Mientras el Covid-19 continúa su paso devastador por Europa, la situación de los migrantes en Grecia empeora ante la amenaza de la pandemia que ya cobra varias vidas en los centros de acogida.
Primero fue el campamento de Moria, en la isla de Lesbos, devastado por un incendio meses atrás; ahora es el albergue de Vathy, preparado para recibir a 650 indocumentados, pero donde habitan cuatro mil 300.
El coronavirus infectó a centenares en esos y otros campamentos diseminados por ese país, debido a las condiciones de hacinamiento, que imposibilitan el distanciamiento social.
Esa situación es denunciada por entidades internacionales y organizaciones no gubernamentales (ONG), que alertan desde antes de la pandemia sobre la inhumana realidad. La ONG Médicos Sin Fronteras denunció las “atroces condiciones” que padecen miles de refugiados en Vathy, enclavado en la isla de Samos, y calificó de inaceptable y peligrosa esa situación.
Allí más de un centenar de personas están aisladas tras resultar positivas al virus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19, que contagió a millones de personas en el mundo.
Al poco espacio en ese albergue se suma la insalubridad, la falta de acceso al agua potable y medicamentos, y la deficiente atención médica, condiciones compartidas con sus similares del país y criticadas, además, desde la Unión Europea.
El miedo signa el accionar de los indocumentados quienes en muchos casos no salen de sus tiendas de campaña o cuartos improvisados para evitar el contagio, de acuerdo con reportes de medios de prensa locales.
Mientras el virus avanza por Europa, algunos países rompen récords de infectados para una jornada, imponen más medidas restrictivas y alertan sobre nuevos rebrotes como España, República Checa, Italia, Francia, Bélgica y otros.
Por su parte, el programa de reubicación de migrantes, paralizado durante meses, se revitaliza, encabezado por Alemania, presidente pro tempore del Consejo Europeo hasta fines de año, pero tal solución es ineficaz ante el número de personas que demandan asilo.
Luxemburgo, Francia, Portugal y Finlandia forman parte del reducido grupo de países dispuestos hasta ahora a recibir a quienes constituyen el sector más vulnerable ante la pandemia.
Otros anteponen intereses económicos o discriminan a ese sector poblacional por raza o credo y olvidan que la inmigración constituye fuente importante de mano de obra, muchas veces demandada por ser muy barata debido a su estatus legal. (PL)