El ejercicio de la semana pasada con el cual por vez primera el pueblo mexicano ejerce la democracia participativa y confirma su poder omnímodo, sentó un precedente constitucional e irreversible.
El referendo para decidir si Andrés Manuel López Obrador seguiría como presidente de México permitió ver que el pueblo sigue creyendo en él, pues, si bien participó menos del 18% del electorado, casi el 92% votó por su permanencia.
Lo interesante de este referendo es que mientras la oposición llamó a a abstenerse en lugar de votar por revocar al presidente, Lopez Obrador promovió activamente la consulta.
Lo importante, es que quedó plasmado en la constitución ese derecho del pueblo de quitar y poner y que, a partir de ahora, cada ciudadano que asuma el cargo de la máxima magistratura de la nación, pueda ser removido antes de concluir su sexenio si lo decide el pueblo.
Allí radica el triunfo de López Obrador y no tanto en el hecho, también de suma importancia, de que 9 de cada 10 mexicanos que acudieron a las urnas lo ratificaron como el presidente de la República.
La oposición podrá a partir de ahora, como lo tenía programado, presentar todas las impugnaciones y recursos que desee, pero el hecho jurídico, institucional, político, ideológico, y de masas que reafirma como única disyuntiva práctica la democracia participativa, de que el pueblo es el soberano, les será imposible eliminarla, indican los especialistas.
Coinciden así con análisis de dirigentes del partido oficialista Morena al calificar de una acción de trascendencia histórica del pueblo mexicano que, a pesar de las muy elucubradas maniobras de los adversarios, no pudieron bloquear el proceso.
El significado del éxito lo aumenta e que participaran cerca de 20 millones de personas de los 90 millones convocadas, sin que se instalaran más de dos tercios de urnas necesarias, y las 57 mil que habilitaron colocadas en lugares seleccionados para hacer más difícil y confuso el acceso, y se diera en el primer día de la diáspora por Semana Santa. El bloqueo a ese acto democrático inédito en México, dejó muy mal parados a los partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional, Revolucionario Democrático y Movimiento Ciudadano, a cuyos líderes les será sumamente difícil remontar la derrota con sus repercusiones futuras hacia las elecciones presidenciales de 2024.
Morena les ha advertido de su fragilidad política e incluso ideológica puesta de manifiesto en hechos de trascendencia para México, como este referendo en pro de la democracia participativa que deberían de defender en lugar de atacar, y de la reforma eléctrica para afianzar la soberanía nacional.
Se sabe, advierten desde el oficialismo, que pronto comenzarán los ataques por la baja participación de electores.
Pero con ello aceleran la decisión de López Obrador de presentar al congreso una iniciativa para la reforma del Poder Judicial, lo cual incluye básicamente a sus órganos electorales.
Si el objetivo del freno que intentaron poner al referendo fue evitar un fortalecimiento de López Obrador, y en particular de su programa de gobierno Cuarta Transformación, fracasaron, y es imposible ocultarlo, indicaron líderes de Morena. Por el contrario, quienes se debilitaron fueron los dirigentes de esos cuatro partidos a cuyos militantes recomendaron tomar en cuenta lo sucedido ayer y los obliguen a rectificar en su campaña de apoyo a las empresas extranjeras en el tema de la reforma eléctrica y del litio para los mexicanos. (PL)