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Parálisis política y personal en la pandemia

Conocí a John afuera de la tienda de la esquina esta mañana. Tiene múltiples problemas de salud y vive solo.

 

Steve Latham

 

Mientras caminábamos a casa, me contó sus frustraciones por la forma en que avanza el Coronavirus y el abyecto fracaso de nuestro gobierno para controlar la situación.

John no es un intelectual, pero se mantiene bien informado de las noticias de la televisión. A nivel popular, su reacción ejemplifica la forma en que el problema se está alejando de los políticos.

El consenso se está rompiendo y la unidad política se está fracturando a medida que la pandemia se profundiza e incluso se revierte. Como resultado, en el Reino Unido están surgiendo profundas divisiones.

Hemos visto desarrollarse una gran disputa entre los gobiernos nacionales y locales, por las nuevas restricciones y la falta de apoyo financiero desde el centro hacia la periferia.

Nuestro sistema político centrado en Londres muestra una vez más que no se preocupa por las provincias. Esto, hasta cierto punto, refleja también la dimensión del partido.

Por ejemplo, Manchester está dirigida por los laboristas y el Parlamento por los conservadores.

La política de partidos refleja así la división geográfica-epidemiológica.

Aunque los tories ganaron recientemente escaños del laborismo en el norte de Inglaterra (el llamado “muro rojo”), es discutible si esto se traducirá en una ganancia permanente.

Porque está claro que el corazón de los conservadores no es para los pueblos y ciudades empobrecidos del norte, su población de clase trabajadora golpeada por políticas de austeridad y desindustralización a largo plazo. Los problemas estructurales de injusticia se ven agravados por la pandemia.

No estamos todos juntos en esto. Las consecuencias del virus afectan de manera diferente a varias partes de la población.

Las minorías raciales parecen verse afectadas por Covid más seriamente que la población blanca mayoritaria. Y esto no es por una razón biológica esencialista, sino por la mayor pobreza que experimentan.

A medida que avanza la crisis, la gente también se cansa cada vez más de las restricciones, especialmente la forma en que las regulaciones cambian rápidamente: a medida que nos acostumbramos a un conjunto de reglas, estas cambian.

Hasta cierto punto, esto se debe a la forma en que parece mutar el virus.

Pero también hay una sensación creciente de que el gobierno no sabe lo que está haciendo.

Aunque pregonaron el hecho, desde el principio, de que estaban “siguiendo la ciencia”, sus acciones recientes han contradicho directamente los consejos de sus propios asesores científicos.

Estos últimos han recomendado un “disyuntor” total, a corto plazo, para cerrar el país, con el fin de frenar la epidemia.

Sin embargo, el gobierno ha adoptado una serie ad hoc, fragmentada, de medidas parciales regionales, que no llegan al cierre total y difieren arbitrariamente en cada área. Llos científicos creen que fallará.

En todo el mundo, no hay respiro. El malestar se manifiesta en manifestaciones y represión policial: por ejemplo, en Tailandia y Nigeria.

Estas protestas surgieron independientemente de Covid, pero la emergencia sanitaria subyacente les ha dado un sabor especial.

Con su salud mental empeorada por la crisis, los sentimientos de desesperanza de John revelan la creciente desesperación, que ahora se está apoderando de la gente.

(Traducido por Mónica del Pilar Uribe Marín)Fotos: Pixabay

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