Hay pocas personas vivas que hayan pasado toda una vida tan involucradas políticamente como ella. Tiene 91 años, es la fundadora de Wages for Housework Campaign y ha luchado por acabar con el racismo institucional y la desigualdad entre hombres y mujeres. Su vida es el epítome de una lucha constante por conseguir un nuevo mundo basado en la solidaridad internacional.
Juanjo Andrés Cuervo
Nacida en Brooklyn en 1930, vivió la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Era sólo una niña cuando se involucró en el apoyo a los republicanos en España que luchaban contra el ejército fascista de Franco.
Se dio cuenta muy pronto de que se comprometería con el activismo político. «Sabía que cuando creciera, formaría parte del movimiento».
Selma James, quien también es coordinadora de Global Women’s Strike, fue entrevistada por The Prisma en el Crossroads Women’s Centre de Kentish Town, un lugar de seguridad y servicios de autoayuda para las mujeres donde tienen su sede muchas organizaciones diferentes.
En el interior del edificio se respira un ambiente de activismo político. En las paredes hay imágenes y biografías de Lilly Connolly, James Connolly y Hugo Chávez, junto a numerosos artículos de prensa enmarcados. Selma James, que se reunió antes de la entrevista, ha escrito algunos de ellos.
Cuando me reuní con ella en una de las salas del piso superior, me saludó con una sonrisa que también estaba en sus ojos.
A pesar de su largo compromiso como activista, su genuina humildad me impresionó. Selma James es una persona que te hace preguntas, te escucha con atención y no oculta su diversión.
Cuando se presentó y me dijo que no podía darme su mano derecha porque sentía cierto dolor en ella, le contesté que siempre prefiero la izquierda, y estalló en carcajadas, como otras veces durante la entrevista.
Mostró un gran interés por saber sobre The Prisma, sobre mí y sobre la situación de España, mi país de origen y una región que conocía desde muy joven.
Fue en 1936, tras el golpe de Estado de Franco, cuando acudió junto a su padre a una manifestación de apoyo a la República Española, iniciando una larga vida de activismo. 86 años después, sigue luchando contra las injusticias, oponiéndose al racismo y borrando la división entre hombres y mujeres. Porque no oculta su lenguaje hiperbólico cuando afirma que «es un desastre, es una tragedia que los dos sexos no vivan su vida juntos».
La estructura sociopolítica y económica de una sociedad capitalista establece un sistema patriarcal en el que la mujer se ve obligada a estar en casa para cuidar de la familia. Selma James siempre ha luchado por «acabar con el capitalismo», y se le atribuye la acuñación del concepto de «trabajo no asalariado» para definir el trabajo realizado por las amas de casa que no tienen ingresos propios.
En esa coyuntura surgió su famoso texto «A woman’s place»” (El lugar de la mujer). Publicado en 1953, cuenta «la percepción de un ama de casa sobre la vida en el hogar y en la fábrica» y «la relación entre mujeres y hombres». Pero, ¿por qué decidió escribir el panfleto? Por una experiencia que la impactó para profundamente: una tarde fue a casa de una vecina y vio que toda la ropa de sus hijos estaba colgada de un tendedero.
Cuando le preguntó qué estaba haciendo, ella le contestó que la estaba vendiendo porque no tenía dinero.
Esta historia describe perfectamente la realidad a la que se enfrentan las amas de casa, incapaces de mantener una vida económica propia, a pesar de todos sus sacrificios para cuidar de los niños.
Así, “A woman’s place” fue escrito para denunciar «la lucha dentro de la clase obrera de la que nadie habla». Es decir, la división entre hombres y mujeres.
Su experiencia durante los años treinta y cuarenta fue fundamental para desarrollar su pensamiento crítico y su compromiso político. En 1945, se unió a la Johnson-Forest Tendency, una organización trotskista, y conoció al historiador C. L. R. James, que más tarde se convertiría en su marido.
A Selma le gustaron sus ideas políticas y su compromiso para cambiar el mundo. «Él pensaba que podíamos ganar, y por supuesto, yo quería quedarme con los ganadores», comenzó a reírse a carcajadas.
Pero, de repente, su rostro se tornó sombrío, al recordar un acontecimiento de 1945, que fue un momento decisivo en su vida. El 15 de agosto, día de su decimoquinto cumpleaños, le comunicaron que unos días antes se habían lanzado dos bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. Supo que el mundo había cambiado y que ella formaría parte de un movimiento para hacer frente a este nuevo mundo.
