Me duele la garganta. Quiero toser, pero toser podría significar que tengo el virus. Así que, supersticiosamente, me detengo. Me imagino que, si realmente lo tuviera, entonces no sería capaz de contenerme.
Esta es la loca condición en la que nos encontramos. Los pensadores solían escribir sobre “La Condición Humana” (yo pienso sobre el famoso libro de Hannah Arendt). Ahora nos damos cuenta de que no existe tal cosa. Todos somos diferentes.
Tal vez estemos estos días en una “Condición Covid”, un nuevo género de existencia humana; que es, usando un cliché común de hoy día, “sin precedentes”. Los cielos están vacíos. Ningún avión vuela sobre Londres; solo los drones de vigilancia que todo lo ven y los helicópteros de la policía.
La descripción supera a la prescripción, para entender estos “Días Extraños”: más extraños que el programa de televisión, porque es real.
Así revertimos a Marx: los activistas trataron de cambiar el mundo, tenemos que entenderlo. Para ello, podemos recurrir a la ficción especulativa, como Estacion Once de Emily St John Mandel.
Esta novela profética de 2014 preveía un mundo devastado por una pandemia de gripe mundial. La película de 2011, Contagio, también se hizo eco de nuestra situación actual.
Fuimos testigos del mismo fenómeno después del 9/11, recordando todas las películas de catástrofes de aviones estrellándose contra rascacielos. Así que vivimos el futuro de antemano, a través de las pesadillas de nuestra cultura.
Para describir esto, Mark Fisher usó el término “hauntología”, tomándolo prestado de la filosofía de Jacques Derrida, para explicar la forma en que los espíritus y los fantasmas habitan nuestra conciencia social.
A medida que las ondas del tiempo transforman nuestra conciencia del pasado, toman pulso hacia adelante, enviando sondas hacia futuros posibles.
¿Causará el distanciamiento social efectos a largo plazo? ¿Será reemplazado el saludo occidental por el musulmán, con la mano en el corazón, o por el budista con las manos juntas y una ligera reverencia?
A pesar del interés del gobierno por salir a hacer ejercicio durante una hora, tanto para la salud física como mental, ¿no estamos pasando más tiempo dentro de casa?
Paul Virilio predijo que mirando la pantalla de un ordenador, donde superamos el tiempo que pasamos incluso en frente de nuestros televisores, nos estamos convirtiendo en especies sedentarias.
Puede que necesitemos añadir a la división de Arendt entre Vita Contemplativa y Vita Activa, que caracterizaron los periodos medieval y moderno, la Vita Sedentaria, un nuevo género humano.
Aunque, a través de nuestras pantallas, podemos viajar por el mundo, nos convertimos, como en la novela de Michel Houellebecq, «La posibilidad de una isla», en clones aislados, post-humanos, apartados de relaciones significativas.
Aquí, el miedo a los demás toma el control, conduciendo a chivos expiatorios y a un cambio de culpa. Aunque, la “desastrosa teoría de la historia” es más probable que cualquier “teoría de la conspiración”, esta última es tentadora. Queremos encontrar a alguien responsable: ya sean los débiles, los pobres e inmigrantes o las fuertes fuerzas internacionales secretas, como los Illuminati.
Franco Berardi ha sugerido dos posibles alternativas después de la pandemia: o bien la reimposición del orden, como en China, o un movimiento popular para un cambio sistemático.
Pero parece que hay pocos indicios de esto último. Cualquier esperanza de un orden post-capitalista parece utópica. Como siempre, la elección está entre “socialismo o barbarie”, ¿Y cuál muestra los signos más vitales?
Pero lo que será más probable es el confuso camino medio.
(Traducción de Lidia Pintos Medina) – Fotos: Pixabay