El recién electo presidente estadounidense Joe Biden tendrá que enfrentar un nuevo y cambiante panorama latinoamericano, muy distinto al que Donald Trump creó durante los últimos cuatro años.
Si bien medios diplomáticos de los países de América Latina y el Caribe manifestaron cierto alivio por la derrota del mandatario republicano, las políticas de una futura administración Biden hacia la región son una incógnita.
Analistas aseguran que la Casa Blanca tiene otras prioridades, como el urgente enfrentamiento a la pandemia Covid-19, sus efectos en el empleo y la economía nacional, y la polarización política y social de Estados Unidos, aparte de los entuertos con sus aliados y otras potencias.
Pocos creen que los problemas de América Latina y el Caribe tengan de repente primacía para Washington, pero quizás experimenten un trato diferente al del cuatrienio de Trump y de la Organización de Estados Americanos (OEA), de Luis Almagro.
Este año difícil para todo el mundo obligará a Biden y a su vicepresidenta, Kamala Harris, a reordenar su mirada y, eventualmente, su política hacia una Latinoamérica en crisis y en constante transformación.
Por ejemplo, Bolivia, objeto de un cruento Golpe de Estado el año pasado, con abierto apoyo de Washington y la OEA, acaba de recuperar la democracia en transparentes elecciones de la mano del presidente Luis Arce y el vicepresidente David Choquehuanca, compañeros del popular líder indígena y exmandatario Evo Morales.
Igualmente, la fórmula Alberto y Cristina Fernández introdujo un importante cambio en Argentina, al triunfar en las urnas para enfrentar los principales estragos neoliberales del derrotado Mauricio Macri.
En este 2020, también hubo cambios de gobierno en las naciones caribeñas de República Dominicana, Guyana, Trinidad y Tobago, Jamaica, Surinam y San Cristóbal y Nieves.
Además habrá elecciones en Ecuador (febrero), en Perú (abril) y en Nicaragua y Chile (noviembre).
Más tarde, en 2022, están convocadas elecciones presidenciales en Colombia para reemplazar a Iván Duque, al igual que en Brasil, donde el ultraderechista Jair Bolsonaro aún puede optar por un segundo mandato.
De aquí al 2024, prácticamente todos los países latinoamericanos deberán elegir o renovar a sus jefes de Estado, además de efectuar elecciones parciales en Brasil, El Salvador, México y Argentina.
En lo que resta de 2020, Venezuela, permanentemente acosada por la administración Trump y la OEA, realizará comicios parlamentarios en diciembre.
Y, en Chile, el reciente plebiscito constitucional permitirá enterrar, en abril próximo, la Carta Magna instaurada por el dictador Augusto Pinochet y mantenida en esencia hasta hoy por varios gobiernos civiles.
Al mismo tiempo, la región continúa en medio de la pandemia de la Covid-19 y de una profunda crisis económica y social.
Sobre Cuba, que resiste desde hace seis décadas un bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos, recrudecido en extremo durante el gobierno de Trump, Biden calificó de fracaso total esa política, a la vez que anunció un nuevo enfoque hacia la isla. (PL)