En esta primera parte de la entrevista con The Prisma, Selma James habla de sus orígenes en Brooklyn en los años 30, de su afiliación política y de la lucha de las mujeres.
¿Cómo influyó su infancia en su conciencia política?
Nací en 1930 y fue el comienzo de una década muy política, así que crecí en el movimiento. Mi padre era camionero y participaba en la organización de los camioneros y de las mujeres en la fábrica. Toda mi familia estaba comprometida con el movimiento.
Cuando tenía 6 años, estaba en el hombro de mi padre durante una manifestación en apoyo de la República Española. Las mujeres con uniforme de enfermera llevaban una enorme pancarta roja, y la gente tiraba dinero a la pancarta para enviarla a España. Nunca lo olvidé. Me emocionó que, muy lejos de allí, trabajadores como nosotros lucharan por el poder. No habían pasado muchos años desde la Revolución de Octubre de 1917.
Yo organizaba a los niños de mi edad, cogiendo los paquetes de cigarrillos porque tenían papel de plata, y hacíamos bolas con los papeles de plata. Mi familia lo hacía, y nosotros los niños los apoyábamos para enviar balas a los republicanos en España. En los años 30 había un ambiente de antirracismo, de organización de los desempleados y de las mujeres que luchaban por la asistencia los hogares. Tras años de lucha, Roosevelt puso en marcha este mecanismo de bienestar. Entonces me di cuenta de que uno no consigue nada si no es con la lucha.
Este era mi bagaje, y supe que cuando creciera formaría parte del movimiento para cambiar o acabar con el capitalismo, y para que la clase trabajadora se levantara junta.
En la década de los 40, usted formó parte de una organización trotskista.
Era 1945, fui a un grupo juvenil y encontré la Johnson-Forest Tendency, donde mi hermana mayor había participado. Además, C. L. R. James formaba parte de este grupo y me gustaban sus ideas políticas. Él pensaba que podíamos ganar, y por supuesto, yo quería quedarme con los ganadores.
Ese mismo año, se lanzaron las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki. Fue el 15 de agosto, durante mi 15º cumpleaños, cuando me lo contaron. Supe que el mundo había cambiado, y me alegré de formar parte de un movimiento para hacer frente a este nuevo mundo.
¿Cómo influyeron en usted esos años de activismo para escribir “A woman’s place”?
En aquella época, tenía un hijo y un marido, que era uno de los trabajadores de las fábricas. Veía a las amas de casa como yo en el barrio, pero no estaban en la organización como yo. Vi su propia lucha, que era diferente a la de las fábricas. Pero fui testigo de la lucha de mi madre en el barrio, y me interesaba mucho lo que pensaban estas mujeres, y cómo expresaban sus luchas.
Una tarde, fui con mi hijo pequeño a la casa de una vecina. Entré en su sala y vi que toda la ropa de sus hijos estaba colgada en un tendedero. Pensé que se había vuelto loca. Entonces, le pregunté: «¿Por qué está colgada esta ropa?». Ella me respondió: «Las vendo porque no tengo dinero propio, me voy a volver loca».
Me di cuenta de que había otra lucha dentro de la clase obrera de la que nadie hablaba.
Es la lucha de las mujeres.
Se lo comenté a C. L. R. James, quien me dijo que debía escribir un panfleto para expresar esas ideas.
Unos meses después, me preguntó si había escrito el panfleto. Le dije que no, porque no sabía cómo hacerlo.
«Es sencillo», me dijo. «Coges una caja de zapatos y haces una hendidura en la parte superior. Y cada vez que pienses en algo, lo pones en un trozo de papel, y metes el trozo de papel en la caja de zapatos. Entonces, un día, abres la caja de zapatos y ves que tienes un panfleto».
Funcionó, y así es como surgió “A woman’s place”. A mi madre le gustaba, y aún hoy sigue siendo buena. Es la percepción de un ama de casa de la vida en el hogar y en la fábrica, porque volví a trabajar cuando mi hijo tenía dos años. Pero sobre todo trata de la relación entre mujeres y hombres y del hecho de que viven vidas diferentes. Esto es un desastre, es una tragedia que los dos sexos no vivan su vida juntos, la mayor parte del tiempo están separados.
(Próxima semana: Todas las luchas deben estar unidas ya que todos estamos oprimidos)
(Traducido por Monica del Pilar Uribe Marin) – (Fotos de Global Women’s Strike, suministradas por la entrevistada y autorizadas para su publicación)