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Afganistán: ¿Qué sucederá con las mujeres y las niñas?

Para los talibanes no será fácil reimponer un régimen como el de hace 20 años. Escoltadas por una comunidad internacional consciente y atenta, las afganas disponen ahora de un arsenal mucho más amplio y variado de recursos para defender sus derechos. Sin embargo, el futuro de las afganas no parece promisorio.

Luisa María González

La abrupta toma de poder en Afganistán por parte de los talibanes arroja un velo de interrogantes sobre el futuro del país, entre las cuales sobresale el de qué sucederá con las mujeres y las niñas.

Los hechos recientes en la nación asiática resucitaron los peores recuerdos de lo vivido durante la década de 1990 bajo el dominio de los talibanes, cuando la aplicación extremista de los principios del Islam implicó una negación flagrante de los derechos más elementales.

Organismos internacionales, activistas, víctimas y testigos describieron aquel panorama como casi un infierno en el que se sufrió desde el uso obligatorio del burka hasta la imposibilidad de trabajar, pasando por el veto a la escolarización de niñas y adolescentes y la limitación estricta de la presencia femenina en espacios públicos.

Millones de niñas, jóvenes y mujeres permanecerán allí, acechadas por la amenaza del fundamentalismo religioso.

Pero tampoco puede decirse que en los 20 años de ocupación estadounidense las afganas hayan vivido en un paraíso. Desde 2001 la guerra devastó la nación y dejó un saldo de 150 mil civiles fallecidos, además de que miles de personas se vieron obligadas a huir del caos imperante por las más diversas vías.

Sin embargo, al menos existía un ordenamiento legal que reconocía determinados derechos a las féminas, algo que actualmente está en serio peligro.

¿Qué postura asumirá el gobierno del Talibán hacia las mujeres? Es una de las grandes preguntas del momento y por ahora no hay una respuesta clara.
Ya circulan informaciones preocupantes como el borrado en las vías públicas de pancartas con anuncios en los que aparecían figuras femeninas.

En medio de la convulsa e inquietante situación, tampoco ayuda la fiebre de fake news que invade a las redes sociales e incluso a medios de comunicación, donde circulan informaciones falsas o manipuladas que enrarecen aún más el panorama.

Ejemplo de ello es lo sucedido con la hasta hace poco corresponsal de la cadena estadounidense CNN en Kabul, Clarissa Ward, de quien circuló una imagen cubierta con velo integral y la noticia de que los talibanes la habían obligado a portarlo.

Poco después la propia periodista aclaró que desde el inicio de sus labores tenía por costumbre cubrirse a la hora de grabar reportes en espacios públicos.

De cualquier forma, la misma Ward ilustró días después las difíciles condiciones actuales, con un video en el que mostró las agresiones de un militante talibán a su productor mientras intentaban realizar una filmación.

Sobre Afganistán hay trágicos augurios, pero también hay que subrayar que el contexto actual es muy diferente: ni el mundo, ni el país, ni sus mujeres son los mismos que los años 90.
La exdiputada Fawzia Koofi le dijo al canal Tolo news que  “las afganas deben estar más unidas que nunca. Nadie les dará sus derechos fácilmente. Tienen que estar unificadas y garantizar su presencia, y no es aceptable estar sentadas en un rincón de sus casas vigilando la situación”.

Hace pocos días en Kabul se produjo una manifestación de mujeres que en los últimos años laboraron en agencias del gobierno y organizaciones no gubernamentales, las cuales se mostraron decididas a plantar cara ante los talibanes.

La activista Fariha Esar aseguró que no van a renunciar a su derecho a la educación, al derecho al trabajo y a su “derecho a la participación política y social”. (PL)

(Fotos: Pixabay)

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