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Resistencia y paz

Una vaca blanca no es una paloma blanca, dice Eduardo Embry, poeta chileno residente en el Reino Unido. Una prístina vaca que pasta es pesada, y el significado de la paz no es apaciguar o ser apaciguado. La paz, en cambio, no es algo dado, sino un proceso continuo de entendernos y hacer juntos.

 

Mabel Encinas

 

La paz ha sido definida a menudo como la ausencia de la guerra, e irónicamente, incluso ha sido definida como el resultado de la guerra, como lo señala la poeta española Isabel Del Río. Pero la guerra no trae paz, sino destrucción, dolor y rabia.

El reconocimiento de la diversidad puede ayudarnos a pensar de otras maneras acerca de la paz.

Más que simplemente vislumbrarla como tranquilidad o calma (que puede implicar que los que no tienen una voz dominante se queden callados, silenciados), la paz entraña un proceso activo de participación en diálogos y trabajo colaborativo.

En la medida en que reconocemos la diversidad de la experiencia humana, no podemos asumir más que vamos a entender las perspectivas de otros como algo uniforme y algo dado. Necesitamos escuchar, reflexionar y hacer claramente explicitas nuestras ideas y los supuestos en los que nuestras ideas se basan.

La paz involucra el diálogo a fin de entender los parámetros que subyacen tanto en nuestras formas de vivir la vida, como en las de los demás.

Diálogo no quiere decir simple charla, sino la entrada en el terreno de las preguntas y respuestas complejas.

El diálogo no sólo entraña la articulación de palabras, sino la aceptación (a veces difícil) de que nuestras creencias más firmes pueden ser cuestionadas por las realidades de otros.

Podemos aprender que la ‘realidad’ no es lo que habíamos pensado, y que hay más matices y formas que las que podíamos ver antes.

La mayoría de nosotros creció en mundos de discriminación de una manera u otra (ya sea discriminación de las mujeres, de ciertas etnias, de ciertas culturas o tipos de educación, por orientación sexual, por discapacidad o edad, sólo por mencionar algunos contextos en los que tú, yo, o nuestro vecino común pudimos haber crecido).

En las sociedades contemporáneas, necesitamos comprometernos en procesos profundos de aprendizaje a lo largo de la vida acerca de cómo hacer cosas juntos.

De lo contrario, la paz implicaría que dejemos de levantar la voz o que empujemos a otros a mantenerse en silencio, en particular a aquellos que se encuentra en los lugares más vulnerables de nuestra sociedad contemporánea.

Paradójicamente, la paz no es posible sin justicia. Por esta razón, lejos de ver la resistencia como una fuente de guerra y conflicto, la resistencia contiene en su esencia la posibilidad de diálogo.

La resistencia involucra la participación en nuestro futuro común (o no habrá futuro).

Por tanto, la resistencia es el poder de levantar la voz.

En la medida en que aceptamos nuestras diferencias, nos rehusamos a aceptar que quienes están en posiciones de poder decidir sin tomar en cuenta nuestras perspectivas. La resistencia implica la expresión de lo que pensamos y hacia dónde queremos ir.

Como hemos visto en los últimos días a través de manifestaciones y protestas públicas, en particular en relación con Palestina, la resistencia nos hace ver que nuestra libertad y futuro no pueden ser construidos sobre la base de la aceptación del genocidio y el abuso del poder.

La ‘resistencia’ es parte de los procesos de paz, tanto como de los procesos de luz (como ocurre en el caso del filamento de una bombilla) y de la iluminación de nuestro futuro.

(Fotos: Pixabay)

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