Un pueblo minero a 5.000 metros de altitud ha sido durante décadas un centro de explotación de trabajadores pobres, que intentan sacar adelante sus vidas. La prostitución está muy extendida, a menudo con menores de edad. La película de Matteo Tortone «Mother Lode» investiga los mitos y la explotación a través de los ojos de un minero de 13 años.
Cuando estuve en Bolivia en 2007, leí un reportaje en el periódico sobre un lugar llamado La Rinconada, al otro lado de la frontera con Perú.
Describía cómo las tiendas que comerciaban normalmente durante el día, abrían burdeles en el piso de arriba por la noche, y cómo muchas chicas, a menudo menores de edad, eran atraídas por las promesas de trabajo normal anunciadas en Perú y Bolivia. El problema ha continuado sin que las autoridades peruanas parezcan interesarse seriamente por este remoto pueblo. La Rinconada es oficialmente el lugar habitado más alto del mundo, pero no es probable que aparezca en las revistas turísticas.
Una nueva película de Matteo Tortone, «Mother Lode», se rodó en el pueblo y presenta el trabajo minero y sus costumbres tradicionales para ilustrar su tesis de que el cuerpo humano es una mercancía cuyo valor, y por tanto su explotación, oscila con el precio del oro, e inversamente con la fortuna de los mercados bursátiles. José, el protagonista, retrata su vida en el pueblo minero a partir de los 13 años, una vida equilibrada entre el pensamiento mágico de los rituales tradicionales y la realidad cotidiana del duro trabajo.
En la amazonía peruana también se practica la minería ilegal del oro, con la que se trafica, pero allí la explotación recibe al menos la atención de las autoridades.
The Prisma habló largo y tendido con el director para aclarar su interés por hacer una película que sea a la vez arte y documental.
Sus anteriores películas («White men« and «On opposite fields«) eran también documentales sobre personas marginadas. ¿Por qué quiso hacer esta película?
«Mother Lode» es la culminación de un camino de investigación de más de diez años, en el que «White men» y «On opposite fields» son dos etapas relevantes.
El cine como forma de arte no sigue necesariamente una lógica lineal. Partí de una especulación personal sobre la colisión entre la reflexión de Agamben sobre la sacralidad, y el concepto de estado de excepción, la experiencia colectiva en el Manifiesto Aceleracionista y el concepto de Realismo Capitalista formulado por Mark Fisher.
«White men» cuenta la vida cotidiana de algunos albinos en Tanzania durante un periodo muy sangriento en el que se desarrolló un mercado de «trozos de cuerpos de albinos». La película, a la vez que sumerge al espectador en una realidad concreta, reflexiona sobre la conciencia de que el propio cuerpo tiene un valor económico directo, y que el hombre se convierte en presa.
«En campos adversos» habla de la agricultura italiana organizada en torno a campamentos estructurados de trabajadores estacionales, en su mayoría inmigrantes. Me interesaba la suspensión existencial inducida por el «campamento» como estado de excepción. Sólo parcialmente un estado de excepción, dado que nuestras ciudades, nuestros pueblos, están casi salpicados de campamentos.
«Mother Lode», en cambio, surge de una iluminación que tuve -que creo que es obvia para mucha gente-: a toda crisis económica endémica corresponde un movimiento inversamente proporcional: el precio del oro aumenta.
Aprendí en Tanzania que esto implica un movimiento de cientos de miles de personas, millones a escala mundial, una verdadera fiebre del oro. Quise contar su historia sumergiéndome en ella.
Mi experiencia cinematográfica parte de dos premisas: en un mundo global, el cine debe ser también global, a través del concepto de desterritorialización expresado por Deleuze y Guattari. Los temas específicos y los lugares «extremos» pueden aclarar y elaborar, mediante un proceso metafórico, los problemas más amplios del hombre contemporáneo.
Y creo que el punto de vista de los marginados es muy significativo porque a menudo están desprovistos de superestructuras, máscaras o roles sociales que defender.
Pero esta reflexión analítica sobre mi cine no ha sido suficiente para su realización. Lo que me impulsa es la necesidad de crear empatía, de situar mi cuerpo (y en consecuencia el del espectador) en los mismos lugares y en la misma dinámica de los personajes de mis películas. Una necesidad física.
«Mother Lode» no es una exposición de la explotación de los trabajadores y las mujeres. ¿Sus principales intereses eran intelectuales y estéticos?
