecho, la primera puede ser una clase de egocentrismo del tipo más patológico.

En centro del asunto yace en las prioridades de una persona; Las que se afirma ratifican a sí mismas, tienden a llevarse bien con casi todo el mundo. Tienen éxito en sus matrimonios, se llevan bien con sus compañeros de trabajo, les va bien en sus puestos de trabajo y están a gusto con lo que son, no se sienten amenazados por las agresiones a su propia imagen.

Las personas que dicen que su prioridad absoluta es su autoestima, son todo lo contrario. Son inseguras, a veces hasta tal extremo que usarán cualquier método, incluso los ilegales, para mejorar lo que creen que es necesario para acabar con la pobre imagen que tienen de sí mismas.

Tales individuos (y sociedades) no admitirán imperfección alguna; la violencia, el abuso, la crueldad, son todos medios legítimos para preservar y mejorar su autoestima.

No importa que el individuo no haya tenido papel alguno en la creación de la cultura nazi, la derrota militar nacional, la esclavitud (legalmente forzada) de todos los mulatos en el Caribe y las consecuencias en términos de familias fragmentadas, hombres machistas, playas y pickney.

Pero una vez que las personas son conscientes de estas fuerzas están presentes en ellos, entonces pasan a ser   responsables y deben elegir. En las sociedades occidentales modernas – fomentado por los medios de comunicación – reina la meritocracia. Es conveniente ajustarse a un ideal, ya sea de belleza física, de éxito académico, de capacidad financiera, de destreza deportiva y hacer sentir feo, débil, sin éxito, flojos, no deseados a los que  alcanzan este ideal.

Este el desafío: aprender a querernos a nosotros mismos en presencia de la  a menudo monetariamente orientada meritocracia, que nos dice – en realidad – que no somos nada.

¿Puede el amor propio (a diferencia de la autoestima egocéntrica) lograrse en este sistema de valores? Creo que sí; sin embargo, el proceso no será fácil. Scott Peck usa la parábola bíblica del esposo y las vírgenes como una metáfora de este proceso:

…No hay nada que nos aleje más de la salud mental, de la salud como sociedad y de Dios que el sentimiento de que todos tenemos de nuestra propia insignificancia, fealdad e inconveniencia. La realidad es que Dios es el esposo y lo que nos está diciendo es: «Ven a la cama conmigo. »

Pero nosotros somos propensos a responder: «No, no, no, estoy demasiado gorda».

Y cuando Dios dice: » no entiendes, te quiero, te necesito, eres hermosa. Ven a la cama conmigo», es probable que sigamos retrayéndonos, proclamando que somos demasiado viejos o demasiado jóvenes, demasiado insignificantes o demasiado feos y no dignos.

Preparémonos. Hagámoslo  volviendo a aprender lo importante que somos, lo hermoso que somos y  cómo somos deseados más allá de  nuestros sueños más salvajes, y salgamos  de la mejor manera  al mundo para enseñar a los demás lo importantes que son , lo hermosos que son y cómo ellos también son deseados más allá de sus sueños  más salvajes.

(Traducido por Pablo Bisbal- Email: kuky02@hotmail.com)  Fotos: Pixabay 

 

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