Globo, Reino Unido

Un inmigrante italiano en tiempos del coronavirus

En el último mes, la situación en el Reino Unido ha cambiado mucho, haciendo que lidie con experiencias que nunca me imaginé que tendría que enfrentar. Esta es mi historia, pero hay otras historias de camino. Historias de inmigrantes en este país que The Prisma desea compartir, para decirle a todos que no están solos. La nueva Serie de The Prisma.

 

Nathan Raia

 

Mencioné en el artículo «Brexit visto por un inmigrante» que llegué a Londres en 2015 con solo 1200£ en el bolsillo y una maleta llena de sueños. Cinco años más tarde, mi situación ha cambiado mucho: tengo trabajo, volví a estudiar y escribo para The Prisma. Nunca me imaginé que tendría que enfrentarme a una gran crisis por sí solo y en tierra extranjera.

He trabajado en una cafetería desde 2016. Cuando la pandemia llegó a Inglaterra, estaba a punto de presentar mi dimisión, por lo que el 7 de abril de 2020 iba a ser mi último día de trabajo. Después de cuatro años trabajando para la empresa, estaba cansado, especialmente cansado de los abusos que he visto y experimentado en primera persona en los últimos meses: abusos de los jefes y de otros con los empleados.

Mientras tanto, he ido vigilando el rápido desarrollo del coronavirus en Italia, mi país de origen. Vi que las cosas iban realmente mal y muy rápidamente, pero no me preocupé por mí; “afortunadamente”, estaba lejos. Tal vez no podía racionalizar el hecho de que tarde o temprano ocurriría aquí también.

Comencé a entenderlo por primera vez cuando mi escuela cerró. Estaba en clase cuando, después de un poco más de una hora, el director entró en mi aula diciendo que la escuela cerraría de forma inmediata, enviando a todo el mundo a casa.

Nathan Raia

La segunda señal llegó cuando, una semana antes del confinamiento total, ya no podía encontrar pasta en las estanterías de los supermercados. Como italiano, esto era un problema. A continuación, unos días más tarde, mi jefe me dijo que la empresa había decidido detener las nuevas contrataciones y que casi todas las empresas en el sector de la hostelería habían tomado la misma decisión. Me habría encontrado sin trabajo y sin ningún tipo de apoyo financiero.

Ya había habido un rumor sobre un posible despido, el régimen de licencia, en caso de que nos obligaran a quedarnos en casa, así que decidí retirar mi dimisión para percibir una ayuda financiera en los tiempos venideros.

Antes del cierre de los bares, pubs y restaurantes, las horas se habían reducido al mínimo. Cuando antes estábamos al menos dos por turno, ahora teníamos que trabajar solos.

El primer día me negué a trabajar: tenía que trabajar 6 horas y media, sin poder hacer mi descanso o incluso solo para ir al baño. Solo unos pocos días más tarde, la empresa nos proporcionó el cartel de “vuelvo en 20 minutos”, que nos autorizaba a cerrar el establecimiento para ir al baño o para tomar un descanso.

Foto: Pixabay

Mientras escribo este artículo, está empezando la tercera semana de cuarentena. La vida sigue, trato de llenar los largos días continuando con los estudios de mi escuela. Gracias a la tecnología, las lecciones y los trabajos, la lectura y la escritura, no se han suspendido. Hay casi una infinidad de maneras de mantenernos ocupados y pasar el tiempo, así que, por favor, quédese en casa, manténgase a salvo.

La pandemia del Covid-19 trae consigo grandes enseñanzas. Nos demostró que las fronteras solo existen en los mapas y que cada pequeña cosa que sucede en un rincón remoto de nuestro planeta puede tener efectos desastrosos sobre la vida de cada uno de nosotros. Todos estamos en el mismo barco, no importa en qué país nació usted, qué idioma habla o de qué color es su piel: todos vivimos en el mismo planeta. Ahora depende de nosotros decidir si queremos aprender o no.

(Traducido por Iris María Blanco Gabás – Email: irisbg7@gmail.com)

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