Principalmente mi interés era buscar una historia universal sobre la relación entre los seres humanos y el dinero. Decidí buscarla en Lima y en La Rinconada. Luego conocí a José y me encantar on sus viejas novelas cortas sobre su primera experiencia en una mina de oro. Pensé que debía ser una historia para compartir con el mundo.
Creo que la película muestra muy claramente la explotación de los trabajadores y de las mujeres, del suelo, del agua. La misma película cuenta tantas historias como el número de personas que la ven. Es increíble. Ahora no es mi película, es la suya.
Otros han informado de que a las personas que no están relacionadas con las minas no se les permite ni siquiera subir a los autobuses que van allí.
Estuvimos 4 años trabajando. Un trabajo excepcional de Andrea Balice, en lo que respecta a la primera parte de la película, y de Ladoysca Romero, que en cambio se ocupó exclusivamente de La Rinconada. Ladoysca Romero es activista de Amnistía Internacional Peru y trabaja para la ONG Muyuy «Tejiendo Tribu»
En nuestro primer viaje, en 2016, pudimos entablar relaciones con la gente, explicarles que nuestra intención era hacer una película juntos y no robarles imágenes. Fue un trabajo diplomático muy complejo.
¿Se encontraron con la oposición de diversas autoridades que no querían aparecer en falta?
Es más una cuestión de relación con la gente que con las autoridades, las instituciones las hacen las personas que viven allí. Si consigues comunicar que quieres compartir una experiencia con la gente y vivir allí con ellos como viven, se convierte en una relación horizontal. Ladoysca es un mediador cultural muy profesional, que transformó la posibilidad de una oposición de diversas autoridades en un «simple» problema logístico.
Un papel especial desempeñó la administración de Cerro Lunar, uno de los dos municipios que componen el asentamiento de La Rinconada, y el concejal Jhon Chambi, que aparece en la película.
Las Pallaqueras son un colectivo de mujeres que trabajan extrayendo oro de los residuos de la mina.
En su mayoría, son mujeres solteras, a menudo con hijos, abandonadas por sus maridos, o que salieron de los mecanismos de la prostitución y la trata de personas. A pesar del lugar y las condiciones de trabajo imposibles. Quieren ser una comunidad. Y necesitan ser escuchadas, hablar, contar su historia libremente. En cambio, a menudo son contadas por otros.
¿Cómo conoció al minero cuya vida se filma?
Conocí a José en 2016, gracias a Andrea Balice que involucró al poeta peruano Feliciano Mejía en el proyecto. Buscábamos un minero de temporada que pudiera vincular las minas con la Capital, un chico capaz de tener un pensamiento extremadamente práctico pero también un alma poética y un pensador abstracto al mismo tiempo. Feliciano ha dirigido durante años talleres de escritura creativa y poesía en los suburbios de Lima.
Fue un encuentro esclarecedor. Su familia estaba encantada de participar en la película. Con José elaboramos juntos el núcleo de la narración y la parábola de su personaje. A partir de su experiencia real, cuando empezó a trabajar en una mina de oro a los 13 años.
¿Qué es un pagacho? ¿Existen realmente estos sacrificios humanos?
El pagacho o el pago a la tierra es un ritual muy antiguo, que todavía se practica en muchas zonas. Es un ritual de agradecimiento a la tierra y la petición de una bendición para obtener una buena cosecha. Los agricultores dan gracias a la Pachamama.
En el sector minero, sin embargo, existe otra figura antropomórfica sobrenatural que gobierna el subsuelo, asociada al Diablo, a la que se hacen ofrendas. Es una figura muy extendida en toda la región entre México y Bolivia. Michael Taussig, antropólogo australiano, realizó el estudio: «El diablo y el fetichismo de las mercancías en América del Sur». Habla de las diversas figuras demoníacas y de los distintos rituales relacionados en el sector de la minería del oro. El ritual termina con un gran banquete, mucho alcohol, música y baile.
El objetivo es obtener la benevolencia de esta figura demoníaca para que la veta de oro se amplíe y haya más ganancias para todos. Cuanto mayor sea la ofrenda, mayor será la gratitud del Diablo. Y la ofrenda más valiosa es la vida humana. Así es como existe el sacrificio humano.
(Traducido por Monica del Pilar Uribe Marin) – Fotos proporcionadas por Matteo Tortone y autorizadas para su publicación